"Todas somos Jane" de Phyllis Nagy ( guionista de aquella excelente película de Todd Haynes"Carol", recrea una época parecida) se sitúa temporalmente en Chicago de 1968 donde se producen disturbios por la participación de Estados Unidos en la Guerra del Vietnam. El inicio muestra ese contraste entre la protagonista, interpretado por
Elizabeth Banks, de clase social acomodada y el tumulto ( movimiento llamado jipi) que se levanta en la calle con protestas violentas. Ella sale de una fiesta con su talle y porte burgués y se coloca junta a una fila de policías que está a punto de entrar en la batalla ante ese griterío de protestantes que se acerca. Sale de la imagen y deja atrás las puertas cerradas y los cuerpos golpeándose en la cristalera mientras los manifestantes son apalizados por la policía. El arranque ya nos muestra dos mundos diferenciados: aquellos que se enfrentan ante el poder político para pedir una sociedad más justa o se implican por causas proletarias frente a los que viven al margen rodeados de su comodidad social. Vemos a esas esposas ociosas de sus tareas domésticas y al mismo tiempo asqueadas de ser mujeres objeto: "no trabajas sino te pagan" comenta una amiga. Aparece esa familia tradicional americana donde él es abogado y mantiene a la casa, ella insatisfecha realiza sus tareas domésticas e intenta escribir.
Con el tiempo, se presentan problemas mayores, pues está embarazada y tiene insuficiencia cardiaca y el embarazo no le va bien para su salud y lo mejor sería que perdiera el feto, pues está de tres meses, pero no puede abortar. Los médicos del hospital son favorables de preservar el feto hasta el final, aunque para ello tenga riesgo de muerte la madre. A partir de aquí, la solución a sus problemas, después de varias consultas, se encuentra en Jane, un grupo llamado así y especializado en abortos clandestinos, pues corren tiempos de prohibición y persecución hacia esa clandestinidad de mujeres que practican el aborto.
La líder es Virginia, interpretado por Sigourney Weaver, que se encargará de los trámites necesarios. Un cartel pegado a un poste que anuncia la forma de desprenderse de un embarazo le llevará a la organización. Entonces se va metiendo en el engranaje de solidaridad con aquellas chicas embarazadas y que sufren como ella. En fin, hay que reconocer que el tema está muy manido, pero necesario recordar el trance por el que pasaron muchas mujeres.