viernes, 20 de diciembre de 2024

Cónclave

 


"Cónclave" del alemán Edward Berger ( director de "Sin novedad en frente") se inicia con la defunción del Papa. Acuden a su lecho de muerte los cardenales con sus cruces en el pecho ( todos a una que dan bastante miedo, la verdad). Ha quedado vacante ese puesto que ahora entrará en votación hasta conseguir la famosa fumata blanca de la elección. Pero antes se sucederán zancadillas entre os diferentes candidatos. 




El cardenal Lawrence, interpretado por Ralph Fiennes ( "El lector", "Jardinero fiel"), es el encargado de llevar a cabo ese proceso. No hay nada especial en el momento de retirar a su eminencia el fallecido que ha pasado a la zona de los mortales como uno más, por mucho que se rodee de los emisarios de la Iglesia. Semanas después la trama se centra en el cónclave donde se decidirá el nuevo Papa. 



En ese juego de rivalidades se muestran las tripas del sistema religioso donde las monjas, una de ellas, interpretada por Isabella Rosellini, no aguanta más el paripé y revienta con unas declaraciones que ensucian más a los devotos. Ellas son  sirvientas, pero observan los trapicheos que en que se mueven. Finalmente, detrás de la religiosidad bendita se esconde la tensión de la elección del nuevo jefe supremo, pero la oscuridad de la muerte del bendito sobrevuela sobre la tropa de cardenales. Mucha apariencia de bondad en los discursos, pero interiormente se apuñalas unos a otros. Con este tipo de emisario de dios, el infierno está asegurado.

Título original Conclave

Año                 2024

País                Reino Unido

Dirección        Edward Berger

Guion              Peter Straughan

Novela            Robert Harris

Música            Volker Bertelmann

Fotografía        Stephane Fontaine

Reparto            Ralph Fiennes, John Lithgow,

                         Isabelle Rosellini, Stanley Tucci,

                         Sergio Castellitto, Brian F. O´Byrne,

                         Lucian Msamati, Jacek Koman,

                         Merab Ninidze, Joseph Mydell,

                         Thomas Loibl, Loris Loddi,

                          Carlos Diehz.



Eliminado el Papa actual por viejo o porque se lo han cargado, nunca se sabrá, se inicia la votación secreta donde se elegirá al nuevo Papa. Los cardenales se reúnen en el Vaticano en el más estricto silencio. Nadie de fuera tendrá acceso ni noticias de la elección hasta que aparezca la fumata blanca. Ellos tampoco contactarán con el exterior. En ese santuario de Dios, los pontífices entran bajo medidas de seguridad estricta y se entretienen ahora con las tecnologías modernas. Hay dos candidatos que tienen confianza en vencer, en cambio, el resto está a la expectativa. Se presenta un juego sucio de rivalidad encarnizada. Está claro que la empatía se encuentra fuera de ese lugar, pues la disputa será encarnizada. Allí, entre ellos, se habla de las dudas de la fe, de sus crisis constantes. La trama se complica en el momento en que uno de los candidatos había sido despedido por el Papa y justo fue el último que lo visitó y están a las puertas de su elección. Ahora, el cardenal encargado del montaje acaba de enterarse del marrón y gestionará el tema como pueda. Éste, en su discurso, alienta a votar por un candidato que tenga dudas, pero que se sostenga en la fe como único valedor de la religión. Se inician las votaciones con la primera fumata negra: no hay mayoría de votos en la elección. Los candidatos se tiran del pelo ante la posibilidad de perder. Sucederá de igual manera durante varias votaciones hasta que poco a poco van cayendo candidatos por corruptos, desleales o una aventura amorosa de hace años que los defenestra. Así sucede con el cardenal negro, Adeyemi, que está cera de ganar las votaciones cuando en el comedor pasa un altercado con una monja camarera, anterior amante suya, y que un compañero le ha tendido la trampa. El cardenal delegado de que todo discurra en orden ha descubierto que tuvo una relación con esa chica y hay un niño por medio y, por lo tanto, eso obstaculizará su carrera papal. Hay intriga, pasadas las cinco votaciones, por ver cómo se reparten los votos para dar a un vencedor. Se reúnen los cabecillas y no ven a nadie que no tenga una mancha negra, pero dicen que son mortales y todos tienen un borrón en su vida anterior. En fin, asistimos a las fieras disputas por ocupar el sillón vacío. Vemos pues que esa vía hacia el papado es un camino de víboras semejante al de los políticos que antes de entrar ya se están repartiendo puestos de importancia.¡Apañados estamos!

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