miércoles, 23 de marzo de 2016

Techo y comida






Título original Techo y comida

Año                  2015

Duración         90 minutos

País                 España

Director           Juan Miguel del Castillo

Guión            Juan Miguel del Castillo

Música           Miguel Carabante, Daniel Quiñones

Fotografía      Manuel Montero, Rodrigo Rezende

Reparto         Natalia de Molina, Mariana Cordero, Jaime López,

                      Mercedes Hoyos, Gaspar Campuzano, Montse,

                     Torrent, Natalia Roig,  Manuel Tallafé.


Techo y comida” de Juan Miguel del Castillo coloca el título idóneo a la película donde muestra los dos condicionantes básicos para vivir. Por lo tanto, sin casa ni alimentos es imposible que una familia progrese. A todo esto, ya puedes pedir la ayuda sentada a las asistencias sociales porque tardarán, si es que llegan, un año en responder sobre tu caso.
Estamos ante un drama social de desprotección : una mujer que está al cargo de un niño en unas condiciones de pobreza pura y dura. Ella muestra serenidad y aploma ante las situaciones que se le echan encima, porque no está bien ser pobre ante el resto de los mortales y ante ellos se ha de disimular, ¡qué carajo! Por eso, intenta esconder sus miserias delante del personal, en la medida de sus posibilidades, esa existencia de precariedad profunda. Los problemas de las madres que van con su hijo son de lo más preocupantes: “mira que si llueve me voy a despeinar y tendré que volver a la peluquería” Ante esta estupidez rotunda y frente a su condición desesperada se suceden imágenes de impotencia que van desde los deseos de su hijo frente a una cristalera de una pastelería donde se trasparentas la bollería de chocolate y las golosinas varias, para pasar por las penurias del corte del agua, la luz y hasta llegar a la patada en el culo para que te largues de la casa que no puedes pagar: la calle es grande y libre. El niño, testigo inocente, pasa las manos por encima del cristal que oculta las golosinas imposibles de conseguir. Las manos desaparecen de la pantalla con el deseo incumplido. La cinta reparte leches para todos, así el personal de la calle grita y se manifiesta con comentarios ofensivos y directos hacia esa clase política corrupta, que se les tilda de mangantes y rateros de la sociedad: no hay dinero para el populacho, pero sí para retirar en sus cuentas particulares, pegarse las gran vacaciones o comilonas a costa del pueblo. Despilfarros aquí y allá, mamoneos sin cesar.





El abandono social recae de lleno en el personaje que interpreta Natalia de Molina ganadora del Goya a la mejor actriz de reparto por su gran interpretación. ( ya consiguió el Goya a la actriz revelación en "Vivir es fácil con los ojos cerrados" de David Trueba, donde interpretaba a una adolescente que se escapa de un centro con un niño en sus entrañas, bien podía ser la continuación de aquel personaje torturado pasados unos años) La actriz lleva el peso de la carga dramática de aguantar una casa familiar precaria con un niño pequeño a su cargo. Andaluza de Jaén no creo que le costara en exceso realizar ese hablar típico andaluz, por eso, esta película mejor verla siempre en versión original, porque se perdería ese acento tan pronunciado en ciertas palabras como: "marqué" por marqués; "enfriá" por enfriar; "acostarno", por acostarnos; "adió", por adiós;"pa trabajá", por para trabajar; o los giros del ceceo tan particulares en la zona; "Arfonzo", por Alfonso; "ezas cozas", por esas cosas; "la coza no ta mu bié", por la cosa no está muy bien. Doblada se perdería esa frescura natural de la protagonista y su forma peculiar de hablar. Ella se ve necesitada de salir directamente a la calle para conseguir las materias primas que necesita, de la manera que sea con tal de llevarse al estómago un alimento. Las condiciones, conforme pase el tiempo, no van a ir a mejor porque pronto sin recursos se pondrá a escarbar en las bolsas negras de la basura para ver si queda un resto aceptable para echarse a la boca. Ante la desesperación siempre hay el personal humanitario que da lo que tiene: unas albóndigas o un trozo de carne en salsa, en cambio otros pasarán de lejos, porque el tema no va con ellos. Estamos ante un sistema capitalista en el que prima los intereses personales de cada uno y el dueño que  tienen un piso en alquiler quiere la rentabilidad mensual, en caso contrario, la justicia actuará de turno en su favor. En esos casos desesperados no sirve de mucho encomendarse a Dios, puesto que rezar no  va a ayudar para nada en mejorar la situación. El personaje es la muestra de los cientos de personas que deambulan desde que se produjo el invento de la famosa crisis sin que hasta ahora se perciba ningún tipo de evoluciones. En cambio, los caretos del personal que trabaja cada día e ingresa un sueldo mensual mirarán para otro lado porque esos temas no van con ellos. Detrás de esta capa social desprotegida llegará otra, la de los manteros y, posteriormente, otra de los millones de refugiados de Irak y, como si nada pasara, la gente seguirá mirando para otro lado. Volvamos a la peli, la precariedad en aumento de esa situación le puede llevar a perder el hijo. La situación sigue por unos caminos de lo más dramáticos de una mujer y su desesperación final ante la desprotección del techo. En definitiva, estamos ante la  película que no verán nunca aquellos que se encuentran en una posición acomodada porque se pueden sentir molestos de su derroche ante las necesidades básicas de una familia, porque igual se les ocurre pensar que se trata de una ficción que no guarda parentesco con la realidad. Una situación que nos muestra esto que decimos, por ejemplo, la vemos en la escena en que ella va a pedir ayuda como recurso final a un abogado. Éste se encuentra en el más absoluto anonimato porque en ningún momento aparece su careto, solo oímos una voz de fondo que se excusa sin cesar ante la imposibilidad de actuar frente a la justicia que ha actuado de conforme a las reglas de la ley. La voz continúa, pero nunca vemos la persona que habla. El letrado simboliza esa sociedad que da la espalda a los necesitados. El comportamiento anónimo del individuo es una muestra de la sociedad desentendida y despreocupado sobre el tema. Muestra con esto el sentimiento insensible hacia unas personas desprotegidas y necesitadas: la deshumanización de las masas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por participar en esta página