Título original Fai bei sogni
Año 2016
Duración 134 minutos
País Italia
Director Marco Bellocchio
Guión Massimo Gramellini
Música Carlo Crivelli
Fotografía Daniele Cipri
Reparto Valerio Mastandrea, Berénice
Bejo, Fabrizio Gifuni, Guido
Caprino, Linda Messerklinger,
Ferdinardo Vetere, Barbara Ronchi
"Felices sueños" de Marco Bellocchio ( director con una larga carrera, pero con poco reconocimiento,no hace mucho realizó
"Sangue del mio sangue" donde la brujería en un monasterio es el tema principal) realiza en esta ocasión un retrato tierno y entrañable de la relación entre madre e hijo. El tema, visto así de golpe, parece que pueda resultar cansino, pero nada de eso ocurre porque te llena de un sentimiento maternal que te inunda hasta los confines de tu ser. La madre, el personaje que realiza Berenice Bejo ( que la veíamos también liada en
"Después de nosotros" de Joachim Lafosse un papel de madre de una familia en descomposición donde la bronca matrimonial era el principal hilo conductor) aquí, en cierta manera, representa la madre de de todos los hijos, esa madre que llevamos dentro y que nunca nos abandona por mucho que un día llegue a su fin en el camino de la vida, porque su recuerdo permanecerá siempre vivo. Massimo es el niño, encarnado por el niño
Ferdinardo Vetere, de nueve años, que no puede despedirse de su madre antes de morir y no soporta su ausencia abrupta. No conseguirá jamás superar el trauma en toda su existencia. Te metes de lleno en el drama de ese niño que no se acaba de creer lo que está pasando, que todo es un complot familiar para apartarlo de su madre. No quiere ni entiende esa realidad de la muerte. Te conmueve a cada grito a cada sollozo que da mientras se llevan el ataúd. Más tarde, en la edad adulta, cuando tiene que enfrentarse a tareas duras de reportero, papel que realiza
Valerio Mastandrea, entenderá que detrás de una madre muerta siempre quedará un hijo solo y desamparado.
La cinta se inicia con un baile entre madre
e hijo, escena que más bien parece sacada de un episodio del serial "Cuéntame" donde se
recrea una ambientación muy cuidada de los años sesenta donde las canciones de
la época, la televisión en blanco y negro siempre omnipresente ( Raffaella Carrà
y sus espectaculares shows, las películas de terror, los juegos olímpicos y los saltos en la piscina) y el gran balcón que da al campo de fútbol del Torino por donde entra el jolgorio de la alegría durante los minutos de juego y se vuelve inerte y masa de hormigón el resto del tiempo, esto y la relación amorosa entre los dos forman un conjunto de felicidad. El
fallecimiento abrupto de su madre generará cambios inesperados que serán
difíciles de procesar. A partir de ahora, esa infancia sin madre ya no será la misma, pero la vida
sigue. Esas carencias de falta de caricias y de cariño maternal le persigue
durante su infancia, ya sea por sus amigos ( que disponen de madres y de sus caricias) o bien por el recuerdo. La película
da un giro en el tiempo y se coloca en la edad adulta de Massimo. Ahora ejerce
de escritor para un periódico. Su compostura sigue siendo la misma: una persona
apocada, apagada con falta de chispa que pone de los nervios a su compañera.
Las diferentes etapas de esa vida agobiante se van solapando en esa búsqueda
del sentido a la existencia. Entre ataques de ansiedad y miedos de la infancia
incompleta, sesegada por la falta del guía más preciado en la niñez, pues el trauma todavía no lo ha superado. En
definitiva, es una búsqueda de la respuesta a un hecho que poco se puede
argumentar, pues cuando el ser más querido marcha ese vació nunca se llenará
con nada. Quedan los recuerdos efímeros que te acompañarán durante tu trayecto
como las pancartas y los póster de tu equipo de fútbol el Torino y poco más. Sobre
todo, remarcar un final exquisito donde quisiéramos volver un día todos los hijos.
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