Título original Marguerete
Año 2015
Duración 127 minutos
País Francia
Director Xavier Giannoli
Guión Xavier Giannoli, Marcia Romano
Fotografía Glynn Speeckaert
Reparto Catherine Frot, Christa Théret, André Marcon,
Michel Fau, Sylvain Dieuaide, Aubert Fenoy.
"Madame Marguerite" de Xavier Giannoli
( director de (1) "Crónica de una mentira" que cuenta la estafa de un caradura con la intención de construir una gran obra de carretra y el amor, ¡cómo no!, le asalta en esas condiciones de mentira) explica la situación de una soprano que
desafina más que un espantasuegras en una noche de borrachera de fin de año. Se
centra en el personaje, interpretado por Catherine Frot, de la cantante en la realidad llamada Florence Foster
Jenkins. Su escaso talento musical no será impedimento para persistir en su empeño de llegar a una sala de teatro y con ello mostrar sus dotes de tenor. El
personaje guarda conexiones con Margaret Dumon ( según dijo Groucho era la quinta
participante en las películas de los hermanos Marx) por su porte ridículo y su ignorancia del mundo que le rodea, al menos sin darse cuenta de la realidad donde se encuentra.
Por ejemplo, en (2)"Sopa de ganso" o en (3) "Una noche en la ópera" vemos el puro retrato de
este personaje enfundado en su propia petulancia testaruda y de una arrogancia
que le viene muy bien al bueno de Groucho para cachondearse de él y de todo lo que le rodea. El estilo del personaje en cuestión viene a ser el mismo: una
señora con pasta de primeros del siglo pasado con un oído muy sordo, tanto es así que
no era capaz de notar los gallitos que salían de su propia boca cuando interpretaba cualquier
tema clásico. Ante esa sordera musical no desistirá en su intención de proyectarse más allá de sus ámbitos de amistad.
La película se centra en la
tozudez de una persona que tiene como única idea la de triunfar en la música a toda costa, pero no es capaz de darse cuenta de que está haciendo el ridículo más espantoso. No le basta con convocar a la clase alta en su propia casa para que le aplaudan y aguanten
sus sesiones con más de un rubor y sonrisas escondidas, sino que desea volar más lejos: proyectarse en un público de otro calado fuera de su entorno de amistades. Los presentes sonríen y callan, incluso aplauden, porque a una anfitriona tampoco merece la pena darle un desplante en su misma residencia. El marido intentará
convencerla de todas las maneras posibles ( incluso lo consulta con su amante) para que desista en el intento de promocionarse fuera de
su mansión y del amparo de los suyos donde le aclaman. Se teme que en un gran teatro los
aplausos se viertan en abucheos. Por eso, quiere que desista en sus intenciones, pero no sabe cómo decírselo para no dañarla moralmente. Quiere que todo siga como hasta ahora: que las sesiones sean en privado para una minoría selecta. Ella no desestima cantar donde sea y su ignorancia le hace meterse en más de un fregado revolucionario que no le toca
por su estilo y forma. Es un personaje ignorante que se deja alabar por la
prensa, por su marido y por los que le rodean, los cuales intentan sacar una buena tajada de pasta de la ricachona. El personaje vive en el limbo sin darse cuenta de que casi
siempre le salva el culo un su ángel negro y protector ( más que un ángel parece un Dios: toca el piano, hace las fotografías, amenaza a un maestro de canto para que siga con las clases de su señora, y le da tiempo para tirarse a la mujer barbuda), el cual, en más de una ocasión, intercede ante las adversidades para que avance
en su objetivo: ser una gran diva de la ópera. El director crea una atmósfera
muy propicia para que el espectador se meta de lleno en ese mundo ampuloso con una
ambientación perfecta. La historia que hubiera podido resultar empalagosa acaba
con la complicidad del espectador. Finalmente, los deseos del personaje se
hacen realidad no sin antes otros contratiempos que no estaría de más contemplarlos en la sala.
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