Francesca Saverio Cabrino, o sencillamente madre Cabrini ( 1850-1017), ese es el nombre real, interpretado por Cristiana Dell'Anna, de la emprendedora religiosa.
Mermada en su salud se dedicó a la enseñanza en el Orfanato casa de la Providencia de Lombardía, lugar natal, pero este lugar, ante tanta miseria en el mundo se le quedó pequeña. Esta es la historia real que intentará plasmar en la pantalla Alejandro Monteverde en su cinta "Una mujer italiana" ( "Cabrini") Las primeras imágenes muestran la pobreza de los inmigrantes italianos en Estados Unidos. Un niño que corre por las calles con un carretón de madera transportando a su madre enferma que nadie quiere curar hasta que se muere en ese camino a ninguna parte. Solo cuando fallece se hacen cargo de ella para tirarla vete a saber a qué comuna pública dejando a un niño desamparado a su destino incierto. Estas son las miserias de las que intentará posteriormente hacerse cargo la monja, siempre y cuando el Papa, Pío IX, haga caso de la infinidad de cartas que le envía.
Ella quiere atajar las injusticias y miserias en el mundo o al menos intentarlas. Pero, los cardenales le dan largas y que se quede con los orfanatos de su tierra que ya tiene suficiente, aunque insiste, una vez llegada al vaticano, que no se irá sin ver las razones de su santidad ante su presencia, ya no se fías de las bocas intermedias. Su insistencia da sus frutos y el jefe de la Iglesia católica, con mala gana, atiende su súplica y da su consentimiento. La madre, junto a unas monjas compañeras, aterrizan en Nueva York y van al barrio más violento sin saber dónde van a chafar la oreja. Una mujer de la calle les deja su habitación. Desde ahí intentarán abrirse paso y crear la deseada misión de ayuda a los pobres.
En fin, ante tantos desprecios hacia ellas y la comunidad italiana, después de intentar crear un hospital, la madre vaticina, frente al alcalde que los desprecia, que algún día un italiano estará ahí y no limpiando su mesa, sino como alcalde de esta ciudad. Así fue, Rudy Giuliani, hijo de inmigrantes italianos ocupó ese asiento desde 1994 hasta 2001.
Título original Cabrini
Año 2024
Duración 145 minutos
País Estados Unidos
Dirección Alejandro Monteverde
Guion Rod Barr
Historia Alejandro Monteverde, Rod Barr
Música Gene Back
Fotografía Gorka Gómez Andreu
Reparto Cristina Dell'Anna, David Morse,
John Lithgow, Jeremy Bobb,
Patch Darragh, Sean Cullen,
Federico Castelluccio, Joe Lanza,
Katherine Boecher, Dean Neistat,
Lukas Behnken, Andrew Polk.
La madre Cabrini quiere salir de su cascarón, ampliar sus miras de ayuda y fe más allá de Italia y para ello pide al Papa, jefe supremo, que la deje ir a donde más la necesitan a China. El santo de blanco con todo su cuajo y en solitario le comenta que no va a mandarla al extranjero a ella que es mujer porque entonces pensarán que una fémina es capaz de realizar lo mismo que un hombre y eso no está nada bien. Así, sin filtro alguno con el machismo radical de todos los tiempos. Por lo tanto, y pese a sus reticencias, le dice que empiece, pero con la condición de que inicie por occidente, no por oriente. Así, marcha a Nueva York donde hay una gran comuna de italianos hambrientos. La misión es la de dar cariño a todos los niños que se encuentren abandonados. Seis hermanas luchadoras salen a conquistar el mundo. Llevan el crucifijo al pecho que las protege como única arma, recorren las calles nocturnas y embarradas del barrio donde van a residir con fuegos a los lados y personal un tanto sospechoso: borrachos que gritan y golpean a las mujeres que huyen despavoridas y putas en las esquinas agazapadas que esperan un cliente o resguardarse de los golpes del macarra. Allí es donde han ido a parar las religiosas que no tienen ni donde dormir y querían salvar a los miserables del mundo cruel. A las primeras de cambio ya han de pedir cobijo en una mala casa de una buena ramera que pillan por la calle. Se hospedan, con sus maletas y sacos llenos de buenas intenciones y cargadas de fe religiosa, en la habitación pringosa con bragas colgando de un cuerda y son avisadas que de allí no se les ocurra salir. Amontonadas en una cama descansan como pueden, la medre Cabrini, desvelada, piensa. Una vez aceptadas por el arzobispo de la zona, y con una casa medio derruida, toca cumplir con la misión de agrupar en su orfanato a todos los niños que andan desperdigados y sin padres por las calles. El siguiente paso, después de aplacar cierta violencia, es el de conseguir financiación, la pasta es la pasta, para arrancar el proyecto anclado en la miseria. La madre no consigue lo que quiere ni se le permite mendigar financiación a otras organizaciones. No se le ocurre otra cosa mejor que difundir, por medio de un periodista, la forma de vida en el infra mundo, debajo de la calle pringosa y embarrada hay otra comunidad más miserable todavía. Allí, las ratas viven mejor que los humanos. con empuje y energía de donde no tenía, sacó de la miseria a una gran parte de italianos y contribuyó a fomentar su cultura en un país adverso a sus costumbres. Sin embargo, todo eran trabas y más trabas a la hora de levantar un hospital para enfermos y una dignidad para el pueblo italiano con el tufillo por medio siempre del rechazo por ser una mujer emprendedora. Ella sola, si es necesario, haciendo frente a los senadores en el congreso, soltaba su discurso social. En definitiva, hace frente a unos poderes y una iglesia machista, casposa y ciega de no ver una realidad de la miseria de los desprotegidos en la gran ciudad. Pero, ir en contra del poder le llevará a la ruina de su proyecto. En fin, imponer la fe con la cruz en medio de la depresión de un barrió sin ley resultará harto complicado para la madre Cabrini. En ese mundo que les ha tocado vivir son supervivientes: "nosotras, refiriéndose a la prostituta, no podemos elegir cómo venimos a este mundo, pero nacemos con la libertad que Dios nos ha dado para elegir cómo vivir en él"
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