martes, 28 de marzo de 2017

Sangre de mi sangre

Título original  Sangue del mio sangue

Año                 2015

Duración         107 minutos

País                Italia

Director          Marco Bellucchio

Música           Carlo Crivelli

Fotografía      Daniele Cipri

Reparto          Alba Rohrwacher, Filippo Timi, 

                      Toni Bertorelli, Ivan Franek,

                      Roberto Herlizka, Pier Giorgio Bellocchio     



Las instituciones religiosas intentan mantener en secreto las tropelías que ocurren dentro de sus conventos. Sin embargo, las historias más sobrecogedoras las vemos en esa cerrazón de los fanáticos que siempre han realizado carnicerías en todos los tiempos ya sean en conquistas o en tiempos de la Inquisición. Encontramos películas donde los religiosos se han pasado de frenada de tal manera que  han tenido que esconder sus actos porque no correspondían con su discurso, así por ejemplo, en "El club" de Pablo Larraín encontrábamos a unos religiosos escondidos en las antípodas de la civilización para esconder sus culpas y sus atrocidades o el silencio de la monja que no es capaz de confesar la verdad de una hijo a esa madre desesperada en vida con la búsqueda de su hijo arrebatado de sus brazos como ocurre en 













"Philomena" de Stephen Frears. Es cierto, como humanos que son, que están expuestos a los pecados de la carne y otras barbaridades propias del género humano.Ellos, por mucho que estén tocados por una luminosidad divina, están expuestos a los pecados de los mortales. La película que vamos a comentar, "Sangre de mi sangre" de Sandro Bellocchio nos cuenta situaciones delicadas de épocas diferente entre religiosos, en una primera parte y personajes variopintos, en una segunda parte actual, donde muestra otro matiz diferenciador.





La cinta se estructura en dos partes diferenciadas en el tiempo. La primera en un tiempo pasado enmarcado en el siglo XVII donde la Inquisición se siente fuerte y a poco que suceda un hecho que se les va de las manos como puede ser un suicidio, se buscará un cabeza de turco para endemoniarlo y ajustarle las cuentas. La muerte extraña de ese sacerdote va a ser investigada por su propio hermano gemelo que quiere que se haga justicia y un enterramiento  acorde con su vida de santidad. Una vez en el convento de Babbio se observan dos tipos de comportamientos: uno externo que muestra unas idílicas situaciones donde unas monjas recogen frutos del árbol, mientras que de otro lado, en el interior del convento, las torturas sacrílegas sobre una monja para que despida el demonio  se suceden cada vez con una violencia más desbocada. La segunda parte cambia abruptamente de época para venir a un tiempo actual, siempre ocupando el mismo espacio, pero con unos personajes muy variopintos, desde un vampiro muy especial hasta un loco que cuenta los trapicheos de la gente con tal de cobrar un dinero de la administración sin dar ni golpe. En definitiva, una película que tiene sus puntazos, pero hay que agarrarla con pinzas si se quieren unir o darle un sentido a las dos partes entre sí, o mejor buscar alguna entrevista del director que nos aclare la relación entre las partes y alguna que otra neura desperdigada por la cinta.
  

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