Duración 115 minutos
País España
Director Isabel Coixet
Guión Miguel Barros
Música Lucas Vidal
Fotografía Jean-Claude Larrieu
Reparto Juliette Binoche, Rinko Kikuchi, Gabriel Byrne,
Matt Salinger, Velizar Binev, Ciro Miró,
Reed, Brody, Alberto Jo Lee.
"Nadie quiere la noche" de Isabel
Coixet cuenta le expedición de una señora aburguesada hacia el polo norte cerca de
Groenlandia. La excursión no es moco de pavo sino que es una aventura hacia el fondo del hielo. La
protagonista, Binoche, no quiere oír hablar de locura ni de que ningún componente se eche atrás, ahora que ya se está decidida a emprender la marcha, porque ya es hora de traer de las orejas a su
marido para que haga vida familiar.
La historia recuerda a los míticos western con componentes muy parecidos:
el polvo seco es aquí polvo blanco y helado de la nieve; la cabaña de un
estilo similar; la esquimal es lo más parecido a una india de una reserva. La protagonista emula a
esas mujeres que se adentraron en un lugar inhóspito como ocurría en el lejano
Oeste (querer colonizar un país sin mujeres eso resulta imposible), que no estaban
muy puestas en el lugar por su condición urbanita. Así sucedía, por ejemplo, con Katharine Hepburn
en "La reina de África" que se las tenía crudas con el rústico Bogard, pero entrañable al mismo tiempo en aquella selva peligrosa llena de nazis; el caso de Eleonor Parker en "Cuando ruge la marabunta" con un Charlton Heston como compañero que resultaba ser un machote de los de antes que pasaba un montón de su mujer o en "Memorias de África" con una Meryl Streep que se las
vería con un ambiente poco cordial con las mujeres. En este caso, también estamos ante un marido ausente, pero que su mujer desafiará a la naturaleza con tal de darle un apretón de brazos.
Binoche parte de sus tierras con
su porte de altivez propio de una señora burguesa con don de mando y con las
ideas claras sobre lo que quiere, pero, autoritarias. La trama no es otra que la de rescatar a su marido( hablamos de Robert Peary) de la descabellada idea de llegar al Polo Norte,
que ya está bien los años que lleva con el proyecto de marras, debe encargarse
de su mujer que no le ve el pelo en más de diez años. La historia se cuenta con
la voz en off de la protagonista que relata sus apreciaciones. Las adversidades
con las que se tiene que ver no son otras que las que vienen de la propia
naturaleza: aludes, deshielos, caídas indeseadas a lagos congelados. A cada paso que dan
la muerte se ve más cerca, se huele, se siente en sus carnes. Su cultura choca
constantemente con las normas de la naturaleza y de la zona. Ella quiere imponer su cultura
ante las que encuentra en la tierra. Pretende
cambiar las costumbres de una región porque las considera inferiores o con
cierto atraso. Muestra extrañeza de esa forma de vida y quiere imponer su
visión del mundo como la buena o la más actualizada. Su cerebro no asimila
ciertos conceptos típicos de la zona. Por eso, disimula si tiene que cazar y luego zamparse un pajarraco con la excusa de que aquel ave no merecía vivir porque tiene unas plumas muy feas. Cuando esa es la ley del bosque, la selva o en este caso el hielo: es la cadena de alimentación en la que unos matan a otros para sobrevivir. Sigue adelante con sus teoría delicadas de marginar aquello que se salta la estética de lo bello. Por si faltara poco le ha
salido una esquimal contrincante que se cepillaba a su marido, porque es natural
que tanto tiempo fuera algún remedio debía solucionar ante las exigencias sexuales.
Solo le faltaba esto para demostrar más odio hacia ese estilo de vida, hacia
esas costumbres que detesta. Su contrincante sonríe y le molesta. Se vuelve
loca porque le han sentado muy mal los cuernos pero encuentra la esquimal que
la cuida y la trata con sensibilidad. Delicadeza que ella no ha tenido durante toda su
vida. Las dos culturas antagónicas se disputan a un hombre y las dos pretenden explican
que es suyo. Binoche cumple con el papel de vanidosa intelectual que mira con superioridad y desprecio a su oponente. Finalmente, las mujeres conviven un invierno duro que
sirve de limpieza del espíritu. A su regreso siente que es otra nueva,
diferente. Los valores de amistad y de empatía que tenía completamente
desconocidos le han hecho cambiar. La persona se ha trasformado, ya no es la
misma. Vuelve impregnada de un sentido de la amistad que desconocía.
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