Una comedia corrosiva que te hace reír por las situaciones que levantan ampollas en muchos casos se le consiente casi todo y esa escena del inicio que no se hace spoiler porque sucede a los cinco minutos donde la abuela la palma y la hija no actúa como se espera, sino que la deja allí tirada en el suelo, porque eso, su muerte, ya no tiene remedio y qué más da que pase el tiempo unos días más con bajar el volumen de la tele y que no se queje el vecino, pues adelante con sus planes. Lo que no puede hacer es anular el fin de semana que le viene por delante: reunión con sus hijos, sus respectivas parejas y su ex marido para ejecutar la ansiada venta de la casa de la playa. Es, en parte, la última ocasión en que se unen todos y convivir con ellos bien vale dejar tirada por unos días a tu madre muerta. Así es como arranca "Casa en llamas" de Dani de la Orden ( director de "Barcelona, noche de invierno"). En ciertos momentos recordaba "Las verdes praderas" de José Luis Garci, aquella peli donde Alfredo Landa marcha a su casa de campo tan contento para pasar el fin de semana, pero al final está hasta las pelotas de arreglar ventanas estropeadas, cortar el césped, llevar y traer a la suegra. Por si faltara poco se pierde el partido de fútbol del domingo o se come una caravana de coches de entrada a la ciudad que flipas.
Aquí, el abanico de actores se amplia: ella, la madre, interpretado por Emma Vilarasau que les quiere cantar las cuarenta a sus familiares que la tienen marginada poco menos que un cero a la izquierda; su ex marido, interpretado por Alberto San Juan,
metido siempre en trapicheos de pasta; unido a su nueva pareja, interpretado por Clara Segura,
psicóloga particular y posteriormente compañera sentimental que acabará harta de sus mentiras; su hija, interpretada por María Rodríguez Soto que está cansada de los niños y su marido y quiere tirarlo todo por la borda; su hijo, interpretado por Enric Auquer
( los dos últimos participan en "Mamífera" de Liliana Torres), personaje inseguro sin rumbo en su vida y con un nuevo ligue que presentar a la familia después de varios. En las manos de la madre, pequeñas tomas indicativas de lo que pasará, está siempre el cigarrillo encendido como una pequeña muestra de lo que será la casa, pura ceniza. En definitiva, todos buscan un lugar en su vida, una salida a sus dudas, sus debilidades. La casa arde en llamas junto a las personas que también se queman dentro de su propio espíritu. El fuego purificará los comportamientos tóxicos y el mal rollo del personal.
Título original Casa en flames
Año 2024
Duración 105 minutos
País España
Dirección Dani de la Orden
Guion Eduard Sola
Música María Chiara Casá
Fotografía Pepe Gay de Liebana
Reparto Emma Vilarasau, Enric Auquer,
Macarena García, Alberto San Juan,
Clara Segura, José Pérez Ocaña,
Flavio Marini, Noa Millán,
Maía Rodrígues Soto.
El inicio de la peli nos da la clave de quién será la pirómana de las relaciones familiares que fallan por todos lados. La madre se encargará de abrir los ojos a su ex marido y a su hijo de que todavía hay tiempo para dar un giro a sus vidas. Montse, pese a que sufre un estado de ansiedad durante unos minutos cuando encuentra a su madre muerta, no dejará pasar la ocasión de ajustar cuentas con los suyos en la casa de la playa. No renunciará de contarles lo que piensa aunque les haga daño. Van a oírle decir aquello que lleva guardado dentro durante años. Por eso, su madre muerta ya no tiene solución y emprende la marcha hacia la casa con su hijo y su nueva novia, otra de tantas. Se muestra a una madre autoritaria, como si todavía mandara a sus hijos pequeños que ya son adultos más que autosuficientes, que da órdenes y consignas de lo que se tiene que hacer. Los hermanos tirándose pullas sin cesar. La casa de la costa se venda para pagar la residencia de la abuela que a esa hora ya está más muerta que la mojama y que nadie lo sabe, excepto la anfitriona que lo oculta. Las risas ya se inician cuando los nietos hablan de que la abuela está bien y no saben que la ha palmado. Discuten que se llevan a la abuela a casa. Hace su aparición su ex marido que se opone a la venta, porque es un follonero de mucho cuidado y tiene ciertos chanchullos económicos que implica la venta de la casa. La cena es tensa con la amante del padre la mesa familiar. La psicóloga propone un juego: que imaginen un lugar y luego que piensen que se ha producido un incendio. Aparece una persona que os rescata de las llamas. Da la explicación del significado. Posteriormente sabremos el resultado de los pensamientos. Los hijos y las parejas entran en guerra dialéctica. Ya nada es idílico y el amor es efímero. Todo se fragmenta, se rompe, se inicia el incendio. La madre atizando el fuego: que su hijo es un desastre y le dice a su nueva novia si lo va a dejar ya. No es una visionaria, es lo que siempre sucede y atiza el fuego. Sigue el cachondeo y la aparición de un condón relleno de semen crea un debate acalorado por saber de quién es el objeto y el guarro que lo ha abandonado. La madre sabe como son sus hijos y se entromete en sus relaciones. Es decir, ahuyenta a las personas que están al lado de sus hijos para que se cobijen en su regazo. Así las cosas, ya se ha quemado un hijo y ahora le toca a su ex marido, el cual da explicaciones falsas de la casa para salvarse el culo, pues la tiene hipotecada con sus chanchullos y no es capaz de contar la verdad. Esto lleva a su compañera a mandarlo a paseo. La madre sigue con sus técnicas y esconde a sus nietas en la playa para que su hija sufra por ellas. Así pretende demostrar que realmente le importan mucho, porque sufre por su pérdida. Finalmente, se queda la familia a solas para tirarse los trapos sucios, se insultan hasta la saciedad. Son capaces de llegar a las manos. La madre se ha metido tan de lleno en las vidas de sus hijos que no les ha dejado ser ellos mismos. Como trago final aparece la noticia del cadáver de la abuela. Ahora le toca a la madre vomitar todo lo que ha guardado, todo lo que hizo por sus hijos y que nunca se lo agradecieron. Ella dejó muerta a su madre porque deseaba esa reunión, verse con su familia que tanto deseaba. "Los vivos son antes que los muertos". Afirma nerviosa y sigue con una peineta incluida: "yo tuve que renunciar a mi felicidad por la vuestra". Muestra, en fin, la soledad de una mujer que hace cualquier cosa con tal de estar con los suyos. La casa arde, pero quien se quema son ellos por dentro.
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