"El silencio del agua" de Wei Shujun trata sobre la investigación de un crimen. El detective Ma Zhe, interpretado por Zhu Yilong,
y jefe de la policía criminal está encargado de investigar la muerte de una anciana en un lago. No hay pistas sobre el asesino y la abuela no tenía parientes cercanos, eso sí, vivía con un tipo raro (con una cierta demencia) en su casa que ha desaparecido.
La acción se desarrolla a finales del siglo pasado en la ciudad rural de Banpo y el detective rastrea la zona con la intención de dar con pistas que le lleve hacia el asesino. Sus oficinas han pasado a la sala de proyección de cine, porque se ha cerrado y allí están más discretos. Luego el despacho se sitúa justo encima del escenario y la pieza de proyección sirve de comedor.
Mientras buscan alguna pista que les lleve al asesino, pues el loco se niega a hablar y están bastante perdidos en el caso. Todo al ritmo de sonata de "claro de luna" de Beethoven. Sin embargo, el jefe inspector les aprieta las clavijas para encontrar al asesino. La historia se ramificará en dos: la búsqueda del asesino y su propia crisis existencial, pues su mujer se encuentra embarazada y le surgen problemas personales. En fin, una vez aclarado el caso, el policía quiere apartarse del servicio, porque ya no aguanta más las presiones.
La cámara recorre un lugar donde se disputa un partido de fútbol hasta pasar a una mesa donde tres amigos jóvenes hablan sobre la existencia infinita y espiritual. Mesas, tumulto y alrededor pasean vendedores que ofrecen de todo. No hacen caso hasta que llega una joven de buen ver y entonces sí le prestan atención y le piden que les hable de lo que vende. La cámara vuelve a salir del plano y muestra un accidente en moto y los motoristas desparramados en el suelo. Los amigos siguen su periplo en una sauna con masaje incluido. Ese accidente tiene una conexión directa con uno de ellos, pues es el cuñada de que fallecerá y con su sobrino que casualmente ha quedado ileso emprenderá la búsqueda de su hermano que desapareció hace años sin dejar rastro para entregarle a su hijo. El director, Pham Thiem An de la película "Inside the Yellow Cocoon Shell" ( Cámara de oro: Ópera Prima en el festival de Cannes 2023) usa la toma fija y allí van sucediendo acciones de los protagonistas. El protagonista, después del entierro, pasa a un ámbito rural y allí no suceden grandes cosas, sino un realismo de lo que sucede en el campo propio de la zona. La historia recorre esos lugares donde sobresale el entierro de su cuñada y los sueños de las relaciones amorosas que tuvo en el pasado y ahora son imposibles.
Conversaciones largas con vecinos que fueron soldados en el frente. Todo se produce lentamente. En fin, su cámara se detiene sucesivamente en aspectos naturales o animales como si buscara un sentido a la vida fuera de lo humano.
"Nada que perder" de Delphine Delogert se detiene en ese tema ya manido del cuidado de los hijos cuando no se dispone del tiempo necesario para ello. Es el caso de Sylvie, interpretado por
Virginie Efira ( "Benedetta", la monja malvada, de la cinta de Paul Verhoeven; "Los hijos de los otros" de Rebecca Zlotowski que también partía con una temática de hijos que no eran de ella y sentía una atracción especial) que trabaja de noche en un bar de copas y sus hijos adolescentes se las componen solos como pueden. Sin embargo, un accidente estúpido, mientras freían patatas, uno de ellos, se le volcó la sartén encima Tuvo consecuencias desastrosas porque uno de los hermanos, el mayor, llevó al hospital a su hermano pequeño para curarlo de las quemaduras. Este hecho insignificante a primera vista desembocará en un conflicto, pues alguien ha denunciado abandono de un menor y la maquinaria social pronto se pondrá en marcha para retirárselo de su custodia.
