Título original Le fils de Joseph
Año 2016
Duración 115 minutos
País Francia
Director Eugène Green
Guión Eugène Green
Fotografía Raphael O'Byme
Reparto Victor Ezenfis, Natacha Régnier
Fabrizio Rongione, Mathieu
Amalric, María de Madeiros
Julia Gros de Gasquet
Jacques Bonnaffé
La película "Los hijos de Joseph" de Eugène Green plantea un aspecto problemático de paternidad. Pensemos en la cantidad de madres solteras que han querido tener un hijo sin la necesidad de mantener una relación de pareja obligatoriamente. Esa experiencia gratificante no está exenta de problemática, pues ese hijo,
Víctor Ezenfis, cuando se plantee la cuestión de conocer el padre desconocido puede resultar un problema. No importa que la situación sea de lo más plácida, pues la condición humana siempre busca ese punto de mal rollo, esa inseguridad en sí mismo que asoma por cualquier resquicio de la vida. En parte, es el inconformismo de la sociedad del humano en buscarse problemas. En este caso no importa que el ambiente social y familiar sea exquisito y de una madre,
Natacha Regbier, muy tolerante ( su comportamiento siempre pausado, cariñoso, pese a la ira que le demuestra su hijo) para que asalten las dudas y la mala hostia porque se quiere saber esa parte incompleta de su ser, su padre, papel encarnado por
Mathieu Amalric. Ese bienestar exterior no siempre es sinónimo de estado de felicidad, pues su visión incompleta de familia en su persona le causa desasosiego y malestar consigo mismo.
La película va del adolescentes
inseguro. Esa etapa que no sabes qué vas a hacer con tu vida ni qué sentido
tiene estar en la existencia. La negatividad y el decir no a todo es lo primero
que te sale por la boca. El conflicto se abre enseguida: el chaval quiere saber
quién es su padre ya no le vale la misma respuesta de siempre, con evasiones y
que no tiene padre, él tiene uno y quiere conocerlo, tratarlo, saber de su existencia. Por
muy buen rollo que quiera insertar la madre, no hará que Vicent, su hijo, salga airado
de mal humor. Ya no es tanto echar en falta una familia convencional sino
descubrir la otra pieza del puzzle que le falta completar. Plantea sutilmente
si la concepción del hijo ha de ser necesariamente por una tradicional relación
amorosa donde el juego de relaciones en pareja y la posterior convivencia le
dará al hijo una seguridad y una visión de las cosas diferente. La cámara se
detiene en la soledad de la madre mientras ve varias parejas tomando unas copas
en un bar. Ante esta visión, se pueden abrir grietas por donde entre la
inseguridad de su comportamiento en su vida si realmente ha reaccionado con
buena fe frente a un hijo. Las dudas le asaltan y le atenazan, lo vemos por su
compostura por su forma de dudar. Así, en cada escena asoma la figura paternal,
desde la calle en sus momentos de ocio como en el hospital de su trabajo. Por si fuera poco, el chaval se obstina en conseguir el nombre de su padre biológico, pero a su madre no le
hace ninguna gracia, pues le comenta que de haber sido por él ahora mismo no
existiría ya que quería que abortara o le dejaría para siempre. Aquí es donde
se plantea el dilema: un hijo es compartido por igual entre los dos géneros o
bien la madre tiene potestad sobre ese ser que está todavía en proyección. Y si
decide ir hacia adelante sin la aprobación del padre, qué sucederá con esa
paternidad perdida. Por eso, la cinta llega más allá de las imágenes y de la
problemática actual la que se está dirimiendo en la estrategia del hijo para
conocer a ese padre que no deseaba tenerlo y pedirle explicaciones. Al margen
de la trama, la historia está contada con delicadeza, sutileza y una capacidad
de sugerir de una forma excelente. Lástima que al final se desinfla un tanto, pero con todo y eso se pasa un buen rato. En definitiva, por medio de
artimañas que no contaremos, el hijo se entera de cómo es realmente su padre y
posiblemente le dé definitivamente la razón a su madre y olvide para siempre a
ese alguien que en su día no quiso que llegar a este mundo. En fin, un padre
puede hacerlo el mejor de tus amigos sin necesidad de ser el que te prestó un
día de placer tus propios genes.
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