sábado, 4 de junio de 2016

Amama




Título original  Amama

Año                  2015

Duración         103 minutos

País                 España

Director           Asier Altuna

Guión             Asier Altuna

Música           Javi Pez, Mursego

Fotografía      Javier Aguirre

Reparto          Iraia Elias, Kandido Uranga, Klara Badiola,

                        Ander Lipus, Manu Uranga, Amparo 

                        Badiola, Nagore Aramburu.




"Amama" de Asier Altura ( el cine vasco está en un buen punto de creación después que el año pasado nos brindara con la excelente película "Loreak" de José Paría Goenaga y Jon Garaña que por desgracia no fue seleccionada para los oscar por la sección de película de habla no inglesa, recorre el drama de una mujer ante la imposibilidad de conocer a ese amante fantasma)  cuenta el declive de las tradiciones campesinas de un caserón vasco frente a la abertura de miras de unos hijos que se ven muy alejados de ese mundo ancestral. El relato y el pulso se mantiene entre la hija, que es la encargada de romper con lo establecido, frente a su padre enraizado en su mundo de las costumbres antepasadas. De entrada el caserón queda huérfano en el momento en que el hijo primogénito que por tradición debe tomar las riendas de la generación, pero esto no ocurre porque marcha al extranjero a buscarse mejor vida, la cual cosa genera una estampida del resto de hijos. Cada vez se hace más insostenible el enfrentamiento entre padre e hija que se ven enfrascados en cada acción que toman los dos. Son mundos diferentes que chocan sin cesar: el  mundo rural acabado, que preconiza la abuela como el final del mundo por la cercanía de las carreteras, y el acoso de las costumbres urbanas. En parte la película se acerca a la visión que da Montxo Armendáriz en (1) “Tasio” donde el hijo de un carbonero se negará a dejar un oficio acabado porque su vida está relacionada plenamente con la libertad del monte y no en una fábrica como ha acabado su propio hermano. El conflicto entre aferrarse a una identidad de un pueblo y sus antepasados y la huída hacia nuevos tiempos alejados de la tradición está servido.




La película no creo que sea del gusto de aquellos espectadores que buscan una acción trepidante o una intriga de la hostia. Por eso, pasados diez minutos igual ya habrá muchos que han abandonado la sesión porque piensen que es un rollazo y de qué coño va la cosa. Les gustará a aquellos que busquen un remanso de paz en sus imágenes y una cierta añoranza a una vida de campo que ya está muerta en nuestros días. Arranca con la voz en of de la hija con la intención de plasmar en una cámara súper ocho los últimos retazos de una saga campesina, más bien de un caserón del país vasco. Las tradiciones pasan de generación en generación Así cada hijo, cuando nace, la familia  planta un árbol, que en este caso será pintado en rojo para el primogénito, el cual será el encargado de llevar la casa y la tradición adelante; pintado en blanco para el que es más blando de espíritu, y en negro para la hija que es la más rebelde. Así las cosas y una vez avanzado el tiempo, el enfrentamiento entre padre e hija es una constante: ella mantiene nuevas posturas: para qué sembrar tanto trigo, para qué recoger tanta fruta si ya no es necesario, si nadie la quiere, qué necesidad tiene de trabajar día y noche para nada; él piensa que la semilla de sus antepasados se debe sembrar porque siempre se ha hecha así, por cultura por respeto a tus antepasados, en la siembra se continúa la estirpe. Los hijos llegan al caserío desde la ciudad con la intención de pasar una estancia con la familia pero nada de trabajos del campo, si ayudan es por caridad, por compasión, en cambio, el padre no desestima ni un minuto de su vida por estar con la familia ( en un momento la mujer le dice: "tú quieres más a las ovejas a que a tu familia"). La batalla entre costumbres de ciudad y campo siguen activas entre padre/hija, por ejemplo, en la recolección para qué va a recoger los frutos si no tienes clientes y acabarán siendo pasto del ganado o podridas, qué necesidad de realizar ese trabajo estúpido, tanto trabajo para nada. En cambio, el padre sigue tozudo considera que el árbol ha dado esos frutos para que sean recogidos. Son los frutos que mantenían vivos a sus antepasados y no se pueden despreciar porque dieron vida a los suyos, aunque ahora ya no tengan sentido, pero se hace por ellos, porque ellos también lo recolectaron en su día; en otra ocasión se ve con más claridad las discrepancias cuando mantienen una visión enfrentada respecto a las condiciones del perro. Mientras que el padre sostiene que es un animal de caza y que alerta de un posible peligro en la casa con la llegada de un extraño, por tanto, debe estar siempre atado en el zaguán y en alerta. En cambio, la hija piensa todo lo contrario y lo suelta de sus cadenas y lo saca a pasear por el prado como animal de compañía fuera del cautiverio de sus cadenas. Ante tantas disputas, el contrapunto cachondo lo pone el hijo gandul que constantemente se le está criticando por su despreocupación por las tareas del campo y se le tilda constantemente de haragán. Solo porque se toma la vida de otra manera, no se puede vivir para trabajar sino trabajar para vivir. Hay un momento en que se enfrenta a su padre para que le dé explicaciones de su comportamiento arisco con él y que se justifique de una vez por todas. Éste la única respuesta que encuentra es la comparación de unas manos duras con cayos del esfuerzo frente a unas manos blandas y suaves del hijo. En esa imagen queda patente la diferencia y la explicación. Finalmente, ante la incomprensión, las situaciones siempre se tornan violentas, incomprensibles, distantes y al final con una ruptura de las relaciones si no es porque la mujer sumisa le  planta cara porque de lo contrario perderá a sus hijos para siempre. El contraste entre la urbanización y el campo queda patente con la imagen del campesino con su tractor por medio de las rotondas de la ciudad. En definitiva, la vida sigue, pero un mundo de tradiciones y la cadena de la vida en el campo se ha roto para siempre.      

(1)
                                                  

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