La represión de ciertas
sociedades puede llegar a sus límites más escandalosos. Cuando, por ejemplo, un
sencillo juego de niños que consiste en montar a caballo en la playa con otros niños. Esta despedida de fin de curso puede ser considerada por los adultos de esa sociedad reprimida como un abuso sexual.
La obscenidad de ese pensamiento enfermo no puede dejarse sin su castigo
pertinente. La abuela es el verdugo obcecada en dar un severo castigo, a toda
costa, a sus cinco nietas perversas. Pese a la oposición de éstas a una reprimenda que no entienden se ven abocadas a ser víctimas.
"Mustang" del director Deniz Gamze, que se ha quedado a las puertas de obtener el Óscar a la mejor película extranjera, muestra los comportamientos de una sociedad reprimida en sus estructuras más elementales. Por mucho que se cabreen y quieran hacer piña
contra su anciana, no podrán con ella, porque hay otros factores externos que impiden ese
comportamiento alocado y juguetón de las mujeres que en este caso tan solo son
unas adolescentes. Las estructuras de una sociedad cerrada son las que marcan los
comportamientos legales de las mujeres. Ante la rebeldía, por esa injusticia, tan
solo recibirá castigo e incomprensión. Llega un momento de la película en que ya se les
recrimina cualquier mirada fuera de lugar hacia un hombre que pase por su lado.
Para que no lleguen a mayores, la abuela retira de su alcance todas las cosas
que puedan ser instrumento de perversión: teléfono, fotografías, móvil,
ordenador. Cierran la casa a cal y canto para que pierdan cualquier conexión al exterior. Ante las circunstancias de rebeldía se acrecienta la enseñanza de las tareas del hogar. Tan solo
deben centrase en las tareas domésticas. La sociedad las entrena para unos menesteres necesarios de toda
mujer. Pese a todas las prevenciones siempre se escapará el pensamiento y la
mente estará dispuesta a desviarse en cualquier momento en que aparezca el otro
sexo. El torbellino de la pubertad es complicado de controlar por los adultos, que se ven desbordados ante tal energía. Cualquier rastro o atisbo de amor será destruido, sin embargo las adolescentes sienten deseos de enamorarse en libertad. Su cerebro y sus sentimientos serán incapaces de doblegar. Las técnicas de comida se suceden para las preparaciones prematrimoniales. Quieran mentalizarlas en el matrimonio y desviar su atención perversa. Las pasiones de los hombres son diferentes y ajenas a las mujeres, como puede ser el
fútbol, único bastión del hombre. La única intención de las adolescentes, como
pasa siempre que se prohiben cosas, es la de transgredir las reglas
establecidas, sea como sea, aunque el riesgo de una paliza sea muy elevado, eso
no importará con tal de conseguir romper esa barrera de obstáculos en que se
encuentra la mujer. Disfrutar durante unas horas de fiesta y transgredir el mandato de su familia puede ser más importante que todos los castigos que puedan llegar después. El matrimonio se precipita en esas condiciones, no importará la edad con tal de cortar ese estado de pecado y rebeldía. La abuela preparará el camino de los pretendientes. El destino de sus nietas ya está echado y las casará con reputación con aquellos
hombres que a ella le gusten. Los padres de las dos partes consentirán el matrimonio de mutuo acuerdo y piden son los encargados de pedir las manos para sus hijos.La
familia quiere colocar en matrimonio cuanto antes a las cinco niñas, puesto que no pueden con la avalancha de impulsos de libertad. Con ello, pretenden sujetar el desmadrarse y al mismo tiempo aplicar los cánones vigentes en su estatus social. Por eso buscan la solución más fácil,
la más rápida: buscarles un marido cuanto antes para que se deje de hablar mal
de ellas. La estrategia está en dividir a las hermanas: divide y vencerás. Las recién casadas deben pasar las pruebas de la virginidad: en la sábana debe haber muestras de sangre y debe ser visible tanto para el nuevo marido como para el
resto de la familia. En el caso de no encontrar mancha alguna,
pueden protestar a la familia, como si de un objeto defectuoso se tratara y
reclamar enérgicamente para su devolución. En definitiva, la casa pasa a ser una cárcel con
rejas en las ventanas, pero cuanta más represión, más se aguza el sentido de la
libertad. La represión y el ahogo parece llegar con fuerza al propio espectador, el cual se sentirá impotente ante tanta injusticia hacia las mujeres.
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