Año 2017
Duración 88 minutos
País Estados Unidos
Dirección John Carroll Lynch
Guión Logan Sparks, Drago Sumonja
Fotografía Tim Suhrstedt
Reparto Harry Dean Stanton, Ed Begley,
Jr. Beth Grant, James Darren
Barry Shabaka Henley, Yvonne
Huff, David Lynch, Hugo Amstrong,
Bertila Damas, Ron Livingston, Ana
Mercedes, Sarah Coock, Amy Claire,
Ulysses Olmedo, Mikey Kampmann.
Hay una preparación para un viaje: el viaje final. Un viejo acabado emprende su huida hacia delante
sin retroceso. Su mirada es sincera y sus palabras aplastan como mazos. A él ya no le importa nada de la existencia, aunque en el fondo se pregunta el sentido que tiene la vida. Por eso fuma y lleva un ritmo de vida que le da la gana.
Harry Dean Staton ( con una edad, 91 años que ya son años y por su rostro arrugado se siente el paso de la vida) es el individuo acabado que quiere seguir en su quehacer diario en los mismos lugares sin alterarse lo más mínimo.
Actor que ha realizado innumerables papeles de secundario, pero que de actor principal no se le recuerda si no se va muy atrás al menos yo lo recuerdo en "París Texas" de Win Wendwrs del año 1984, donde ya realizaba un papel de pasado de rosca, de estar de vuelta de todo. Se perdía por el desierto y volvía medio sonámbulo. Ahora, en "Lucky" de John Carroll Lynch deambula por una zona medio desértica y se encuentra con los mismos habitantes cada día. Porque cuando has vivido mucho más que tus contemporáneos y familiares de alrededor qué carajo haces vivo y no te mueres de una vez por todas. Recuerda un tanto a "Nebraska" de Alexander Payne aquel viejo que persigue unas convicciones ( que le den el dinero de un sorteo, un timo como otro cualquiera) aunque esté equivocado o en aquella otra cinta del anciano aquel que emprende un camino con un tractor pequeño para cruzar cientos de kilómetros y ver a su hermano enfermo pese a que ni siquiera puede ni montar en él.
"Una historia verdadera" de David Linch que por cierto en esta última, nuestro actor también realizaba un papel secundario. No sé por qué demonios me recuerda al actor español Carlos Lucas en aquella excelente película "Justino, asesino de la tercera edad" de Santiago Aguilar.
Harry Dean Staton ( con una edad, 91 años que ya son años y por su rostro arrugado se siente el paso de la vida) es el individuo acabado que quiere seguir en su quehacer diario en los mismos lugares sin alterarse lo más mínimo.
Actor que ha realizado innumerables papeles de secundario, pero que de actor principal no se le recuerda si no se va muy atrás al menos yo lo recuerdo en "París Texas" de Win Wendwrs del año 1984, donde ya realizaba un papel de pasado de rosca, de estar de vuelta de todo. Se perdía por el desierto y volvía medio sonámbulo. Ahora, en "Lucky" de John Carroll Lynch deambula por una zona medio desértica y se encuentra con los mismos habitantes cada día. Porque cuando has vivido mucho más que tus contemporáneos y familiares de alrededor qué carajo haces vivo y no te mueres de una vez por todas. Recuerda un tanto a "Nebraska" de Alexander Payne aquel viejo que persigue unas convicciones ( que le den el dinero de un sorteo, un timo como otro cualquiera) aunque esté equivocado o en aquella otra cinta del anciano aquel que emprende un camino con un tractor pequeño para cruzar cientos de kilómetros y ver a su hermano enfermo pese a que ni siquiera puede ni montar en él.
"Una historia verdadera" de David Linch que por cierto en esta última, nuestro actor también realizaba un papel secundario. No sé por qué demonios me recuerda al actor español Carlos Lucas en aquella excelente película "Justino, asesino de la tercera edad" de Santiago Aguilar.
Lucky es un anciano que lleva su
vida hasta el extremo, hace lo que puede a su edad: gimnasia, se alimenta de un
vaso de leche y se toma su pitillo matinal como si no pasara nada; a estas alturas le van a prohibir fumar. Las existencias de avituallamiento son las mínimas del día a día que repona porque para qué tener más existencias de las necesarias. La
existencia diaria se hace más monótona porque se acerca la hora de la verdad, la de abocarse directamente al infierno del más allá.
La decadencia de su cuerpo está llegando a su fin. La sencillez del tipo, de la música de armónica que acompaña la cinta, de las imágenes corrientes que pasan como un curso final del río que es la vida y penetra en el mar para
diluirse, dejar de existir, Es, en cierta manera, el canto a una muerte digna,
como a él le apetece, sin dejar de fumar y haciendo lo que le salga de los
cojones. Solo falta que aparezcan las asistencias sociales para entrometerse en su camino y encerrarlo en un centro social. Llegado a este punto, cuando la vida expira, acaso se puede tener miedo
a lo que va a llegar, a eso desconocido como es la muerte.” Tengo miedo, qué
había antes de nacer” comenta el protagonista, muy serio. Memorable el momento en
que le dice a un tipo que entra en un bar y le da conversaciones de cosas
banales y le responde que se calle que el silencio es mucho mejor que aquella conversación
improvisada y chorra. Él se dirige a los colegas más jóvenes:
-La verdad es que todo va a
desaparecer
-Y cómo nos lo tomamos
-Sonriendo
Todo eso para forzar la situación y poder tomarse el puto
piltillo en el local público del bar. Cinta para almas de poca acción y
de contemplación para ver pasar la vida que se nos escapa sin remedio. En fin, habrá a quien les parezca un puro aburrimiento. Bueno, tiene que haber un poco de todo,¿no?
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