Los
primeros planos son de una acalorada discusión entre padre e hija. "Paulina", con una mirada intensa, decidida por sus convicciones, Dolores Fonzi, es una
joven que tiene una proyección profesional importante en el campo de la justicia, pero está apunto de cagarla porque
ha pensado que ahora no le gusta este mundo y prefiere dedicarse a la enseñanza
en un lugar apartado de la ciudad. La disputa es muy acalorada. Saltan chispas
por ver quien se lleva la razón en medio de las expresiones típicas argentinas:
“sos un boludo”, “al pedo”, “al carajo”, “pelotudo” y alguna concha de tu
madre. Esto le da un aire de frescura al cabreo de la decisión final.
Ella le echa en cara las posiciones acomodadas de su familia frente a la necesidad de ciertas áreas perdidas en el campo. Lo recrimina constantemente mientras que le llama racista, clasista. Éste se defiende comentándole que se va a arrepentir en un ámbito rural sin proyección alguna. El actor que realiza este personaje, Óscar Martínez, ya está acostumbrado a interpretar papeles de padre sufridor con un cabreo monumental porque su hijo ha cometido un error garrafal en su vida. Así, por ejemplo en “Relatos salvajes” pilla un rebote descomunal cuando se entera de que su hijo a embestido contra un peatón con su coche y se las ha pirado a toda pastilla. Esa mala hostia es la que empalma en estos momentos como si la proyección de un papel se tocara por encanto con el otro. El espectador puede pensar que la zona donde va a dar las clases será un infierno y que se las va a ver poco menos que con asesinos, pero, aparte de las condiciones rudimentarias de las instalaciones, los alumnos, algo pasotas, se comportan con una estimable educación. Por momentos se podía pensar en la película "El profesor" de Tony Kaye, o algo parecido, ya que si se piensa en una zona marginal, el comportamiento de los jóvenes podía ser muy violento, pero en el aula nada de eso sucede. La película gira en torno a la violación que recibe la profesora por uno de sus alumnos. Su condición es humilde, trabaja en un aserradero, y la protagonista, pese a ser violada, consiente en no castigar a su agresor. Al contrario, intenta protegerlo.Esta posición tienen nuevos enfrentamientos con las personas que le rodean, tanto los compañeros como su novio y por supuesto, su padre que vuelve a la carga como obligándole a que actúe de acuerdo a las leyes y a una sociedad justa: si ha cometido una agresión, la debe pagar. No entiende que su hija, además de sufrirla, sea capaz de encubrir a los culpables. El personaje, a pesar del ultraje, se mantendrá en sus trece con su posición de clemencia hasta el final le pese a quien le pese.
Ella le echa en cara las posiciones acomodadas de su familia frente a la necesidad de ciertas áreas perdidas en el campo. Lo recrimina constantemente mientras que le llama racista, clasista. Éste se defiende comentándole que se va a arrepentir en un ámbito rural sin proyección alguna. El actor que realiza este personaje, Óscar Martínez, ya está acostumbrado a interpretar papeles de padre sufridor con un cabreo monumental porque su hijo ha cometido un error garrafal en su vida. Así, por ejemplo en “Relatos salvajes” pilla un rebote descomunal cuando se entera de que su hijo a embestido contra un peatón con su coche y se las ha pirado a toda pastilla. Esa mala hostia es la que empalma en estos momentos como si la proyección de un papel se tocara por encanto con el otro. El espectador puede pensar que la zona donde va a dar las clases será un infierno y que se las va a ver poco menos que con asesinos, pero, aparte de las condiciones rudimentarias de las instalaciones, los alumnos, algo pasotas, se comportan con una estimable educación. Por momentos se podía pensar en la película "El profesor" de Tony Kaye, o algo parecido, ya que si se piensa en una zona marginal, el comportamiento de los jóvenes podía ser muy violento, pero en el aula nada de eso sucede. La película gira en torno a la violación que recibe la profesora por uno de sus alumnos. Su condición es humilde, trabaja en un aserradero, y la protagonista, pese a ser violada, consiente en no castigar a su agresor. Al contrario, intenta protegerlo.Esta posición tienen nuevos enfrentamientos con las personas que le rodean, tanto los compañeros como su novio y por supuesto, su padre que vuelve a la carga como obligándole a que actúe de acuerdo a las leyes y a una sociedad justa: si ha cometido una agresión, la debe pagar. No entiende que su hija, además de sufrirla, sea capaz de encubrir a los culpables. El personaje, a pesar del ultraje, se mantendrá en sus trece con su posición de clemencia hasta el final le pese a quien le pese.
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