Imaginemos un lugar llamado Palestina y que no caen bombas del Cielo. En ese lugar de ficción que parte directamente del pensamiento, se puede crear la ilusión por el amor y que brote esperanzador a una edad tardía, pasados los sesenta. El rodaje se produce anteriormente a las últimas tensiones de guerra y muertes, pero igualmente era imposible una grabación en la propia tierra. Por eso, el director Mohammed Abou Nasser graba su película " Gaza mon amor" en tierras de Portugal y Argelia. Sabe que si entra allí, no saldrá vivo. Así, la historia se detiene en un pescador, Isaa, interpretado por Salim Dau se enamora de Siham, interpretado por
Hiam Abbass,
la cual trabaja en una tienda de ropa del mercado con su hija. El cerebro del tipo explota de alegría amorosa mientra fríe en una sartén unos pescados fritos al ritmo de “Que no se rompa la noche" de Julio Iglesias. Sus condiciones de vida no son muy saludables, pero vive a su aire, pesca, vende su producto y ya no le importa otra cosa que conquistar a su chica.
Ella también está en una situación precaria con amenaza de despido por parte de su jefe. A esa altura de la vida, casi en la ancianidad, la vida ya no le pide otra cosa que dejar casada a su hija y esperar que pase el tiempo. El señor insiste, con excusas de forma torpe para acercarse a ella, que necesita coser unos bajos de un pantalón. Así, se produce el acercamiento tímido hacia ella. El tema central de casarse está latente constantemente: la hermana de él le buscará pretendientes y por parte de ella se los buscará a su hija.
Mientras pesca, suena el sonido de fondo de ametralladoras y de bombas. Lo de siempre el conflicto que no para. En fin, la sencillez de unos protagonistas con ilusión por el amor al final de sus vidas.