miércoles, 16 de diciembre de 2015

Submarino








Título original
Submarino
Año
Duración
110 min.
País
 Dinamarca
Director
Tomas Vinterberg
Guión
Tobias Lindholm, Thomas Vinterberg (Novela: Jonas T. Bengtsson)
Música
Kristian Eidnes Andersen
Fotografía
Charlotte Bruus Christensen
Reparto
Jakob Cedergren, Peter Plaugborg, Patricia Schumann, Gustav Fischer Kjaerulff, Morten Rose, Helene Reingaard Neumann, Dar Salim, Sebastian Bull Sarning.



Vinterberg muestra las miserias de una sociedad danesa muy diferente a la que podamos pensar de bienestar y progreso. Los temas centrales son los de una madre alcohólica, los hijos abandonados y castigados por esa vida de miseria. El director, en sus inicios,  ya muestra las vertientes conflictivas del ser humano, por ejemplo, en su película “Celebración”  desde las alturas de la alta y corrosiva burguesía. Allí la familia se descarna como carroñas. Su cámara siempre está del lado de los desfavorecidos como ocurre en “La caza” donde un maestro de escuela siente el acoso desmedido de una comunidad de vecinos por culpa de un simple malentendido. O la última “Lejos del mundanal ruido” donde un amor imposible recorre toda la cinta sin que éste se pueda consumar. Por lo tanto, quiere mostrar esa sociedad danesa próspera, pero con sus lagunas, las mismas que encontramos en el ser humano de todos los tiempos. El director se queda con la marginación de una sociedad avanzada, la cual también dispone de un espacio humano abandonado y desprotegido. Los personajes están marcados por una infancia violenta. Es la etapa de la vida donde les marcará el camino para  seguir en la etapa adulta. El tiempo frío, gélido, nevado le da a la ambientación una soledad que siempre acompaña a los personajes, que marca el rumbo fatídico de la historia. Los protagonistas, marcados por esa infancia y una posterior estancia en la cárcel, no encuentran su sitio en la sociedad.







Los momentos de felicidad de la vida pasan de lejos por sus retinas, ya sea por los programas de televisión o por otros aspectos, pero su realidad no escapa de la tragedia. Sus vidas adultas no son otra cosa que la prolongación de su infancia, donde  las borracheras y las brusquedades no dejan paso a la sensibilidad del amor. Por eso, las reacciones son violentas cuando no se consigue lo que se quiere y puede tomarla a puñetazos contra una cabina de teléfono hasta sangrar porque es la forma en que uno de los personajes se siente vivo. Su estado de insatisfacción personal está marcado por el dolor, el cual no le abandona ni en los momentos de descanso. Hace esfuerzos en el gimnasio y su mano herida sangra sobre él no es más que una metáfora de su vida que se va perdiendo lentamente. El submarino en que se encuentran es cerrado hermético como lo son los protagonistas que se encuentran en solitario en su propio mundo y sin capacidad de salir del armazón metálico y compacto. A cada paso que dan encuentran desolación y muerte. Es el estigma que llevan dentro, del cual no se pueden desprender y los perseguirán durante toda la película, porque las malas compañías le quitarán aquello que lo hacía feliz por unos instantes: la persona que pueda consolarte con una mamada, una follada en los momentos más críticos o en otro caso el hijo que es lo que más quiere.
La cámara acompaña en el primer tramo al hermano mayor y en el segundo lo hace con el pequeño. Éste último se encuentra en situaciones más críticas todavía que el personaje principal. ¿ Se puede ser un buen padre pese a ser un drogadicto? Los acontecimientos de la infancia se prolongan en el tiempo como si de generación en generación se pasaran el testigo genético. El director trata el tema de la responsabilidad de un padre con problemas de droga , el cual debe cuidar de un niño. Acaso son compatibles las drogas y el alcohol con los cuidados necesarios de éste. Es evidente que no, lo muestra la cámara, que ambas tareas al mismo tiempo son incompatibles porque la droga se sobrepone sobre sus tareas básicas  y los descuidos del  padre hacia su hijo cada vez son más evidentes. A medida que los efectos de los estupefacientes se apoderan del padre, la carga del hijo se hace insoportable.  Los hermanos se unirán tan solo en entierros o en la cárcel. Parece que su destino esté escrito desde la infancia.

Son dos historias paralelas de dos hermanos, los cuales parten de una misma infancia para llegar a un desenlace parecido: el abandono de sus vidas. El director cuenta las dos historias por separado, pero en un mismo periodo de tiempo y las une mediante la repetición de alguna escena. Finalmente, vemos que ninguno de los dos  encuentra su sitio en la sociedad y el espectador sabe que la historia no puede terminar bien. Los personajes han viajado durante toda su vida con la marca de la infancia y metidos en su submarino particular: carencia de humanidad, completa soledad y abandona social.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por participar en esta página