"Un hombre de acción" de Javier Ruíz Caldera ( en su haber películas de poco calado como "Anacleto agente secreto" o "Superlopez" siempre busca unos actores con cierta consistencia que le dan empaque, pero deja poco calado, sobre todo en esta historia que daba para mucho más ) profundiza en la figura real de
Lucio Urtubia, albañil y residente anarquista, considerado el Robin Hood moderno: entregaba una parte de la pasta que robaba a los bancos para los pobres o la causa anarquista. Eso le da un interés especial. Aunque se podía haber aprovechado mucho más. Cuenta, a rasgos generales, los inicios en su pueblo natal Cascante de Navarra, el momento en que su padre, republicano y rechazado por la sociedad, pues arranca poco después de la Guerra Civil española, sufre de dolor y su hijo, el protagonista, no puede comprar morfina para paliar ese sufrimiento. Ahí empiezan sus inicios como atracador de un banco por una causa justa.El papel lo protagoniza
Juan José Ballesta, aquel niño que protagonizó "El bola" de Achero Mañas. Marcha a París con su aspecto de cabrero e intenta buscarse la vida de albañil. La persona es de poca formación y lo enchufa su cuñado en una obra, pero él es dado a quejarse de todas las injusticias, no puede aguantar que lo manden y lo insulten a cada momento.
Luis Calleja es el capataz que pronto lo pondrá a prueba con sus bromas subidas de tono, pero lo reunirá para la lucha contra las desigualdades sociales. Allí conoce al anarquista Quico Sabaté interpretado por
Miki Esparbé que lo introducirá en la lucha armada. Ese elenco importante de actores y la historia interesante mantendrá al espectador alerta, pero las perspectivas iniciales se van diluyendo. En fin, se podía haber sacado mucho más provecho de una historia real que daba para un relato apasionante.