"Firebran" de Karim Ainouz plasma en la pantalla los últimos día de vida de un monstruo que se consideraba con la potestad y propiedad de violar a las mujeres que quería y luego condenarlas a la guillotina porque les molestaban por no conseguirle el hijo deseado. El relato histórico, hay que situarse en el año mil quinientos, se inicia como un cuento. Una voz en "off" comenta que viven en un reino sangriento con un monarca "enfadado" y "enfermo". Es una narración de Isabel I que reinó posteriormente más de cuarenta años en paz, de Inglaterra por el terror que paso en su adolescencia en la corte junto a su padre, el rey Enrique VIII, interpretado por Jude Law.
Su madre, Ana Bolena, fue responsable de que el soberano se hiciera con las riendas de la Iglesia en ese país y crear el miedo para desmontar su matrimonio con Catalina de Aragón ( por cierto, su hija María I de Inglaterra llegó a reinar durante cinco años y hoy en día todavía quedan vestigios de su mandato sangriento por medio de ese coctel a que da su nombre Bloody Mary) y liarse con ella. Tiempo en que la guillotina necesitó de afilados constantes para rebanas cuellos sin cesar. Por no acatar los designios del Dios terrenal, por ejemplo, Thomas Moro, su consejero más importante, pasó su cuello por la máquina de cortar pescuezos. ( plasmado en el clásico "Un hombre para la eternidad" de Fred Zinnemann). Sin embargo, cuando Ana no le dio el hijo que deseaba se buscó la excusa para culparla de adulterio y traición, posteriormente rebanarle el cogote. La tercera mujer, Juana Seymour, le da el varón que desea, pero la palma a las primeras de cambio, supongo que no soporta tal animal a su lado. La cuarta mujer, Ana de Cleveris, dijo que era fea y después de pasar por la cama, peor. Así que tardó poco en darle la patada. La quinta esposa, Catalina Howard, con apenas diecisiete años y el rey casi cincuenta, pronto se cansaría y le cortaría la gola por traición. Así las cosas, quién se atrevía a meterse en ese fregado. No se pierdan el clásico. una joya en blanco y negro, de Alexander Korda"La vida privada de Enrique VIII" con un magistral Charles Laughton en el papel del rey autoritario, pero con una visión que raya el ridículo. Cuenta ciertos detalles con sus parejas como por ejemplo, la de Ana Cleveris que en su noche de bodas juegan a las cartas y le ofrece algún castillo para perderla de vista, porque no la traga o el momento de acudir a la alcoba de una doncella que posteriormente será su mujer que, en la noche, intenta pasar desapercibido cuando va a su habitación y en cada rellano la guardia real grita la llegada del monarca.
Pues sí, Catalina Parr, interpretado por Alicia Vikander, ( aquella actriz de "La chica danesa" de Tom Hooper), quiere amaestrar al potro salvaje con el peligro de ver rodar sus ojos fuera del cuerpo. En definitiva, el soberano hacía todo lo que le venía en gana, si una dama de cámara era bella y se le cruzaba, pues la tomaba, porque se consideraba de una especie superior a la terrenal.
Se cuenta una porción de vida del rey, pero al villano le deben quedar infinidad de rincones de su historia por descubrir. Los abusos infames siempre dan juego en la pantalla con sus miserables actos. Por poner una pega, si no te empapas de la historia te puedes perder la trama de los personajes malvados que buscan siempre su beneficio.