Título original Viaje al cuarto de una madre
Año 2018
Duración 91 minutos
Dirección Celia Rico
Guión Celia Rico
Fotografía Santiago Racaj
Reparto Lola Dueñas, Ana Castillo,
Pedro Casablanc, Noemi Hopper
Marisol membrillo,
"Viaje al cuarto de una madre" ( Premio a la juventud en el festival de San Sebastián 2018) de Celia Rico parece que nunca pasa nada. Si buscas una sorprendente trama donde te vas a caer de espaldas, nada de esto vas a encontrar tan solo una relación natural entre una joven y su madre. Para que esa veracidad suceda, se necesita un par de actrices que den vida a ese cuadro auténtico.
La primera, Anna Castillo, destacaba en aquella interpretación potente de "El olivo" de Iciar bollaín; la segunda Lola Dueñas, además de formar parte de las chicas Almodóvar como sucede en "Volver" o más reciente, la veíamos en "No sé decir adiós" de Lino Escalera. Decíamos que no pasa nada, solo una relación verdadera con la problemática generacional que se cruza en las conversaciones.
La relación estrecha y sincera va transcurriendo como un río que lleva al mar. Ahí se identifican dos generaciones de hija y madre de cualquier época o lugar. No es que esté de moda sino que es una realidad que los jóvenes deben ganarse la vida fuera de su país. Hace poco veíamos "Las distancias" de Elena Trapé donde la realidad laboral fuera de tu tierra puede ser tan cruel como dentro.
La historia cuenta la relación de
una madre con una adolescente que todavía tiene por decidir su camino en la
vida. Su vida está en formación tanto emocionalmente como en otros campos
laborales. Tiene muy claro que no pretende llevar la vida de su madre, pero la que le viene encima no parece ser mejor. Ese destino incierto es lo que va contando la película.
Las situaciones en que se encuentra esa familia que debe pasar las etapas de la adolescencia donde se cruzan indecisiones y decepciones constantes. La chica pretende formarse, dejar un trabajo que no le
complace, para marchar al extranjero a buscarse la vida por su cuenta, pero al mismo tiempo, las posibilidades económicas pasan por una
cierta precariedad. La película muestra un estado de depresión por parte de la
madre y otro de insatisfacción por parte de la hija, aunque en la relación
entre las dos sea satisfactoria, pero el futuro se posa sobre ellas muy incierto. Así pues, cuenta las cosas sencillas que
suceden dentro de esa familia sin muchas salidas posibles a esa situación
cerrada. La hija no soporta una vida como la de su madre: de planchadora de
ropa en una empresa. Por eso, vuela del nido en busca de salidas decentes, pero el vuelo es muy corto y la caída puede ser más violenta todavía. Así pues, vemos que la desgracia puede ser tanto para el que se va
como para el que se queda. En definitiva, una juventud que va dando bandazos de
un lado a otro y una generación adulta consolada con lo poco que tiene y sin
mayores aspiraciones.
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