lunes, 6 de enero de 2025

La pecera

 


"La pecera" de Glorimar Marrero Sánchez indaga en la capacidad de afrontar los últimos días de la vida de una persona, Noelia, en este caso interpretado por Isel Rodríguez ( ella es la que sostiene arriba la película),




que todavía es joven, pero  tiene cáncer y una metástasis como un caballo. Las primeras imágenes son de desesperación ante una bajada de moral descomunal. Por muchos impulsos que le dé su compañero, la solución al final trágico lo tomará ella. Se le recomiendo un tratamiento de quimioterapia fuera, en países más avanzados donde las posibilidades auguren alguna esperanza; aunque ella se niega a machacarse el cuerpo con tratamientos que lo único que van a hacer es alargar la agonía unos días más. Entonces, si no quiere ponerse en las manos de unos médicos por no sufrir, para nada, toma la decisión de dejarlo todo a medio camino y marchar hacia el lugar de nacimiento para morir en paz. Da la sensación que quiere pasar en soledad sus últimos días y para ello se marcha a su isla natal en Puerto Rico donde quemará el último cartucho.




En fin, es una cierta despedida de los suyos sin necesidad de contar nada de lo que le pasa ni siquiera dramatizar cuando la palme pues se acabó el recorrido y ya está.

Título original La pecera

Año                2023

Duración        92 minutos

País               Puerto Rico

Dirección       Glorimar Marrero Sánchez

Guion             Glorimar Marrero Sánchez

Música           Sergio de la Puente

Fotografía       P.J. López

Reparto.         Isel Rodríguez, Carlota García,

                       Modesto Lacen, Georgina Borri,

                       Anamin Santiago, 

                      Maximiliano Ribas, Magali Carrasquillo.    





La protagonista inicia su andadura con los problemas acuciantes de sangrado por su enfermedad y pese a que acompaña a sus amigos a una fiesta de cumpleaños que, por cierto, será la última, porque ya está terminal. Decide dejarlo todo y marchar sola. Quiere enfrentarse con la muerte sin nadie de los que le acompañan ahora sepan dónde va. No quiere depender de ellos y tragarse su propia agonía. Observamos que cada minuto que pasa por su vida supone años de los mortales que desconocen cuándo morirán, por eso, disfruta del momento, del paisaje como si fuera el último que contemple. Es decir, la naturaleza y el entorno se vuelve más nítido, más intenso como nunca visto, por eso, un amigo, cuando la recoge que no sabe nada de su gravedad, y hace unas fotos a unos caballos le dice: "oye que no es un unicornio, son solo caballos". En esa isla se encuentra con su madre que lleva tiempo quitando basura que los norteamericanos tiraron en la playa ya hace tiempo. Así pues, ella se ha marchado para romper con la norma, con lo establecido de cada día y recuperar los lazos rotos con los suyos. Marcha a ese lugar  natal a disfrutar de las cosas sencillas, más intensamente mientras y  descansar en su paz propia. Quiere llevarse sensaciones que hasta entonces no era capaz de apreciar: los animales, el paisaje, la arena restregada por su cara. Allí, sigue con sus tradiciones de Karaoke con su familia. La aparición constante de la sangre es un indicio de que se acerca el final y sufre cuando se le arrima un antiguo amigo y quiere rollo amoroso. Se ha marchado sin avisar pero su pareja está pendiente y va a buscarla, insiste en el tratamiento en Madrid, porque tiene posibilidades, pero  se niega a aceptar y prefiere terminar cuanto antes. Él le dice de planificar, cuando a ella eso le suena muy lejano, pues en su estado los planes son a cortísimo tiempo, por no decir nulos, qué carajo. Esas grabaciones finales de su vida son su compañía para dejar de existir. En definitiva, si ya sabe que le queda poco tiempo de vida, necesita consumir sus últimos días como le da la gana sin ningún obstáculo por medio y disfrutando del segundo al máximo.

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