viernes, 3 de junio de 2016

Madame Marguerite






Título original  Marguerete

Año                   2015

Duración           127 minutos

País                   Francia

Director             Xavier Giannoli

Guión                Xavier Giannoli, Marcia Romano

Fotografía         Glynn Speeckaert

Reparto              Catherine Frot, Christa Théret, André Marcon,

                           Michel Fau, Sylvain Dieuaide, Aubert Fenoy.


"Madame Marguerite" de Xavier Giannoli ( director de (1) "Crónica de una mentira" que cuenta la estafa de un caradura con la intención de construir una gran obra de carretra y el amor, ¡cómo no!, le asalta en esas condiciones de mentira)  explica la situación de una soprano que desafina más que un espantasuegras en una noche de borrachera de fin de año. Se centra en  el personaje, interpretado por Catherine Frot, de la cantante en la realidad llamada Florence Foster Jenkins. Su escaso talento musical no será impedimento para persistir en su empeño de llegar a una sala de teatro y con ello mostrar sus dotes de tenor. El personaje guarda conexiones con Margaret Dumon ( según dijo Groucho era la quinta participante en las películas de los hermanos Marx) por su porte ridículo y su ignorancia del mundo que le rodea, al menos sin darse cuenta de la realidad donde se encuentra. Por ejemplo, en (2)"Sopa de ganso" o en (3) "Una noche en la ópera" vemos el puro retrato de este personaje enfundado en su propia petulancia testaruda y de una arrogancia que le viene muy bien al bueno de Groucho para cachondearse de él y de todo lo que le rodea.  El estilo del personaje en cuestión viene a ser el mismo: una señora con pasta de primeros del siglo pasado con un oído muy sordo, tanto es así que no era capaz de notar los gallitos que salían de su propia boca cuando interpretaba cualquier tema clásico. Ante esa sordera musical no desistirá en su intención de proyectarse más allá de sus ámbitos de amistad.






La película se centra en la tozudez de una persona que tiene como única idea la de triunfar en la música a toda costa, pero no es capaz de darse cuenta de que está haciendo el ridículo más espantoso. No le basta con convocar a la clase alta en su propia casa para que le aplaudan y aguanten sus sesiones con más de un rubor y sonrisas escondidas, sino que desea volar más lejos: proyectarse en un público de otro  calado fuera de su entorno de amistades. Los presentes sonríen y callan, incluso aplauden, porque a una anfitriona tampoco merece la pena darle un desplante en su misma residencia. El marido intentará convencerla de todas las maneras posibles ( incluso lo consulta con su amante) para que desista en el intento de promocionarse fuera de su mansión y del amparo de los suyos donde le aclaman. Se teme que en un gran teatro los aplausos se viertan en abucheos. Por eso, quiere que desista en sus intenciones, pero no sabe cómo decírselo para no dañarla moralmente. Quiere que todo siga como hasta ahora: que las sesiones sean en privado para una minoría selecta. Ella no desestima cantar donde sea y su ignorancia le hace meterse en más de un fregado revolucionario que no le toca por su estilo y forma. Es un personaje ignorante que se deja alabar por la prensa, por su marido y por los que le rodean, los cuales intentan sacar una buena tajada de pasta de la ricachona. El personaje vive en el limbo sin darse cuenta de que casi siempre le salva el culo un su ángel negro y protector ( más que un ángel parece un Dios: toca el piano, hace las fotografías, amenaza a un maestro de canto para que siga con las clases de su señora, y le da tiempo para tirarse a la mujer barbuda), el cual, en más de una ocasión, intercede ante las adversidades para que avance en su objetivo: ser una gran diva de la ópera. El director crea una atmósfera muy propicia para que el espectador se meta de lleno en ese mundo ampuloso con una ambientación perfecta. La historia que hubiera podido resultar empalagosa acaba con la complicidad del espectador. Finalmente, los deseos del personaje se hacen realidad no sin antes otros contratiempos que no estaría de más contemplarlos en la sala.

(1)
                                                    





(2)
                        
(3)


                                   
                                                         

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