viernes, 8 de marzo de 2024

La zona de interés #Óscar 23#

 


"La zona de interés" ( Premio de Jurado en el festival de Cannes 2023 y varias nominaciones a los Óscar del mismo año) de Jonathan Glazer se inicia con una propuesta de intenciones como estimular la mente del espectador para que llegue más allá de las imágenes que está contemplando ( cuando ya se sabe la trama, evidentemente). El hilo conductor de la película es la estrategia y vida del comandante Rudolf Franz Ferdinand Hoss, interpretado por Chistian Friedel,




responsable del campo de concentración de Austchwutz en Polonia y de la maquinaria ( horno crematorio masivo de humanos para más pistas) de exterminio de los judíos. Sería ejecutado en la horca en 1947 después de los juicios de Nuremberg. En ese momento, años antes hace una vida junto a su esposa, interpretado por Sandra Hüller,

 



( la misma de "Anatomía de una caída" de Justine Triet o aquella excelente película "Toni    Erdmann" de Mare Ade) como si se tratara del más santo  del Universo y padre ejemplar. Su esposa que vive por y para su familia, sin importarle la esclavitud de sus criados que le rodea que maltrata y da órdenes autoritarias. Quería esta vida de opulencia y bienestar y ahora cuando vienen mal dadas, por un traslado de su marido, no la soltará tan fácil. A las primeras de cambio, el título aparece en primera instancia con un fondo negro que desaparece dejando cuatro minutos ahí en la oscuridad. Como ya sabemos de qué va imaginamos que salimos del túnel donde se encuentran los prisioneros judíos de la segunda Guerra Mundial que están en un campo de concentración, justo al lado, pared por pared, en espera de ser exterminados. Así, el director propone al espectador un juego más macabro, pues mostrar las masacres a carne viva ya está muy visto, pero se puede realizar desde otro punto de vista con símbolos, por ejemplo, en la casa palacio del comandante donde todo es felicidad y armonía, el silencio nocturno queda alterado,  de vez en cuando, por los gritos y disparos que nos lleven a esa masacre y maltrato que sale de la parta colindante al palacio. Allí, sobresale una gran chimenea bestial con el humo de los recién incinerados o se oyen comentarios entre las mujeres de los oficiales reunidas para tomar el té: "qué hizo". "Peleaba por una manzana y acabó ahogado en el río". Esa forma de vivir al margen de una carnicería humana que sucede a unos metros de la residencia nazi genera pavor en el espectador. No es necesario ni una imagen del otro lado, pues ya se encuentra almacenada en el cerebro del espectador y tirar de ella hace mucho más daño que verlas. En esa zona residencial de las familias nazis que están en un plano idílico, bañándose con sus hijos y de pícnic, las familias viven con una venda en los ojos. Así pues, no  mostrar el genocidio directamente, sino con la sutileza del bienestar de los nazis es quizá más dramático y cruel. 




Ese paisaje idílico donde reina la felicidad está al lado de la miseria y la muerte. Así pues, sin saber nada de todo lo que hay detrás, el inicio supone un día de fiesta en el campo con los niños. No se sabe dónde se encuentran hasta que por la noche, mientras duermen, se oyen gritos, pero ni se inmutan. Por la mañana, aparece el padre vestido con uniforme nazi. Pero sabemos que esos privilegiados son unos asesinos manipulados por el mayor asesino de la historia. Aquí, sin tener conocimiento alguna de qué va la trama, ya empieza a dar pistas de la profesión, pero la vida discurre con normalidad: los niños van a la escuela y la madre se queda con el bebé, mientras el padre va a realizar las tareas encomendadas: perfeccionar la máquina de matar judíos, cuantos más mejor. Todo sale a la luz en el momento en que hay una reunión con el arquitecto encargado de construir el recinto crematorio que quemará en una tacada a mil grados de temperatura a casi quinientos judíos a la vez.




Esos que están ahí al lado y que urge quitárselos de en medio cuanto antes. Mientras las esposas toman el café en la sala de al lado hablando de sus chorradas. En ocasiones vuelve ese fondo ahora rosa de silencio de homenaje a las personas asesinadas. En definitiva, es otra manera de ver el genocidio sin las masacres a la vista del espectador, pero con el cinismo de aquellos que los asesinaron.

Título original The Zone of Interest

Año                 2023

Duración         106 minutos

País                 Reino Unido

Dirección         Jonathan Glazer

Guion               Jonathan Glazer, 

Novela              Martín Amis

Música             Mica Levi

Fotografía        Lukasz Zal

Reparto            Sandra Hüller, Chistian Friedel,

                         Ralph Herforth, Max Bock,

                         Marie Rosa Tietjen, Lili Falk,

                         Sascha Maaz, Stephanie Petrowit,

                         Freya Kreutzkam.




La película está estructurada en dos zonas bien delimitadas: una, la de los miserables, que ya no es necesario filmarlos más, pues el espectador ya tiene grabados suficientes masacres,  con el pensamiento ya se llega a las barbaridades, el infierno; los miles de judíos que serán achicharrados en un horno crematorio; dos, la zona de los privilegiados, el cielo, ( con un paisaje idílico de vegetación, el canto de los pájaros y el sonido del río, suenan como un canto gregoriano donde está la familia de militares nazis sin conciencia alguna de las masacres que están realizando, porque consideran que aquel personal no son humanos. Realizan las actividades familiares con absoluta normalidad sin tener los ojos nublados de tanta barbarie. Los inicios son para mostrar la vida de una familia numerosa con las actividades normales y cotidianas. Allí viven como Dios. Tienen criados que les sirven, nada extraño en una familia, en principio adinerada, pero vemos que algo no cuadra cuando llega un tipo con un carretón cargado con ropa usada que la dueña dejará encima de la mesa que elijan lo que quieran. Evidentemente, es la ropa de los judíos que han matado y les dan a elegir lo que quieran a sus criados. Se pretende mostrar la ostentación y el lujo de unos frente a la miseria y la muerte de otros que ni siquiera se muestra, pero que hace el efecto de más crueldad todavía. Mientras los niños juegan y el papá asesino pesca en el río, la conciencia del espectador vuela a esos seres humanos hacinados en un pequeño espacio sin comida y rodeados de pipi y mierda en condiciones salubres y llenos de enfermedades. Eso que no se ve, pero que se piensa, puede ser más escalofriante que las imágenes. Sin embargo, en ese lugar idílico, ante tanta masacre, posiblemente llegue algún hueso de judía arrastrado por el agua justo en el lugar donde juegan los niños y eso es un punto de contaminación para ellos. Así, vemos a un comandante preocupado por el bosque y las plantas, porque hay que preservar la naturaleza que les rodea. Ahora quieren trasladar al comandante a otra dependencia, pero su esposa se niega a abandonar ese paraíso. Se quedará a criar a sus hijos y él que se marche al nuevo destino. En definitiva, no es necesario ver el otro lado, porque nos lo podemos imaginar peor todavía con el pensamiento con ese cielo lleno de humo salido del horno crematorio en contraste con la tumbona y la piscina de recreo. Finalmente, como homenaje a todos los asesinados, nos muestran el museo con sus pertenencias amontonadas en montañas de enseres y con esto ya es suficiente tortura para la vista. Quizá, al final, la historia quede un tanto en el aire, pero el efecto es auténticamente prodigioso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por participar en esta página