Título original Kvinden i buret ( The Keeper of Lost Causes)
Año 2013
Duración 97 minutos
País Dinamarca
Director Mikkel Norgaard
Guión Nikolaj Arcel, ( novela : Jussi Adler-Olsen)
Música Patrik Andrén, Uno Helmersson, Joan Söderqvist
Fotografía Eric Kress
Reparto Kikolaj Lie Kaas, Fares Fares, Mikkel Boe Folsgaard,
Sonja Richter, Marijana Jankovic, Soren Pilmark,
Troels Lyby, Patricia Schumann, Peter Plaugborg,
Rasmus Botoft, Pernille Lyneborg.
“Misericordia” narra la historia de dos detectives malditos que se enfrentan a un pasado oscuro que piensan abandonar mientras remueven en la mierda de casos criminales ya cerrados. El director Mikkel Norgaar ( uno de los creadores de la interesante serie de TV “Borgen” donde las triquiñuelas políticas salen al descubierto) parece que se ha quedado con ganas de más casos misteriosos sin resolver como es debido y le ha dado por rodar una segunda parte “Profanación” El director sabe encajar unos diálogos triviales en las pieles de los policías. Una conversación sobre el alumbrado para alejar del cuerpo el miedo o pánico de enfrentarse a un matón de turno, al mismo tiempo que se hacen creíbles para el espectador. La película se retroalimenta de la trama detectivesca donde el policía maldito que ha tenido una mala actuación en servicio y es apartado hacia las catacumbas de los archivos policiales resurge de su miseria escarbando en la mierda de casos cerrados que éstos todavía guardan asuntos oscuros por investigar. Esto toca los cojones a los profesionales que dieron por zanjado el asunto hace años y ahora se entrometen de nuevo unos gilipollas defenestrados en un crimen que ya se resolvió en su tiempo.
La película guarda un cierto
paralelismo con la serie de televisión "True Detective". Agitas dos series de ésta y las empalmas debidamente y ya tienes la película. Nikolaj Lie Kaas, el actor principal, realiza
un papel sobrio de detective amargado por culpa de una vida de perros: todo le sale como
el culo. Los jefes lo toman como un desastre de persona incapacitada para
desarrollar su trabajo de policía. Éste que se siente acabado por
pertrechar de mala manera la acción de un asalto y que en él muriera un
compañero Esa mancha la lleva encima el departamento que no se puede olvidar. Por eso, lo condenan a perpetuidad a un antro de archivos criminales donde los los papeles son el paraíso de las ratas. Nada más faltaba eso a su desastrosa existencia. Sentir la miseria en sus carnes cuando estaba tan cerca la gloria, pero una y otra casi están pegadas. Ahora tiene un trabajo casi de
jubilado: retirar el polvo de los archivos junto a otro compañera y poco más: dejar que pase el tiempo. Pero esta no es su intención, no está en sus cálculos. La propuesta de ser un
ratón de biblioteca que cambia el polvo de lugar no le seduce y pretende
desenmascarar un caso cerrado con ciertas sospechas poco aclaradas.
La historia real de la investigación del caso va en paralelo con lo que sucedió unos años antes. Se van sucediendo intercaladas unas con las otras sin que el espectador pierda el interés por la trama. La acción se encamina hacia el lugar donde se produjeron los hechos y averigüen lo que realmente pudo pasar para desmontar el puzzle ya concluido. Los detalles que se escaparon en la investigación son los que les llama la atención y hurgan intensamente en ellos. Se huelen que el caso está latente y que hay un psicópata suelto que debe ser ajusticiado. Éste mantiene vigente su conducta de vengarse de alguien y de algo que sucedió en el pasado. Las imágenes nos llevan a los secuestradores de tantas y tantas películas como por ejemplo en "El silencio de los corderos" de Demme o en "Prisioneros" de Villenueve donde el loco de turno se encarga de mantener encerrado a su víctima durante un tiempo indeterminado para que la tortura sea de lo más lenta y bestia. Aquí el zulo es más sofisticado. Parece que el tiempo juega en su favor y éstos se las ingenian para no tener que tocar la mierda que generan los secuestrados. El caso avanza con las rajadas del jefe que se las piren porque nada más les están causando mal rollo en la brigada. La pistas aparecen para ensamblarse entre sí. Al final se descubre el pastel por medio de unas secuencias que nos llevan al colgado de turno. Finalmente, no importa que la cosa salga bien o mal porque el detective seguirá impertérrito con su mala uva encima, pero al menos ha sido capaz de restaurar su estima personal que había caído por los suelos de la miseria más absoluta.
La historia real de la investigación del caso va en paralelo con lo que sucedió unos años antes. Se van sucediendo intercaladas unas con las otras sin que el espectador pierda el interés por la trama. La acción se encamina hacia el lugar donde se produjeron los hechos y averigüen lo que realmente pudo pasar para desmontar el puzzle ya concluido. Los detalles que se escaparon en la investigación son los que les llama la atención y hurgan intensamente en ellos. Se huelen que el caso está latente y que hay un psicópata suelto que debe ser ajusticiado. Éste mantiene vigente su conducta de vengarse de alguien y de algo que sucedió en el pasado. Las imágenes nos llevan a los secuestradores de tantas y tantas películas como por ejemplo en "El silencio de los corderos" de Demme o en "Prisioneros" de Villenueve donde el loco de turno se encarga de mantener encerrado a su víctima durante un tiempo indeterminado para que la tortura sea de lo más lenta y bestia. Aquí el zulo es más sofisticado. Parece que el tiempo juega en su favor y éstos se las ingenian para no tener que tocar la mierda que generan los secuestrados. El caso avanza con las rajadas del jefe que se las piren porque nada más les están causando mal rollo en la brigada. La pistas aparecen para ensamblarse entre sí. Al final se descubre el pastel por medio de unas secuencias que nos llevan al colgado de turno. Finalmente, no importa que la cosa salga bien o mal porque el detective seguirá impertérrito con su mala uva encima, pero al menos ha sido capaz de restaurar su estima personal que había caído por los suelos de la miseria más absoluta.
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