sábado, 6 de febrero de 2016

Personas, lugares, cosas





Título original          People, Places, Things

Año                          2015

Duración                 85 minutos

País                        Estados Unidos

Director                  James C. Strouse

Música                   Mark Orton

Fotografía              Chis Teague

Reparto                  Jemaine Clement, Regina Hall, Stephanie Allynne,

                                Jessica Williams, Gia Gadsby, Aundrea Gadsby.      



“Personas, lugares, cosas” de James C. Strouse habla de las difíciles relaciones de pareja tanto matrimoniales como postmatrimoniales. Las parejas, ya sean los treinta, los cuarenta o los cincuenta, pasan por estados de rechazo mutuo o de experimentar nuevas sensaciones ya sean sexuales o de otro tipo. Quizá el tío o la tía que se le mete a uno en la cama cada día ya no le da lo que le daba cuando lo conoció o sencillamente le viene en gana probar cosas nuevas, diferentes pues puede pensar que la vida son dos días y hay que aprovecharla. Por eso, el protagonista se queda con cara de gilipollas en el momento en que pilla a su mujer con las manos en la masa de un gordinflón monologuista, por cierto muy parco en palabras, en su propia habitación.

La respuesta a una situación tan estúpida se me antoja un tanto suave, quizá se espere que lo lance por la ventana, pero nos quedamos sin personaje que coloca los cuernos a las primeras de cambio y ese no era el guión, pues nada, a tomárselo como una persona civilizada: haces las maletas y te largas con el viento a otra parte. A partir de aquí, la película habla de la soledad de pareja de un tío que de pronto se ve aislado en un mundo diferente en el que no se esperaba encontrar. Tampoco hay que cortarse las venas por eso, ya que asomarán nuevas oportunidades que le brinde la vida para una relación diferente y a lo mejor más interesante, eso nunca se sabe. Se prepara para emprender una nueva vida y si se le presenta una cita inesperada pues no tiene más remedio que aceptarla encantado. Aunque a la primera de cambio, sufre una dura advertencia: la futura pareja le dice que está saliendo con alguien y le ha invitado por compromiso, así pues, si lo que quería era follar de buenas a primeras que se olvide porque los tiros no van por ahí. No mola una mierda empezar una sesión de cita en estas condiciones y antes de entrar ya tiene ganas de salir por la escalera en dirección a su casa. Piensa en pirarse ya, así se lo dice porque ante ese corte no puede continuar adelante. Si le han comentado que no le importas un pedo al nuevo ligue y que no tienes nada que hacer para qué seguir. La cosa no acaba ahí, porque se acepta la invitación a regañadientes, pero cuando empieza a socavar en las relaciones profesionales se acaba de fastidiar el tema porque hay discrepancias en el momento en que ella considera que su profesión es una subcategoría inferior a la suya. Y ahí ya se ha terminado de joder la reunión nocturna. Esto más que una cita a ciegas le parece una tortura de pesadilla despierto.
Con todos los problemas que tiene para conquistarla, justo cuando ya tiene en el bote el nuevo ligue, la ex le viene con el cuento de que no está nada segura de lo que hace. Le suelta la lágrima encima sintiéndose insegura y le da muestras de que quiere volver. Aquí es cuando empieza el refrito de relaciones: yo quiero volver contigo, tú deja el nuevo ligue, pero a la mañana siguiente resulta que me he arrepentido y lo que dije anoche ahora ya no vale. Así de complicada es la vida de relación en pareja: hoy me gustas más que nunca pero mañana ya no te soporto, y al día siguiente ya veremos. En definitiva, las relaciones y la vida a poco que se quiera pensar o meditar son tan absurdas que no tienen el menor sentido.


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