Pese a su buen talante, el de la madre, los problemas se le amontonarán en sus narices. Así, por ejemplo, el hermano, borracho y tirado de casa por su mujer , al cual le pide ayuda no será de gran apoyo, pues sus vicios en el juego tampoco le dejan margen para colaborar con su hermana. Mientras la maquinaria de retenerle a su hijo seguirá su curso. Allí, a su casa, irá la chica de servicios sociales para investigar en las condiciones que viven los adolescentes. La decisión está tomada: retener a su hijo en un centro social. Así, pretenden arrancarlo de su familia que económicamente se aguanta por un hilo, pero son felices El niño, una vez retenido en un centro, que en principio su comportamiento era el normal de su edad, queda trasformado en pura violencia cuando es encerrado. En fin, esa madre les da amor, todo el que puede y más, pero le falta tiempo para entregarse como debiera. Por eso, entra a saco bienestar social para arrancarle su pequeño de su casa. Ella lucha por recuperar su retoño, pero es casi imposible su objetivo. Vemos como se desmonta una familia lentamente por culpa de una mala decisión que puede acabar todavía peor.
"El rapto" de Marco Bellocchio ( director de "El traidor", "Felices sueños" entre otras muchas) se inicia con el despegue abrupto de Edgardo uno de los hijos de la familia numerosa de los Mortara ( llamado caso Mortara que conmovió a la opinión pública de la época, luego estamos ante un hecho real y toma mayor trascendencia. El niño, cuando nació y sin que lo supieran los padres, fue bautizado por una criada ( la cual cosa debería ser nula, pues no tenía potestad por la iglesia para bautizar, otras voces dicen que fue un sacerdote llevado por la criada) porque estaba enfermo y temía que fuera al limbo siendo judío y eso, seis años después, trae unas consecuencias: que la inquisición, corre el año 1858, mande una orden de confiscar ese católico del seno de los judíos.
Así, sin más preámbulos, aparece una cuadrilla de soldados con un mariscal para llevárselo. Por mucho que la madre y el padre pongan impedimentos, llaman a familiares para hacer fuerza, para que no se lo lleven, pero no podrán conseguirlo. Los soldados del Papa lo arrancan del seno familiar. Los padres por mucho que busquen a su hijo, perderán la pista porque se ha ido de Bolonia y la Iglesia no les informa del lugar donde ha ido a parar. Allí, en Roma, recibirá una educación cristiana y un lavado de cerebro con sutileza de tal manera que se encontrará deliciosamente bien.
Aparece un Pio IX un tanto violento hacia los judíos y sus propuestas de rescatar al niño. Llegarán tiempos de revueltas donde se mostrará su enfermedad, unas convulsiones epilépticas por la situación actual. Considera una profanación que asalten su casa para rescatar al niño. Finalmente, está el resultado experimental de la formación de un niño en un catolicismo fanático que lo absorberá completamente, frente a su identidad genética que intentan conquistarlo sin tener la oportunidad de hablar u opinar sobre su religión. Esa obsesión por recuperar a su hijo durará toda su vida, pero será en vano.
"Los colonos" de Felipe Gálvez Haberle ( usa primeros planos de los ojos de los caballos como una humanización de la bestia junto a los humanos que actúan como bestias) se sitúa a primeros del siglo pasado en Tierra de Fuego chilena.
Ya en su inicio se avecina un enfrentamiento entre patrón y trabajadores. Allí, el ser humano está para trabajar y ser explotado. En el caso de un accidente, aunque sea laboral, eso no importa lo más mínimo, en ese lugar apartado, no se hará otra cosa que quitarse de en medio al herido. Así, si en un estiramientos de cables alguien se deja un brazo está condenado a que el patrón le suelte dos tiros en la cabeza y fuera lastre. La esclavitud está vigente en todo el Globo, los trabajadores son animales de carga, se encuentran en ese lugar para trabajar a marchas forzadas en construcción del rancho del amo.
El dueño no permite que los indios merodeen en sus tierras y puedan zamparse una de sus ovejas. Por eso, proyecta una expedición de varios días para limpiar los caminos de seres que se interpongan en sus propiedades. En ese viaje de expedición de tres colonos, inglés, mexicano y mestizo, se enfrentarán a nuevos retos.
