miércoles, 18 de enero de 2017

El hombre perfecto



Título original    Un homme Idéal

Año                    2015

Duración            97 minutos

País                   Francia

Director             Yann Gozlan

Guión                Yann Gozlan, Guillaume Lemans, 

                          Grégoire Vigneron

Música               Cyrelle Aufort

Fotografía          Antoine Roch

Reparto              Pierre Niney, Ana Girardot, Ludovic Berthillot,

                           Valeria Cavalli, Marc Barbé, André Marcon,

                           Laurent Grévill, Thibault Vinçon.


"El hombre perfecto" de Yann Gozlan habla de la ambición de un don nadie ( un empleado de la mudanza, el cual se dedica a llevar muebles y enseres de las casas que dejan los inquilinos, con este trabajo,pasadas las horas, ya no tiene que rendir cuentas a nadie) que quiere llegar a toda costa a formar parte de esa sociedad elegida, sofisticada y, por qué no decirlo, dar un braguetazo con una chica guapa y rica. El personaje consigue sus pretensiones aunque para ello se tenga que quitar de en medio todos los obstáculos que se le presenten que no serán pocos. La idea de ascender y de ser un trepa en el ámbito social y codearse con los ricos viene a ser parecida al personaje de (1) "Mach Point" de Allen, aunque la trama no tenga mucho que ver con ésta. El director crea un personaje, Mathieu, ( Pierre Niney

que de manera obsesiva estará presente en cada toma de la película porque el director quiere que nos decantemos de su lado por mucho que sus acciones no sean nada formales ni correctas, pero la idea es la de hacernos un hueco dentro de su forma de ser y a partir de aquí ya podemos ir con él de la mano hasta el final de la cinta ( mención especial para su compañera de reparto, Ana Girardot, que cuando aparece está muy bien). Éste guarda parecidos con el personaje de "A pleno sol" de René Clément inspirado en la novela de Patricia Highsmith donde el protagonista se suplantaba en otro después de haberlo asesinado. Y, llegados a este punto, por qué no compararlo con las intrigas retorcidas de las cintas del gran Alfred Hitchcock ( esto son palabras mayores ). La película, por tanto, no haría falta decir mucho más y verla ya mismo de un tirón, sin descanso, con el ritmo trepidante desde el primer momento para degustar el suspense final.







Mathieu es una persona del montón, como somos todos, pero, en este caso, las ganas de triunfar son infinitas. Su vida es anodina porque su trabajo no pasa de transportar muebles de casa en casa en una empresa de  mudanza. Con este oficio nunca  logrará conseguir sus pretensiones: llegar muy alto y ser famosos. Su afición oculta y frustrada es la de escritor. Por casualidad del destino, se encuentra un manuscrito de una persona que acaba de fallecer, como él no tiene gancho para la escritura( le han rechazado varios originales suyos), lo copia y lo entrega a la editorial. A partir del momento en que reciba la llamada para la entrevista y su posterior publicación, las situaciones se van complicando, ya que debe empollarse el tema de la novela para las preguntas posteriores a la publicación. El libro consigue una fama desorbitada, con ella consigue acercarse a una chica, ponente de una charla de literatura, que se ha quedado con su cara y quiere conquistarla. Con la falsa fama obtenida no tendrá problemas para obtener la relación amorosa. No se esforzará lo más mínimo para que la chica de casa bien caiga derretida en sus brazos, sin embargo, pasado el tiempo, las cosas empiezan a torcerse porque después de una novela de éxito y una pasta en adelanto del editor por la entrega de la segunda, las presiones cada vez son más asfixiantes. Ésta llega a su punto álgido en el momento en que aparece un personaje nuevo que le da pistas del nombre del verdadero autor de su famosa novela. Así, por mucho que haya hecho desaparecer el original, siempre queda alguien que sabe la historia. Esto hace que le haga chantaje. Las cosas se complicarán hasta un punto alto de asfixia. En definitiva, el director quiere que siempre acompañemos en el sufrimiento del personaje mentiroso y que nosotros mismos suframos de su mano su agonía. Y verdaderamente que lo consigue que notemos su presión en nuestras carnes directamente. Y que suframos como él lo hace. De todos modos, siempre estamos esperando la pieza que desmonte completamente el puzzle. Nos hacemos la pregunta: si antes de ser famoso cuando era una persona del montón no era más feliz que ahora. ¿No es mejor ser un desconocido feliz en el mundo que cargarse con una vida de mentiras, robos y trapicheos?  Ahí queda eso.

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