Año 2018
Duración 93 minutos
País Noruega
Dirección Erik Poppe
Guión Anna Bache-Wig, Siv Rejendram
Fotografía Martín Otterbeck
Reparto Andrea Bemtzen, Aleksander Holmen,
Breda Fristad, Ada Eide, Sorosh Sadat,
Eli Rhiannon, Müller Osboume,
Solveig Koloen Birkeland, Magnus Moen
La película "Utoya, 22 de julio" de Erik Poppe cuenta un
hecho verídico: los atentados acaecidos en Oslo en el año 2011. En primer lugar,se produjo un
atentado en Oslo, en segundo lugar, el mismo autor, Anders Behring de nacionalidad
Noruega y creencias ultraderechas, tras atentar en la ciudad, marcho hacia la
isla de Utoya ( nombre de la cinta) para rematar a más de setenta jóvenes que
pasaban una tarde de campamento de veraneo.
El asesino, tras declararse jefe de la justicia de los Caballeros Templarios, fue condenado a 21 años como máxima pena del país. En el campamento se vive ignorando la realidad diaria, en parte para eso se han ido a la isla, para pasárselo bien y olvidar las tareas ordinarias. De pronto empiezan a sonar unos disparos y a cundir el caos. La protagonista,
El asesino, tras declararse jefe de la justicia de los Caballeros Templarios, fue condenado a 21 años como máxima pena del país. En el campamento se vive ignorando la realidad diaria, en parte para eso se han ido a la isla, para pasárselo bien y olvidar las tareas ordinarias. De pronto empiezan a sonar unos disparos y a cundir el caos. La protagonista,
Andrea Bemtzen, busca a su hermana desesperadamente y en el camino se encuentra adolescentes que corren por el bosque como fantasmas. Ella no puede huir porque no sabe
del destino de su hermana. Al final, el único consuelo es cobijarse en una roca y cantar aquello que te
gusta
"True colors" de Phil Collins.La versión está contada desde el lado de las víctimas, porque el asesino sabemos que está por la multitud de disparos que se oyen. Así pues, ese lado criminal puede ser otra cinta donde se descubra el móvil y la locura del individuo que aprieta el gatillo del arma sin cesar.
La película se inicia con el
atentado en Oslo y luego la acción se marcha hacia la isla, donde el cachondeo de unos jóvenes se lo pasan pipa. Allí la
cobertura telefónica es deficiente. Por eso no se sabe muy bien qué pasa en la ciudad y los
padres se preocupan a distancia de sus hijos. Las noticias de las explosiones son
confusas, no tienen conocimiento de ello.Mientras hablan distendidos un grupo
de chicos se da la alarma cuando ven a otros jóvenes corriendo despavoridos con
cara de terror ( cuentan que el perturbado vestido de policía los reunió para
un recuento, quizá el director se centre siempre en las víctimas, pues el asesino ni aparece).Ante el sonido de los disparos, los chicos se refugian en un habitáculo.
Se arremolinan como animales temerosos ante un sentimiento primitivo de muerte y gritan
despavoridos. Huir de las tiendas, hacia el bosque, el mar, donde sea, menos oír
aquellos disparos atronadores seguidos de gritos de dolor. Siguen sonando sin ver al fanático asesino,
solo el pánico de los adolescentes corriendo de un lado a otro. La cinta muestra el
drama que se vive en el campamento y apunta por medio del móvil la
incertidumbre que se vive en las casas de los chicos, de esos padres que
quieren saber cómo se encuentran sus hijos. Una llamada sin respuesta a un hijo
que jamás responderá. El espectador que espere masacres va a tener una buena
decepción porque solo se centra en los escapados supervivientes. Detrás de los
disparos, seguramente hay otra película que podría ser la vida del loco asesino y sus
intenciones detrás de la escopeta. Pues eso.
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