Vinterberg muestra las miserias de una sociedad
danesa muy diferente a la que podamos pensar de bienestar y progreso. Los temas
centrales son los de una madre alcohólica, los hijos abandonados y castigados
por esa vida de miseria. El director, en sus inicios, ya muestra las vertientes conflictivas del ser humano, por
ejemplo, en su película “Celebración”
desde las alturas de la alta y corrosiva burguesía. Allí la familia se
descarna como carroñas. Su cámara siempre está del lado de los desfavorecidos
como ocurre en “La caza” donde un maestro de escuela siente el acoso desmedido
de una comunidad de vecinos por culpa de un simple malentendido. O la última “Lejos
del mundanal ruido” donde un amor imposible recorre toda la cinta sin que éste se pueda consumar. Por lo tanto, quiere mostrar esa sociedad danesa próspera, pero con
sus lagunas, las mismas que encontramos en el ser humano de todos los tiempos. El
director se queda con la marginación de una sociedad avanzada, la cual también
dispone de un espacio humano abandonado y desprotegido. Los personajes están
marcados por una infancia violenta. Es la etapa de la vida donde les marcará el
camino para seguir en la etapa
adulta. El tiempo frío, gélido, nevado le da a la ambientación una soledad que
siempre acompaña a los personajes, que marca el rumbo fatídico de la historia. Los protagonistas, marcados por esa infancia y una posterior estancia en la cárcel, no encuentran su sitio en la sociedad.
Los momentos de felicidad de la vida pasan de lejos por
sus retinas, ya sea por los programas de televisión o por otros aspectos, pero su
realidad no escapa de la tragedia. Sus vidas adultas no son otra cosa que la prolongación de su infancia, donde las borracheras y las brusquedades no
dejan paso a la sensibilidad del amor. Por eso, las reacciones son violentas cuando
no se consigue lo que se quiere y puede tomarla a puñetazos contra una cabina de
teléfono hasta sangrar porque es la forma en que uno de los personajes se siente vivo. Su estado de
insatisfacción personal está marcado por el dolor, el cual no le abandona ni en
los momentos de descanso. Hace esfuerzos en el gimnasio y su mano herida sangra
sobre él no es más que una metáfora de su vida que se va perdiendo lentamente.
El submarino en que se encuentran es cerrado hermético como lo son los protagonistas que se
encuentran en solitario en su propio mundo y sin capacidad de salir del armazón
metálico y compacto. A cada paso que dan encuentran desolación y muerte. Es el
estigma que llevan dentro, del cual no se pueden desprender y los perseguirán durante toda la película, porque las malas compañías le quitarán aquello que lo
hacía feliz por unos instantes: la persona que pueda consolarte con una mamada, una follada en los momentos más críticos o en otro caso el hijo que es lo que más quiere.
La cámara acompaña en el primer tramo al hermano mayor y en el segundo lo hace con el pequeño. Éste último se encuentra en situaciones más críticas todavía que
el personaje principal. ¿ Se puede ser un buen padre pese a ser un drogadicto? Los
acontecimientos de la infancia se prolongan en el tiempo como si de generación en
generación se pasaran el testigo genético. El director trata el tema de la
responsabilidad de un padre con problemas de droga , el cual debe cuidar de un
niño. Acaso son compatibles las drogas y el alcohol con los cuidados necesarios
de éste. Es evidente que no, lo muestra la cámara, que ambas tareas al mismo
tiempo son incompatibles porque la droga se sobrepone sobre sus tareas básicas y los descuidos del padre hacia su hijo cada vez son más
evidentes. A medida que los efectos de los estupefacientes se apoderan del padre, la
carga del hijo se hace insoportable.
Los hermanos se unirán tan solo en entierros o en la cárcel. Parece que
su destino esté escrito desde la infancia.
Son dos historias paralelas de dos hermanos,
los cuales parten de una misma infancia para llegar a un desenlace parecido: el
abandono de sus vidas. El director cuenta las dos historias por separado, pero
en un mismo periodo de tiempo y las une mediante la repetición de alguna escena.
Finalmente, vemos que ninguno de los dos
encuentra su sitio en la sociedad y el espectador sabe que la historia
no puede terminar bien. Los personajes han viajado durante toda su vida con la
marca de la infancia y metidos en su submarino particular: carencia de
humanidad, completa soledad y abandona social.
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