miércoles, 3 de abril de 2024

El zorro



Adria Goinginger, director y guionista, tira de la historia personal de sus bisabuelos para sacar a flote un relato de sus antepasados. Esa tradición de contar aquello que  va pasando de generación en generación le da un cierto poso de veracidad. "El zorro" se inicia en las montañas de Austria en una zona muy rural de montaña donde un niño se alegra porque le han dado un puñado de patatas. Allí se encuentran su familia en la miseria de vivir junto a un padre demasiado anciano para él, porque es de los más pequeños de la multitud de hermanos que tiene y llega de trabajar excesivamente cansado como para atender a los hijos. Se sitúa en el año 1927 y la miseria, posterior a la Primera Guerra Mundial, puede acrecentarse con otras guerras posteriores. 



Las condiciones de ese niño alegre y sumiso a su condición de pobre se aprecian en su estado y forma de vida: va en pantalón corto con las montañas cercanas nevadas, descalzo completamente y recorre, a la voz de su padre, toda la ladera para buscar agua de un caño que mana de una rendija de la montaña. Esa comunidad familiar, abundante, por cierto, se encomienda a un Dios todopoderoso en sus rezos antes de las comidas, pues gracias que todavía les deja pasar vivos los días. Escenas miserables de hambruna se ciernen sobre esa mesa donde se reparten las patatas que acaba de llevar el niño, treinta y una, pero que a él solo le ha tocado una, porque se reparten dependiendo de la edad y como es pequeño, pues menos comida. Los ojos miran la desproporción y no lo acaba de entender. Pasa el tiempo sin que mejoren sus situaciones como si estuviera marcado por el dolor durante todos los años de su vida. Es justo por eso que deben donarlo a una asociación en la ciudad para que pueda comer y estudiar, por mucho que él se niegue a ir. 



El protagonista muestra resistencia ante las adversidades, pues crece y sigue prisionero de las circunstancias: la pobreza, la guerra, todo en contra. Su condición de abandono y sin familia tiene su particular calco  con un zorro pequeño que acaba de perder a su madre. Intentará adoptarlo y entregarse al animal. Se vuelca en vida sobre este animal indefenso, sintiendo su desgracia como si fuera suya.  A partir de aquí, el hilo conductor será la protección y salvación del zorrito que le llevará a unos extremos de protección difíciles de entender.




 En definitiva, la entrega hacia el zorro es total y nada le impedirá dedicar su vida hacia él. Con todo el trauma de su paso por la vida, en su casa de la infancia, pasados los años de guerra, le espera una última sorpresa. 

Título original Der Fuchs

Año                2022

Duración        118 minutos

País                Austria

Dirección        Adrian Goiginger

Guion             Adrian Goiginger

Música           Arash Safain

Fotografía     Yoshi Heimrath, Paul Sprinz

Reparto         Simon Morze, Adrianna Gradziel,

                      Karl Markovics, Pit Bokovski,

                      Alexander Beyer, Joseph Stoisits,

                      Cornelius Obonya, Jannik Gorger.




                      


La familia pasa necesidades primarias de falta de alimentos. Por eso, hay un racionamiento estricto con la comida. No importa quien la consiga, porque las raciones serán proporcionales a la condición del adulto. Así, el niño que ha conseguido unas patatas le tocará la menor ración por ser el pequeño. Sin embargo, se siente contento en el medio en que se mueve, pues es un lugar montañoso y disfruta del bosque. Los componentes de la familia, una vez comido aquello que han podido recoger del campo, se sientan alrededor del fuego para pasar el tiempo  en que les lleve a la cama. La mujeres hacen calceta y el resto se arranca a cantar canciones tradicionales de la tierra. Es la distracción que pueden tener en ese lugar recóndito de las montañas. Es donde se cuenta la tradición oral de historias de nuestros antepasados, así, por ejemplo, en una enfermedad del niño y con las dudas de la muerte por medio, el padre le contará un cuento que pasó de generación en generación para explicar el motivo por el cual no se debe tener miedo a la muerte. No necesita libro alguno, porque en un relato aprendido de padres a hijos no lo necesita. Pese a todo ese cariño, el hambre puede más y se ven forzados a renunciar al hijo para que lo adopten personas que le puedan dar de comer y una educación. Por mucho que patalee se lo llevarán al hombro como un saco de patatas. La historia da un salto de diez años y él, mayor de edad, pese a seguir en un momento de hambruna, prefiere buscarse la vida en solitario. No le queda otra salida que alistarse al ejército. No acaba de aceptar las armas y menos el personal que  le increpa a la primera de cambio. Él se siente indefenso, desprotegido y su maldita vida sale a relucir en los momentos delicados. No puede más, pero no tiene más remedio que aguantar las putadas de los compañeros. En esas circunstancias encontrarse una cría de un zorro que acaba de perder a su madre e intentar criarlo será poco menos que  un imposible. No es el momento más apropiado para cuidar del animal, pues entrarán en combate el próximo día. Se cuenta la victoria de los aliados frente a los alemanes, en este caso ellos lo son, pero siempre sin verse grandes batallas. Con su moto sidecar de mensajero pasa por el lugar donde se produjo una batalla y están esparcidos restos de cadáveres que debe retirar, pues  interfieren su paso. Él también recibe la visita de una lluvia de bombas, pero el principal centro de la historia está en la salvación del cachorro. Ese amor por el animal como entrega hacia un ser vivo, supone un amor de las carencias que él tuvo en su infancia y es tan grande la entrega hacia el animal que aunque se le cruce el amor de una mujer, nunca dejará de lado al zorro a no ser que su vida corra serio peligro en el caso de que vaya al frente. En fin, una historia de amor, de sensibilidad con un final todavía más tierno que levantará las lágrimas de aquellos espectadores más sensibles

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