Finalmente, el plan está en encontrar a los indios y liquidarlos a todos puesto que se encuentran en territorio prohibido. Nada nuevo en el panorama del Western.
"Sobre la hierba seca" de Nuri Bilge Ceylan pretende mostrar los personajes detenidamente que no se escape su precisión. Ya en el inicio aparece un tipo que lo dejan en medio de una zona completamente nevada y se desplaza con lentitud hacia no se sabe dónde. El coche que lo transportaba no quiso seguir adelante. Avanza con dificultad en ese tomo blanco de nieve. Se encuentra en una zona rural y montañosa de Anatolia, Turquía. Mientras progresa nos muestra el lugar donde se dirige, un grupo de niños jugando en el patio le asaltan a su paso, que no es otro que un colegio. Pronto sabemos que se trata de un profesor de arte o dibujo,
interpretado por Deniz Celiloglu que realizará las prácticas aquí, pero su intención es pirarse cuanto antes a Estambul. Vemos la estructura de las clases, los niños muy bulliciosos, donde un profesor recién llegado aplica mano dura a cualquier inicio de levantar la voz. Su mecanismo es el de plasmar un dibujo en el proyector y que lo dibujen, no es necesario que sea el mismo, pueden innovar. Además, en esas clases, por sorpresa, se realiza un chequeo de las carteras por medio de otros profesores para ver qué pillan en las carteras: navajas o cartas de amor que son requisadas.
El tono o la forma de hablar entre ellos casi siempre es despectivo. Ya en el pueblo, en el inicio, el inspector jefe habla de malas maneras a sus inferiores, sin respeto e incluso insultándoles. Por lo tanto, impera la forma tosca y abrupta de los individuos hacia el resto. Así sucede, por ejemplo, con el director cuando dice que le traiga un té y lo hace como si diera una orden poco menos que militar, un mandato con un tono de cabreo. Sin embargo, la alarma sobre una conducta inapropiada llega al gobernador porque acusan a dos profesores de sobrepasarse con los alumnos. Evidentemente les comunica que todo se va a investigar. Estamos ante un tema similar al que se desarrollaba en "La caza" de Thomas Vinterberg donde una niña pequeña mentía y comentaba que había sufrido abusos sexuales de su profesor cuando solo estaba en su imaginación, pero todo el vecindario, incluso amigos se cebaron con violencia contra el profesor sin haber hecho nada. Ante esa noticia, la violencia, por parte del profesor cambia dentro del aula, va en aumento. muestra su enfado con malos modos y cabreo. Así, se pasa de un profesor empático y de buen rollo a ser una persona encabronada con los alumnos que lo han hecho que se maleara. La historia se va por otros derroteros y lo que más le interesa al protagonista, interpretado por Deniz Celiloglu, es pasar rápido el año y pirarse de allí. Además mantiene una conversación acalorada de preguntas sin respuestas con una compañera,
interpretado por Merve Dizdar (mejor actriz en el festival de Cannes 2023), que se saldará con un final amoroso. En fin, mantiene atento las situaciones y el existencialismo que se plantean los personajes ante su vida, pero hay que tener cuajo para aguantar 197 minutos.
El director japonés Hirokazu Koreeda parte siempre de situaciones corrientes para desarrollar algún conflicto familiar. Así, por ejemplo, en "Broker" trataba el mercado negro de bebés o en "Un asunto de familia" la adopción de un niño que trastocará los planes del conjunto de la familia. Por lo tanto, el tema de la descendencia, los hijos asoman siempre en algún conflicto de por medio. Ahora en "Monstruo" ( premio al mejor guión en Cannes 2023) también toca el argumento de los niños traviesos que cambian las versiones de lo sucedido. En este caso, el padre falleció y se nota el hueco que ha dejado en la casa. De hecho, celebran su cumpleaños como si estuviera vivo con pastelito y velas. Hasta aquí todo fluye con normalidad, pero se produce un conflicto en la escuela, porque resulta que hay un profesor con medidas violentas, pues castiga y pega a los alumnos o por lo menos eso dicen los niños.
