Antonio Trashorras ( crítico, guionista y
persona del mundo del arte del cine) ha montado un esperpento de cinta que es difícil de aceptar. Que una película
tenga elipsis y dobles o triples interpretaciones me parece una jugada
inteligente por parte del director. Sin embargo, con su "Anabel", película en blanco y negro, encontramos situaciones
sin sentido y estupideces que nos despistan. No sé si es que ha querido dejar en el aire situaciones a las que yo no he visto y no he podido entender o por el contrario se ha querido pasar de frenada y de listo, vamos.
La película arranca con una
inquietante situación: ha desaparecido una inquilina del piso de tres jóvenes.
A partir de ahora se cierra una pequeña y cachonda discusión entre las dos jóvenes
restantes que quieren admitir a un nuevo inquilino. Hasta aquí todo funciona a
las mil maravillas. Al final eligen a un señor mayor, Enrique Villén, aquel actor
que en Crimen Ferfecto de Álex de la Iglesia el bueno de Guillermo Toledo trincha y descuartiza como
una longaniza. Éste, pues, se presenta ante las chicas y casi con la lágrima en la cara, muestra su posición de poco menos que indigente y es aceptado. Se quiere crear un clima de terror a partir del momento en que contratan a la persona sospechosa, pues parece que va a ser un tipo que se va a vengar de la desaparición sospechosa de la antigua inquilina. Su entrada en el piso crea una tensión y un mal rollo que parece viciarse conforme pasa el tiempo. A partir de aquí parece que la gasolina de la inspiración
se le ha acabado completamente, porque empiezan a asomar paridas a punta de pala.
En definitiva, no sé si merece gastar más tiempo del que ya lo hice con su visión
y lo que hubiera sido un corto excelente se ha quedado en un película horrible.
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