"El secreto del orfebre" de Olga Osorio ( creadora de "Salta" donde los personajes van detrás de los agujeros de gusano, una especie de vacío donde saltan y son capaces de trasladarse en el tiempo/espacio) sigue la misma temática de la fugacidad del tiempo o el traslado de los personajes en otro espacio temporal. Así, el personaje de Mario Casas, que es un manitas de las joyas, se traslada a Nueva York poco antes del año 2000 y en ese trayecto, sin saber cómo ni a qué va, se encuentra con su propio pasado en 1976. Allí, narra sus preocupaciones de joven como estudiar filosofía y dedicarse, posteriormente, a la enseñanza o a escribir un libro. En ese momento de la narración conoce a una chica enigmática, interpretada por Michelle Jenner,
que lo deslumbra y se enamora perdidamente. Por lo tanto, se explora otra dimensión paralela a la real que podría ser la de los recuerdos o la de la ficción que puede ser tan verdadera como la real misma. Hay una trama donde se critica constantemente el estado de solterona de ella y recuerda en cierta manera a "Calle Mayor" de Juan Antonio Bardem. Pero al guionista le gusta mover a los personajes en la noria del tiempo y los lleva de un año a otro por caprichos de jugar con las diferentes situaciones y edades de los protagonistas.
En fin, en medio de esos viñedos del pueblo donde el romance avanza como subidos los dos a una nube que recorre los rincones y las delicias del amor a ritmo de "Un compromiso" de Machín. Resumiendo, si entras en esa ficción imposible de realizar te lo puedes pasar bien en esa historia de amor.
Título original El secreto del orfebre
Año 2025
Duración 99 minutos
País España
Dirección. Olga Osorio
Guion Olga Osorio
Novela Elia Barceló
Música Lau Mau
Fotografía Marc Miró
Reparto Mario Casas, Michelle Jenner,
Zoe Bonafonte, Enzo Oliver,
Sergio Crespo, Martina Pérez,
Ramón Vila, Elsa Chaves,
Geraldine Torres Orejuela
Guillermo san Emeterio
Ana Peregrine.
El orfebre que sale de Barcelona con una misión que desconocemos hace parada en el pasado mientras viaja en tren hacia Nueva York. No sabemos la urgencia del viaje, pero el guionista nos tira más de veinte años hacia atrás en el tiempo. Revive las experiencias de ese tipo en su adolescencia con un enamoramiento fugar, ella es modista y no es aceptada en ese pueblo de chismosos. En el primer momento, nos hace pensar que todo puede ocurrir en ese duermevela del protagonista que se ha quedado dormido en el tren de camino a su destino desconocido. Mantienen una relación y ella le dice a él que lo conoce porque está en medio de su destino. Su deseo es visitar las calles de Nueva York. Pronto llegará la hora de marchar y él le propone que se vayan los dos, pero ella lo rechaza porque podría ser su madre y cuánto va a durar este amor efímero. La historia se mueve en ese ambiente rural, donde los prejuicios que se tienen contra las mujeres que no encuentran pareja con quien casarse son crueles. Así, los compañeros del joven cuentan historias sobre su enamorada que si la dejó un extranjero y se trastocó. Son cotilleos de pueblo Él, mientras bailan a ritmo de Machín y en la noche, escucha la confesión de ella que algo de razón tienen las habladurías del pueblo, pues se ha quedado esperando al tipo que la dejó y en eso se ha hecho vieja y se ríen de ella con razón. Así las cosas, el orfebre vuelve a estar en el tren y con la foto que se hicieron en el pasado en la mano y quiere el capricho que cuando vuelve al pueblo, él ya con edad más allá de los cuarenta, el tiempo retrocede a 1953, la cual cosa hace que él sea mucho más mayor que su enamorada de antes. Así pues, habla del amor que resulta más poderoso que el tiempo que ronda por la cabeza y el espacio sin control. Finalmente, la historia juega con el capricho de unos comportamientos de enamorados que por medio de algún encanto mágico se ven en diferentes épocas y con una diferencia de edad cambiada. Juega permanentemente con la ficción y la realidad y los une como en una nube mágica. Si te lo crees disfrutas, pero en caso contrario...
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