Título Original Florence Foster Jenkins
Año 2016
Duración 110 minutos
País Reino Unido
Director Stephen Frears
Guión Nicholas martín
Música Alexandre Desplat
Fotografía Danny Cohen
Reparto Meryl Streep, Hugh Grant, Simon Helberg,
Rebecca Ferguson, Neve Gachev, Dilyana
Bouklieva, John Kavanagh, Jorge León
Martínez, Danny Mahoney, Paola Dionisotti.
El tema central de muchas películas
arranca muchas veces de biografías conocidas y destacadas. En ocasiones,
los directores bucean las vidas de personajes destacados que son un filón
para reflejarlos en la gran pantalla, sin embargo, en otras, como en este caso, se detienen en historias patéticas que rozan casi el esperpento. La putada de estos guiones es que haya
dos películas calcadas con el mismo tema e idéntico personaje y que se estrene en un mismo año,
porque las comparaciones se pueden hacer horrorosas y, en el caso de haber
visto la primera, el tema se te puede hacer plomizo y venírsete abajo toda la
película. No es la primera vez que sucede esto, porque recuerdo que se estrenó "El sexto sentido" de M. Night Shyamalan con un tema de personajes que al final están fiambres que
resultaba sorprendente y a los pocos meses se estrenó "Los otros" de Amenabar con
un planteamiento del tema muy parecida y esto no es más que una mala jugada por parte del segundo estreno que pierde el encanto de saberse al pie de la letra, o más bien de las imágenes, lo que vas a ver y suceder. Así
ocurre con "Florence Foster Jenkins"
de Stephen Frears, ( reconocido director con importantes títulos en su
haber: (1) "Las amistades peligrosas", (2) "Café irlandés", (3)"Philomena" ) aquí
si se le da el nombre exacto al personaje que tenía en la realidad, emparentado
con "Madame Marguerite" de Xavier
Giannoli. Las dos películas parten de la misma historia y se puede decir que las dos mantienen un buen pulso respecto a la biografía,pero son un mismo calco y vistas en un corto plazo de tiempo pueden cansar.
La trama no es otra que la de una
gran mecenas, Meryl Streep, un seguro de vida como actriz, da igual el papel que le toque representar, que pretende llegar
lejos con su sueño de ser soprano. No importa que los gallitos salgan de su
boca a borbotones sin cesar porque ella tiene interiorizado que lo hace
excelente ( puedes pensar: ¿y no es capaz de darse cuenta?, pero eso ocurre en cualquier disciplina si tienes talento para mentalizarte sobre algo y pensar que eres el mejor, al final tu propia persona acabará creyéndoselo). Su marido, Hugh Grant, recuerda un tanto las comedias de Gary Grant,
salvando las diferencias, que intenta tapar todos los agujeros de imperfecciones y posibles críticas que le van
saliendo al paso, si es necesario echará mano del billetero para comprar al crítico que se ponga por medio de la carrera de su mujer. Todo esto, con tal de que su mujer no se entere de la realidad que le
rodea: que es rematadamente mala cantando y en muchas ocasiones, los espectadores no pueden reprimir las carcajadas. Éste tiene dos funciones en la vida: primero,cuidar de que su mujer no salga del círculo de amigos que la adulan y segundo,por la noche
cuando ya está dormida, salir con su amante para darse el lote fuera de casa. Tanto el primer
punto como el segundo se le escaparán de las manos: uno porque su esposa no se conforma con el círculo de amistades reducidas y desea llegar lo
más lejos que pueda, el otro porque una relación así, aunque su mujer sea una negada para la canción no por eso es idiota rematada y está completamente al corriente. La película transcurre con una ambientación
portentosa y cuidada no podía ser menos de un Stephen ya curtido en muchas pelis de calidad reconocida. En definitiva, la cinta cuenta la historia de una mujer con la capacidad
humana para llegar donde uno se lo desee si la convicción es poderosa: ella
piensa que lo hace perfecto, está plenamente convencida y por lo tanto no oye el menor gallo en el aire salido de su boca, sobre todo, si
al lado se encuentra con alguien que le va tapando las faltas que produce
asiduamente. Finalmente, se siente triunfadora aunque haya fracasado porque el hecho
de intentarlo y cantar en el teatro más reconocido de la ciudad ya es
suficiente para descansar con la conciencia tranquila de haberlo intentado.
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