Título original Toni Erdmann
Año 2016
Duración 162 minutos
País Alemania
Director Maren Ade
Fotografía Patrick Orth
Reparto Peter Simonischek, Sandra Hüller,
Lucy Russell, Trystan Pütter,
Hadewych Minis, Vlad Ivanov,
Ingrid Bisu, John Keogh, Ingo
Wimmer, Cosmin Padureanu,
Anna María Bergold, Radu
Banzaru, Alexandra Papadopol,
Salva Lolov, Jürg Löw.
Hace mucho tiempo que no me detenía tanto en un cartel de una película. No cabe duda que son reclamos, pero en este caso con "Toni Erdman" ( llega cargada de premios y nominaciones, no es de extrañar que gane el Óscar 2017 a la mejor película extranjera) de Maren Ade me ocurría, antes de ver la cinta, que no adivinaba a entender de qué se trataba. Ahora lo tengo más claro: refleja el desprendimiento de un cúmulo de incomprensión y de distanciamiento entre una hija y un padre, pero para llegar ahí hay que verla. La imagen sin ver la película te puede parecer una chorrada, incluso no entender nada de lo que muestra, pero hay que llegar hasta el final para darse cuenta de la importancia de recuperar la esencia de una relación enquistada entre padre e hija plasmada en una imagen.
En ocasiones, estas relaciones son frías, distantes yo diría más que heladas, congeladas o mejor dicho: nulas. Se podría decir que viven en mundos diferentes, sin importarse el uno del otro: auténticos desconocidos. Por mucho que se lleven bien, pero esa sensación de alejamiento se encuentra en cada relación, en cada conversación. La distancia no la marca el puesto de trabajo alejado,en este caso Rumanía, sino la frialdad humana que pulula constantemente en las vidas de los dos personajes principales y supongo que refleja en muchos casos esa realidad de muchos padres e hijos. La trama pasa por un padre cachondo, Peter Simonischek,
el cual se hace pasar por un personaje de ficción ( con una peluca,unos dientes postizos y unas cuantas chorradas dichas fuera de tono) con el único propósito de llamar la atención para recuperar una relación. Ese personaje se llama Toni Erdmann.
que muestra un comportamiento grosero grosero y deleznable, que, inicialmente, levanta la suspicacia y el rechazo inicial de la hija, Sandra Hüller,
pero, posteriormente, supondrá una toma de conciencia con respecto a una relación fría. Esa relación enquistada está más cerca de una máquina que de una persona, metida como está en sus trapicheos laborales sin importarle otra forma de contemplar la vida. En fin, una cinta que te saltan las lágrimas y la risa al mismo tiempo.
La película se inicia con una
pregunta del padre a su hija: “ ¿todo va bien, eres feliz?" No se necesita mucho más
para iniciar una trama de existencialismo y sumergirse en el mundo laboral de la hija para ver si
realmente su comportamiento, su forma de vida le llenan satisfactoriamente.
Así pues, sin mucho preámbulo, el propio padre se desplaza a Bucarest para comprobar con sus propios ojos la realidad
del mundo en que se mueve y su capacidad de satisfacción personal. La estancia del padre no
funciona porque lo presenta en sus relaciones diplomáticas, sus reuniones de
clase alta, están marcadas por una frialdad aristocrática. Por eso, a las primeras de cambio, la hija quiere que se largue a su casa porque la
visita imprevista le resulta molesta para sus planes. Sin embargo, el padre no está
por esa labor, pues quiere adentrarse en ese mundo postizo para dinamitar esa relación perdida. Por eso, la solución pasa por crearse el papel de un personaje
que llame la atención al personal, aunque para ello tenga que ruborizar a su
propia hija, eso no importa si con ello es capaz de cambiar esa dinámica de
comportamiento robótico y sin sentimientos. En ese trance de trasformación
patética, con una melena y unos dientes postizos, quiere hacer brotar la sonrisa de los presentes como diciendo: “¡ep!, que la vida es otra cosa que no hay que dedicarse en
carne y hueso al trabajo porque hay más temas que te pueden complacer”. Su
plan pasa por recuperar a una hija perdida y que sea capaz de perder un tiempo
hablando con él, aunque sea de necedades. Ante esas circunstancias se producen
escenas ridículas, pero reconfortantes al mismo tiempo porque se aprecia un cambio, un estado insólito hasta ahora: unir los lazos rotos por el tiempo.
Las tensiones de ese personaje despectivo generan una vía de comprensión entre
padre e hija, olvidados hasta entonces. Con todas estas situaciones esperpénticas, al final, se llega al sumun en una situación muy
divertida donde se celebra el cumpleaños de ella y con las prisas de colocarse
un vestido y la indecisión, decide atender a sus comensales en bolas, lo que
genera unas situaciones ridículas, pero al mismo tiempo divertidas. Viene a ser algo así como: fuera vestidos de gala y vamos a ser nosotros mismos, fuera imposturas
idiotas y adentro con unos comportamientos más humanos. En definitiva, la
técnica de crear un ser ficticio para distraer y llamar la atención con un comportamiento ridículo para abrir los ojos a su hija muestra que hay vida más allá del trabajo. En
fin, puedes disfrutar de lo lindo si te metes en la piel de los personajes y
las situaciones hilarantes, en el caso contrario que busques acción o una
intriga de lo más profunda, pues no será tu película.
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