La temática recuerda a aquella excelente película "La caza" de Thomas Vintenverg donde una alumna se inventaba una trola para culpar a su profesor de abuso sexual. Aquí también se acusa al profesor de pegar e insultar a los alumnos. Ahí se inicia el conflicto con la madre del chico. La historia se va montando desde los tres lados: primero hay una muestra de los sucesos producidos de la parte del alumno y sus acusaciones, segundo, estos hechos se ven del lado del maestro para, en tercer lugar, pasar al lado de los niños que van a su bola.
Por lo tanto, la trama no es lineal y se compone de diferentes puntos de vista que el propio espectador tomará conciencia del asunto. En fin, en ocasiones los adolescentes son mentirosos y con tal de salvarse ellos son capaces de mandar a la hoguera a un pobre e indefenso profesor.
No sería necesario acudir a ningún tipo de sinopsis, ni siquiera créditos, nada, para saber que estamos ante una película de protesta y sin pistas ya sabríamos el director, incluso el guionista. Unas fotos fijas y una voz en "off" que explican las intenciones de esos energúmenos que increpan a un autobús de migrantes. Son gentes que vienen de Siria y huyen de las bombas, pero aquí también les caen, pero son dialécticas por medio de insultos. Las fotos pasan a la realidad y el griterío se aumenta en la medida en que los ocupantes empiezan a bajar de él. No consienten que les hagan fotos y esto acarrea más violencia. Luego esa cámara pronto caerá al suelo hecha trizas. Esa es la primera presentación de "El viejo roble", no sabemos si será la última de Ken Loach, y su guionista colaborador Paul Laverty ( guionista también de muchas películas de Iciar Bollaín, no podía ser de otra manera, pues es su pareja). Así las cosas, el tema discurrirá por estos cauces de las injusticias del mundo, muy del gusto del director implicado siempre en mostrar los desequilibrios sociales entre los desprotegidos y los privilegiados. En este caso todos son miserables, pero los de fuera más y además reciben el mal trato. No importa que el tema se desvíe, porque siempre irá hacia ese cauce que es la injusticia social. En este caso, los vecinos hablan de especulación inmobiliaria que un empresa de Chipre acaba de comprar un paquete de casas cerca de los habitantes a un precio cinco veces más barato que las suyas y esto implica problemas.
Pero no se quedará aquí con este tema, sino que volverá de nuevo a los pobres que huyen de su país por la guerra. La problemática es una sucesión de conflictos que se produce en el barrio minero del condado de Durham al nordeste de Inglaterra.
Pasa alrededor de ese tipo dueño del pub, interpretado por Dave Turner, que regenta un bar y mantiene disputas sin buscarlas con los gamberros del barrio y sus propios parroquianos. Siempre se ve implicado sin quererlo. En fin, el hecho de que dé apoyo a esas personas que acaban de llegar y no piense como los energúmenos que no paran de vociferar insultos racistas.
"La Chimera" de Alice Rohrwacher ( directora de aquella excelente película "Lazzaro feliz", leyenda de la bondad de un tipo que se aproxima a una especie de santo terrenal) se inicia siguiendo a un tipo, Arthur, interpretado por Josh O'connor, montado en el tren con pocos modales cuando lo increpan.
Así, no aguanta y suelta un sopapo a un vendedor ambulante. Se dirige a un pueblo donde le esperan con jolgorio los amigos, pero rehúye de ellos. Llega a una casa adosada a un precipicio que más bien parece una chabola.
