Título original Joy
Año 2015
Duración 124 minutos
País Estados Unidos
Director David O. Russell
Guión David O. Russell, Annie Mumola.
Música David Campbell, West Dylan Thordson
Fotografía Linus Sandgren
Reparto Jennifer Lawrence, Robert de Niro, Bradley Cooper, Issabelle
Rossellini, Diane Ladd, Édgar Ramírez, Virginia Madsen,
Elisabeth Röhm, Isabella Crovetti-Cramp, Arthur Hiou,
Damien Di Paola.
David
O. Rusell presenta a ”Joy” como la mujer, Jennifer Lawrence, con innumerables
problemas familiares, pero con la capacidad suficiente para superarlos. Una tropa de parientes desordenada por no decir fragmentada completamente. Aquí, la única
equilibrada es la abuela que se preocupa de los niños; una madre que se pasa el tiempo en la
cama con la cara delante de la tele sin parar de mirar culebrones de novelas;
un padre, Robert de Niro, el cual, separado de su mujer, viene de vuelta del hogar de su amante a su
casa de siempre, puesto que lo acaban de tirar de casa como si de un mueble
viejo y usado se tratara, pero que no se puede abandonar en el portal de la
calle.
Qué lejos queda el intrépido y violento actor en personajes duros, casi
siempre míticos de Scorsese, como en “Casino”, “El cabo del miedo”, “Uno de los
nuestros” y tantos otros títulos
memorables, donde su personaje tenía una fuerza interpretativa de matón
auténtico que daba gusto verlo, sin embargo, ahora, la excusa es que de mayor
solo puede hacer comedias blandas, pero eso no vale porque, por ejemplo, ahí
está Clint Eastwood que después de realizar personajes de lo más duros como la
saga de los Harry el sucio o los western de Sergio Leone ha demostrado que en
la vejez se pueden hacer papeles de duro con la misma intensidad que cuando se
era joven, ahí están “Million Dólar Baby” o “Gran Torino”. Volviendo a la película
que nos ocupa, la familia, por tanto, está completamente rota: la mujer
echándole reproches al marido recién llegado y éste lanzando platos al suelo. La
protagonista no sabe donde colocar a su padre, porque en el sótano tiene a su
ex marido que se encuentra separado de ella y allí los dos juntos será un problema. Como se puede ver colocar al
recién llegado no es nada fácil. El descontrol es tal que, la protagonista, ya no sabe por donde
tirar para apagar tanto fuego enrarecido de humanos que se encuentran perdidos. Ante el panorama
tan negro que se le viene encima, intenta poner cordura ante tanta locura. Su
conciencia, en forma de niña pequeña, le dice que ya está bien de tanto
cachondeo y debe abandonar esta
posición de perdedora. Después de esto, decide atacar la vida de frente y tomar
las riendas con firmeza: enfrentarse de frente a las dificultades buscando otros
caminos. Pretende tomar proyectos de iniciativas empresariales, a lo cual se
opone toda su familia en bloque, todo son pegas siempre por falta de pasta. Al final, los
tropiezos son abundantes. Nadie quiere financiar el proyecto. Sin embargo, se
mete en el mundo, ella misma presenta en un plató su producto a la infinidad de
espectadores: la fregona que va a revolucionar su vida. Experimenta el mundo de
las finanzas y los negocios donde se encontrará a tiburones que intentarán
comérsela de un bocado. Finalmente, la inquietud de una emprendedora seguirá su
camino pese a quien le pese.
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