martes, 21 de junio de 2016

Hablar








Título original   Hablar

Año                   2015

Duración          75 minutos

País                 España

Director           Joaquin Oristrell

Guión              Joaquín Oristrell

Música            Alejandro Pelayo

Fotografía       Teo Delgado

Reparto          Goya Toledo, Marta Etura, Miguel Ángel Muñoz,

                       María Botto, Antonio de la Torre, Raúl Arévalo,

                       Juan Diego Botto, Sergio Peris Mencheta,

                       Álex García, Petra Martínez, Secun de la Rosa,

                       Melanie Olivares, Nur Al Levi, Estefanía de los 

                      Santos, Carmen Balagué, Mercedes Sampietro,

                      Astrid Jones, Dafnis Balduz, Juan Margallo.



"Hablar" de Joaquin Oristrell muestra el pulso de la vida a través de la diversidad de unos personajes reconocibles en un plano secuencia. El hecho, a simple vista, parece que meter en un mismo saco infinidad de historias para mostrar la realidad o las pulsaciones actuales de un país en solo plano puedan quedar un tanto embutidas. Sin embargo, la idea de poner en marcha una estructura donde varias piezas humanas de diferentes comportamientos se entrecrucen entre sí por la calle en un espacio reducido parece atractiva ya de por si. Se nos hace raro que el personal que se nos cruza en nuestro camino sea tan variopinto, parece poco probable, pero al mismo tiempo si lo pensamos fríamente y pudiéramos entrar en sus vidas por qué no iba a ser así. El director quiere mostrar el caos que tiene el personal frente a la vida. Esos pensamientos tan variados, esos mundos caóticos que se cruzan entre sí. Por momentos recuerdan las historias que nos cuenta Cesc Gay en(1) "Una pistola en cada mano". Eso es lo que muestra una introspección a la vida de los individuos anónimos que pasean por la plaza del barrio castizo de Lavapies para mostrar sus motivaciones actuales, sus locuras, sus pensamientos y ahí nace el germen de la historia: una coral de mundos en activo que se mueven de un lado para otro sin sentido y con una personalidad cambiante y que se modifica dependiendo de la situación. Es una manera de adentrase a las vidas anónimas y sus elocubraciones diarias. El espectador no sabe nada de ellas sino  solo lo que va oyendo hablar en ese momento. A veces nos puede parecer poco creíble o fuera de tono, pero es una experiencia gratificante y que da en el clavo en la capacidad de locura que corren nuestras vidas actualmente, en una esquizofrénica situación de los personajes que son capaces de llorar y de reír al mismo tiempo.