Allí solo hay basura y poco más. Posteriormente se acerca a una especie de castillo decrépito y medio en ruinas. Pide por la señora que lo trata como a un rey, pero pronto aparecen las hijas, una multitud de chicas que intentan increpar al chico y a la madre. Desconocemos la procedencia ni los motivos que le han llevado a marchar y a volver. La ambientación trasmite un sabor a Fellini o a Pasolini que son palabras mayores. Posteriormente, sabemos que se dedica al expolio de tumbas de la antigüedad para venderlas al mafioso de turno. No tienen escrúpulo alguno en reventar la cabeza de una figura legendaria si con ello sacan una buena tajada. En definitiva, muestra imágenes realistas de la marginalidad de esos seres que buscan en tumbas con sus propias manos. Aunque el tema sea poco atractivo, está contado con imágenes y una delicadeza especial. Eso sí, se puede interpretar dependiendo de cada espectador.
"A fuego lento" de Tran Anh Hung ( mejor dirección en el festival de Cannes 2023, dejando de lado "Anatomía de una caída" y confiaban que la seleccionaran para los Óscar, pero se precipitó en el olvido por el camino) prima ante todo el espectáculo de la cocina, por eso, entre fogones se cuece el amor también a fuego lento.
Las primeras imágenes muestran como la protagonista, interpretada por Juliette Binoche, recoge directamente su producto del campo: verduras que cortará y condimentará con mimo. Eso sí, antes de empezar la faena, se zamparán, ella y su enamorado, un bien festín de desayuno: ventresca de pescado cocinada con tortilla. Aquí la importancia y el espectáculo está en la preparación meticulosa de los alimentos. El proceso es largo y los sonidos intensos. No importa tanto la relación entre los dos, ni el parentesco de la pareja. Vemos que él, interpretado por Benoit Magimel, ostenta el cargo de señor de una masía un tanto barroca del siglo XIX.
Los actores principales son las tomas que se hacen a las verduras, los pescados y la carne en ese proceso minucioso de preparación. Evidentemente las manos pringadas de harina que remueve la carne y realiza el preparado delicioso para los comensales. Así, las personas son secundarios. Se manejan con soltura en los tiempos de cocción y preparación. Ambientada en los fogones de la época con hornos de leña, bien merece la pena probar todos los platos que prepara con sumo cuidado la cocinera perfecta, Eugene, que con mimo lleva y trae cacerolas, mueve y corta pescado o carne con sumo cuidado.
Ella está enamorada del señor para quien trabaja, Dodin, que tiembla de miedo en el momento en que ve desfallecer a su amor por no se sabe qué enfermedad. En definitiva, un amor idílico de muchos años que será ensombrecido por culpa de la pasión por la cocina.
"Cómo tener relaciones sexuales" de la directora Molly Manning Walker ( ganadora de la sección Un Certain Regard en el festival de Cannes 2023) plantea la problemática del desmadre adolescente en las farras de verano en el extranjero. Las agencias de viajes montan paquetes de viajes especiales, a precios irrisorios, con la seguridad de diversión, para consumir droga, alcohol y sexo. No importará que sean menores, que les afecte una relación inicial sin estar demasiado preparadas. Así, aparcados los exámenes finales del curso, ya no importará mucho los suspensos, es hora de la locura colectiva. Tres adolescentes
( Tara, Mia McKenna; Skye, Lara Peake; Em, Enva Lewis) se meten en la boca del lobo sin contemplación. La idea principal de estas tres jóvenes es la de tirarse a un tío a toda costa, aunque esa acción sea la experiencia de lo más deleznable que puedan tener. Por lo tanto, pasárselo bien es mamar alcohol hasta caer tumbadas en la cama, derrotadas del baile, y borrachuzas perdidas. Los resultados aparecen en esa calle repleta de bares con el suelo lleno de latas y meadas por todas las esquinas. Parece un lugar en el desierto hecho expresamente para eso: las locuras de los jóvenes hasta llegar al coma etílico si hace falta.
Las ilusiones de obtener una relación sexual explosiva se quedan en nada. En fin, resulta patético que se relacionen o logren obtener su primera relación sexual a partir de borracheras sin fin, de colocones que no saben ni dónde se encuentran. Eso no será lo que ellas esperan, sino una decepción absoluta.
