martes, 29 de marzo de 2016

Nadie quiere la noche




Título original Nadie quiere la noche

Duración         115 minutos

País                 España

Director           Isabel Coixet

Guión             Miguel Barros

Música          Lucas Vidal

Fotografía     Jean-Claude Larrieu

Reparto         Juliette Binoche, Rinko Kikuchi, Gabriel Byrne,

                       Matt Salinger, Velizar Binev, Ciro Miró,

                       Reed, Brody, Alberto Jo Lee. 



"Nadie quiere la noche" de Isabel Coixet cuenta le expedición de una señora aburguesada hacia el polo norte cerca de Groenlandia. La excursión no es moco de pavo sino que es una aventura hacia el fondo del hielo. La protagonista, Binoche, no quiere oír hablar de locura ni de que ningún componente se eche atrás, ahora que ya se está decidida a emprender la marcha, porque ya es hora de traer de las orejas a su marido para que haga vida familiar.  La historia recuerda a los míticos western con componentes muy parecidos: el polvo seco es aquí polvo blanco y helado de la nieve; la cabaña de un estilo similar; la esquimal  es lo más parecido a una india de una reserva. La protagonista emula a esas mujeres que se adentraron en un lugar inhóspito como ocurría en el lejano Oeste (querer colonizar un país sin mujeres eso resulta imposible), que no estaban muy puestas en el lugar por su condición urbanita. Así sucedía, por ejemplo, con Katharine Hepburn en "La reina de África" que se las tenía crudas con el rústico Bogard, pero  entrañable al mismo tiempo  en aquella selva peligrosa llena de nazis; el caso de Eleonor Parker en "Cuando ruge la marabunta" con un Charlton Heston como compañero que resultaba ser un machote de los de antes que pasaba un montón de su mujer o en "Memorias de África" con una Meryl Streep que se las vería con un ambiente poco cordial con las mujeres. En este caso, también estamos ante un marido ausente, pero que su mujer desafiará a la naturaleza con tal de darle un apretón de brazos.






Binoche parte de sus tierras con su porte de altivez propio de una señora burguesa con don de mando y con las ideas claras sobre lo que quiere, pero, autoritarias. La trama no es otra que la de rescatar a su marido( hablamos de Robert Peary) de la descabellada idea de llegar al Polo Norte, que ya está bien los años que lleva con el proyecto de marras, debe encargarse de su mujer que no le ve el pelo en más de diez años. La historia se cuenta con la voz en off de la protagonista que relata sus apreciaciones. Las adversidades con las que se tiene que ver no son otras que las que vienen de la propia naturaleza: aludes, deshielos, caídas indeseadas a lagos congelados. A cada paso que dan la muerte se ve más cerca, se huele, se siente en sus carnes. Su cultura choca constantemente con las normas de la naturaleza y de la zona. Ella quiere imponer su cultura ante las que encuentra en la tierra.  Pretende cambiar las costumbres de una región porque las considera inferiores o con cierto atraso. Muestra extrañeza de esa forma de vida y quiere imponer su visión del mundo como la buena o la más actualizada. Su cerebro no asimila ciertos conceptos típicos de la zona. Por eso, disimula si tiene que cazar y luego zamparse un pajarraco con la excusa de que aquel ave no merecía vivir porque tiene unas plumas muy feas. Cuando esa es la ley del bosque, la selva o en este caso el hielo: es la cadena de alimentación en la que unos matan a otros para sobrevivir. Sigue adelante con sus teoría delicadas de marginar aquello que se salta la estética de lo bello. Por si faltara poco le ha salido una esquimal contrincante que se cepillaba a su marido, porque es natural que tanto tiempo fuera algún remedio debía solucionar ante las exigencias sexuales. Solo le faltaba esto para demostrar más odio hacia ese estilo de vida, hacia esas costumbres que detesta. Su contrincante sonríe y le molesta. Se vuelve loca porque le han sentado muy mal los cuernos pero encuentra la esquimal que la cuida y la trata con sensibilidad. Delicadeza  que ella no ha tenido durante toda su vida. Las dos culturas antagónicas se disputan a un hombre y las dos pretenden explican que es suyo. Binoche cumple con el papel de vanidosa intelectual que mira con superioridad y desprecio a su oponente. Finalmente, las mujeres conviven un invierno duro que sirve de limpieza del espíritu. A su regreso siente que es otra nueva, diferente. Los valores de amistad y de empatía que tenía completamente desconocidos le han hecho cambiar. La persona se ha trasformado, ya no es la misma. Vuelve impregnada de un sentido de la amistad que desconocía.  

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