lunes, 3 de junio de 2024

Matar cagrejos

 


"Matar cangrejos" nos muestra una visión local de la isla de Tenerife. Parece que no pase nada y se cuenta las costumbres o la forma de vida de ese lugar por medio de una familia donde destacan los niños.
 


A simple vista da la sensación que el director Omar A. Razzak coloca la cámara en un plano fijo y a grabar. Sin embargo, con ese tono de hablar y de actuar descubrimos una forma de vida diferente que quedará un tanto eclipsada por el turismo masivo. Hay una constante mirada en ese aeropuerto cercano donde ven el tránsito intenso de aviones que cada vez será más insistente. Quizá sea el despegue a otro mundo diferente de la isla. En cambio, los isleños parecen arrinconados y sus posibilidades mermadas. La madre, personaje que trabaja en Papagayo Park centro natural de exposición de animales sobre todo papagayos. Espera ansiosa, junto a sus dos hijos, Paula y Rayco la llegada de Michael Jackson a la isla, porque comenta que los recibirá ella misma con su coro de papagayos posados al hombro. Por lo tanto, y por los carteles que anuncian su llegada, estamos en el año  1993, justo en un momento de expansión turística, después de un mundial de fútbol en la península.

 
Con el hilo conductor de los hermanos, el pequeño que está en plena infancia se cabrea con su hermana y pasa las horas acompañando a un anciano peculiar: borracho, vagabundo y viviendo en una antro miserable y cara al mar, vamos, un indigente de la zona; 


en cambio, su hermana que está despertando de esa adolescencia incontrolada que descubre el tabaco, la música las salidas gamberras con otros chicos de su edad se pierde con su amigo y su moto. Son dos niños que campan libres por la zona sin control alguno. Por una banda, el niño muestra el lado triste de la isla con ese tipo que pinta de colores el ala de las palomas o es capaz de retorcerles el cuello en un impulso propio de su embriaguez. Por otro banda, la hermana incrementa sus fechorías con colegas de su edad como destrozar farolas. 


Además, se muestra a la abuela que intenta encontrar documentos de propiedad de su casa llena de vírgenes y cruces, emparentada, en cierta manera con el personaje del anciano  de "Alcarrás" de Carla Simón que será despedido de su finca porque no tiene ningún documento legal que acredite que las tierras donde ha vivido siempre son suyas. En fin, otra mirada de formas de vida en una isla.

Título original Matar cangrejos

Año                2023

Duración        106 minutos

País                España

Dirección        Omar A. Razzak

Guion              Omar A. Razzak

Fotografía       Sara Gallego

Reparto           Paula Campos, Agustín Díaz,

                        Sigrid Ojel, Casper Gimbrere.

           


             


Las primeras imágenes dejan una cierta naturalidad de una madre que trabaja en una especie de zoo que visitan los turistas. Tiene dos hijos abandonados a su suerte, una niña de catorce años y un niño de ocho que campan a sus anchas por los alrededores de la playa. Pasan el tiempo increpándose y viendo subir los aviones del aeropuerto que se abre justo en sus narices. La cámara persigue a los niños que se encuentran ociosos contemplando la presencia del vuelo en avión para salir de ese lugar cerrado que es la isla o más bien la entrada y salida inminente del turismo. La naturalidad de esos niños es un factor positivo para que la historia avance con veracidad. Muestra las relaciones de juego entre hermanos y el rechazo también entre los dos, porque la joven está en la adolescencia y el chico en la niñez. Esa diferencia de edad marca ciertas peleas comprensibles. Ya que a su hermana le toca realizar otros gamberradas propias de la adolescencia traviesa como guerrear con unos extintores con chicos de su edad, fumar, bailar, tirar huevos en los cristales de los coches de los turistas y divertirse a otro ritmo y por eso deja de lado al hermano de menor edad. La abuela está agobiada en su casita junto al mar que algún buitre quiere quitársela. Persigue de ventanilla en ventanilla esos documentos que acrediten que sus cuatro paredes le pertenecen. Aparece otro actor, un norteamericano que ya está afincado en la zona y parece que se va a enrollar con la madre que por cierto queda embarazada y siente la necesidad de desprenderse de ese ser cuanto antes, bastante tiene con dos niños que descuida porque le falta tiempo. A todo esto, llega el momento de aterrizar Michael Jackson que aparece montado en una ola de ovaciones y tumulto que se proyecta en la tele, al mismo tiempo que los protagonistas se cruzan con aquellos que están en el otro extremo: los marginados que entran en patera, desalmados y abatidos. Los dos polos opuestos se tocan en un mismo lugar. En definitiva, historia de las dos caras  del pueblo donde viven indigentes y necesitados al lado del tumulto y jolgorio del turismo.

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