"La zona de interés" ( Premio de Jurado en el festival de Cannes 2023 y varias nominaciones a los Óscar del mismo año) de Jonathan Glazer se inicia con una propuesta de intenciones como estimular la mente del espectador para que llegue más allá de las imágenes que está contemplando ( cuando ya se sabe la trama, evidentemente). El hilo conductor de la película es la estrategia y vida del comandante Rudolf Franz Ferdinand Hoss, interpretado por Chistian Friedel,
responsable del campo de concentración de Austchwutz en Polonia y de la maquinaria ( horno crematorio masivo de humanos para más pistas) de exterminio de los judíos. Sería ejecutado en la horca en 1947 después de los juicios de Nuremberg. En ese momento, años antes hace una vida junto a su esposa, interpretado por Sandra Hüller,
( la misma de "Anatomía de una caída" de Justine Triet o aquella excelente película "Toni Erdmann" de Mare Ade) como si se tratara del más santo del Universo y padre ejemplar. Su esposa que vive por y para su familia, sin importarle la esclavitud de sus criados que le rodea que maltrata y da órdenes autoritarias. Quería esta vida de opulencia y bienestar y ahora cuando vienen mal dadas, por un traslado de su marido, no la soltará tan fácil. A las primeras de cambio, el título aparece en primera instancia con un fondo negro que desaparece dejando cuatro minutos ahí en la oscuridad. Como ya sabemos de qué va imaginamos que salimos del túnel donde se encuentran los prisioneros judíos de la segunda Guerra Mundial que están en un campo de concentración, justo al lado, pared por pared, en espera de ser exterminados. Así, el director propone al espectador un juego más macabro, pues mostrar las masacres a carne viva ya está muy visto, pero se puede realizar desde otro punto de vista con símbolos, por ejemplo, en la casa palacio del comandante donde todo es felicidad y armonía, el silencio nocturno queda alterado, de vez en cuando, por los gritos y disparos que nos lleven a esa masacre y maltrato que sale de la parta colindante al palacio. Allí, sobresale una gran chimenea bestial con el humo de los recién incinerados o se oyen comentarios entre las mujeres de los oficiales reunidas para tomar el té: "qué hizo". "Peleaba por una manzana y acabó ahogado en el río". Esa forma de vivir al margen de una carnicería humana que sucede a unos metros de la residencia nazi genera pavor en el espectador. No es necesario ni una imagen del otro lado, pues ya se encuentra almacenada en el cerebro del espectador y tirar de ella hace mucho más daño que verlas. En esa zona residencial de las familias nazis que están en un plano idílico, bañándose con sus hijos y de pícnic, las familias viven con una venda en los ojos. Así pues, no mostrar el genocidio directamente, sino con la sutileza del bienestar de los nazis es quizá más dramático y cruel.
Ese paisaje idílico donde reina la felicidad está al lado de la miseria y la muerte. Así pues, sin saber nada de todo lo que hay detrás, el inicio supone un día de fiesta en el campo con los niños. No se sabe dónde se encuentran hasta que por la noche, mientras duermen, se oyen gritos, pero ni se inmutan. Por la mañana, aparece el padre vestido con uniforme nazi. Pero sabemos que esos privilegiados son unos asesinos manipulados por el mayor asesino de la historia. Aquí, sin tener conocimiento alguna de qué va la trama, ya empieza a dar pistas de la profesión, pero la vida discurre con normalidad: los niños van a la escuela y la madre se queda con el bebé, mientras el padre va a realizar las tareas encomendadas: perfeccionar la máquina de matar judíos, cuantos más mejor. Todo sale a la luz en el momento en que hay una reunión con el arquitecto encargado de construir el recinto crematorio que quemará en una tacada a mil grados de temperatura a casi quinientos judíos a la vez.
Esos que están ahí al lado y que urge quitárselos de en medio cuanto antes. Mientras las esposas toman el café en la sala de al lado hablando de sus chorradas. En ocasiones vuelve ese fondo ahora rosa de silencio de homenaje a las personas asesinadas. En definitiva, es otra manera de ver el genocidio sin las masacres a la vista del espectador, pero con el cinismo de aquellos que los asesinaron.