viernes, 1 de febrero de 2019

Carmen y Lola



Título original Carmen y Lola

Año                 2018

Duración         103 minutos

País                España

Dirección        Arantxa Echevarría

Guión             Arantxa Echevarría

Música           Nina Aranda

Fotografía      Pilar Sánchez Díaz

Reparto         Zaira Romero, Rosy Rodríguez,

                      Moreno Borja, Carolina Yuste,

                      Rafaela León.


Las imposiciones de la cultura gitana están en contradicho en esta cinta "Carmen y Lola" de Arantxa Echevarría. Esa cultura enquistada en muchos temas que siguen siendo tabú y que son tradiciones que ningún hijo o hija puede saltárselas por las buenas sin consentimiento de los padres. Esa tradición dice que la hija se la ha de entregar al futuro hombre pura. Éste cuanto menos la vea antes del matrimonio mejor, que ya tendrá tiempo de verla toda la vida, eso mismo le dice su madre.

El tema transcurre en ese mundo profesional del marchante de frutas, ambulante de pueblo en pueblo. Por supuesto que la condición sexual de las protagonistas, siendo gitanas, se las supone heterosexuales, faltaría más, qué dirían sus padres en caso contrario.Por nada del mundo entra otro tipo de consideración. Entonces, cuando ocurre esa contradicción y se produce ese flechazo entre mujeres gitanas, el drama ya está presente. Carmen, 



Rosy Rodríguez, ya está pedida por un chico y quiere ser peluquera, aunque no ha estudiado nada y Lola, 

Zaira Romero, pretende ser maestra porque no puede ser que los gitanos no tengan estudios, además su vida se la marca ella misma y nadie más. 

La acción se desarrolla en ese mundo de mercadillo donde se conocen las dos chicas.La relación avanzará hasta el drama final.




La cinta muestra cierta frescura, sobre todo en el diálogo corriente de la calles. Además de la entonación típica del gitano con altos y bajos muy pronunciados en las palabras. Lo que cuenta para la familia es que la hija siga la tradición gitana y se case con uno como ellos, del barrio y gitano, claro. Nada de ir a excursiones con el instituto no sea que se líe con un payo. Para que no suceda esto, pues que se coloque a vender en el puesto de frutas. En caso de no estudiar siempre tendrá el puesto y para comer nunca le va a faltar nada. Ese es el futuro que le desea su padre, porque otro alternativo no hay, que a su edad él ya estaba casado: un buen novio de los suyos y a correr. Sin embargo, ellos no saben que el peligro real se encuentra en el mercado, en esa persona de su gremio que acaba de conocer y se ha enamorado. El problema es que se trata de una chica y ha quedado prendada, gitana, sí, pero chica. Mientras Carmen pasa de los estudios y deambula por las calles en busca de su trabajo de peluquera, pero su clase le delata y pronto es rechazada, Lola se esfuerza por llevar a cabo sus estudios deseados. Ese futuro de las dos chicas ya escrito por los padres es justo el que ellas dos rechazan, pues no les gusta. Esos principios ideales que se basan en servir a su hombre con obediencia, no pasa por sus cabezas. Llegado a este punto, para que no haya habladurías por el barrio, se hace la pedida de una de las chicas con otro chico, que consiste en una especie de acuerdo prematrimonial entre los padres de la futura pareja: aquí te entrego a mi hija y yo a mi hijo. Por tanto, las familias reunidas han de exponer las razones de la unión y sobre todo, la defensa de cada uno de sus hijos que, ¡cómo no!, son aplicados y muy buenos. A partir de aquí se hace entrega de los hijos a sus respectivos suegros. El "pedio" ya merece una celebración casi como la auténtica boda. Sin embargo, el destino les tiene reservado otro tipo de vida que no esté conducida por los padres sino por ellas mismas. En definitiva, queda reflejado un estilo de vida que en caso de llevar la contraria desembocará en drama.

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