Celia Rico Clavellino ( guionista de sus pelis y de otras como "Quatretondeta" de Pol Rodríguez) repite en "Los pequeños amores", premio especial del Jurado en el Festival de Málaga de 2024) la relación entre una madre y una hija como ya hiciera en ópera prima "Viaje al cuarto de una madre". En aquella ocasión Lola Dueñas y Anna Castillo se enfrentan al momento en que la hija abandona el nido. La situación de la madre es compleja y el enfrentamiento abre la maleta de las sensibilidades y amores de las dos.
Aquí, la edad de los personajes avanza en el tiempo y el duelo interpretativo recae sobre Adriana Ozores y María Vázquez ( con un papel cambiado en "Matria", ya que hacía de madre y aquí de hija, de Álvaro Gago Díaz).
Se inicia con las tareas de la madre, Ozores, en una casa en solitario: blanquear la fachada, cocinar y paseos por el campo. El descanso de una guerrera en la montaña envuelta entre pinos y el canto de las cigarras. Intuimos que estamos en pleno verano por el calor excesivo en esa casa de campo.
En fin, pronto se iniciará la acción con la llegada de la hija a causa de un accidente y allí es donde empezarán las divergencias. Puede que el tema de la relación, la sensibilidad, las imágenes que buscan recrear el espacio tranquilo y sosegado alejarán a aquellos espectadores de mayores empresas de acción. Finalmente, se cuentan pequeñas cosas sin importancia de la vida que por su sencillez adquieren mayor interés, mas todavía cuando la interpretación raya a gran altura.
Título original Los pequeños amores
Año 2024
Duración 95 minutos
País España
Dirección Celia Rico Clavellino
Guion Celia Rico Clavellino
Fotografía Santiago Racaj
Reparto María Vázquez, Adriana Ozores,
Aimar Vega, Blanca Apilánez,
Ferrán Rañé, Camile Figueroa,
Miguel Ángel González.
Un accidente lamentable hace que una hija se desplace a la casa de campo de su madre. En principio la intención es la de cuidarla porque se encuentra en una silla de ruedas por culpa del incidente. A las primeras de cambio ya mantienen el primer enfrentamiento de recriminación: que por qué se ha tenido que subir a la escalera a blanquear la pared con su edad. Las discrepancias vienen por conceptos sencillos, un gazpacho mal aliñado que, encima de que te lo preparan, la madre dirá que no sabe a nada. Por el suelo todo el trabajo de preparación y entrega de una comida. La visión de las cosas sencillas no las compartirán de la misma manera. El calor, la incomodidad de la casa son actores pasivos que influyen directamente en el carácter de los personajes. Así, siguen las diferencias, y todas las propuestas de la hija, alguien que las ayude, por ejemplo, son vistas como una opinión del mismo diablo. La madre tiene la casa de toda la vida cerca de su residencia, en la sierra, y no acaba de entender que su hija se largue a los confines del mundo a un pueblecito de Massachusetts. ¿ A qué coño vas a ir allí? Se enfrentan conceptos tan diferentes como que yo no he salido del ombligo de mi mundo y ésta qué se le ha perdido en ese lugar. En el aire corre la idea de esta hija que ahora debería cuidarme porque la necesito y se pira al extranjero. Y yo a ella todo lo que le he dado, cuando era una mocosa, quién le quitaba sus mierdas. Se intuye esa situación rancia donde cuidar a los hijos son favores que implican una recompensa a la vejez. La madre, a todo esto, no para de dar recomendaciones a su hija de cómo realizar las tareas de la casa como si todavía tuviera diez años, por eso le da órdenes constantes de lo que debe hacer, lo cual empieza a descomponer los nervios de la hija. Preguntas y más preguntas, todas ellas de recriminación. Posteriormente asistimos, después de hacerse amigo del pintor joven, pues ha accedido a llamar a unos pintores, en el pueblo, a grupos de parejas más jóvenes que buscan también, como ella, un espacio en el mundo donde asentarse. Son personajes desarraigados y sin destino. Imaginamos a árboles que crecen y crecen sin echar la raíz y finalmente caen. Todos buscan su espacio sin encontrarlo. En definitiva, queda constancia del tiempo que les queda por recorrer a partir de ahora y sobre todo, los momentos que ya han pasado que aflorarán como losas encima de la cabeza. Siempre hay un momento para sincerarse y decir qué poca cosa somos en el universo y la guerra que damos.
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