martes, 10 de julio de 2018

Ana, mon amour





Título original Ana, mon amour

Año                2017

Duración        127 minutos

País               Rumanía

Dirección       Calin Peter Netzer

Guión            Calin Peter Netzer, Lulia Lumanare

Fotografía      Andrei Butica

Reparto         Mircea Posteinicu, Diana Cavalliote,

                     Carmen Tanase, Vasile Muraru, Adrián

                     Titieni, Tania Popa, Igor Caras-Romanov

                     Ionut Caras, Ionut Caras, Ioana Flora,

                     Vlad Ivanov, Elena Voineag.

El cine de Calin Peter Nezter siempre socaba en las relaciones humanas y familiares, ya sea de pareja o entre padres e hijos. En su anterior cinta

 "La mirada del hijo" ( Oso de Oro del festival de Berlín 2013) donde una madre de clase alta se ve metida en la angustia de salvar a su hijo por culpa de un atropello que ha realizado. El director se adentra en unas situaciones dramáticas donde los protagonistas sufren y contagian al propio espectador de ese ambiente de ahogo. En este caso con "Ana mon amour "( premio Oso de plata en el festival de Berlín 2017) dos protagonistas, 



Diana Cavallioti y Mircea Polsternico son dos enamorados que inician la ruta de la convivencia con inmensa felicidad, no podía ser de otra forma, pero los padres pronto se encargarán de torcer la relación. La cinta gira en la misma órbita que la citada anteriormente: relaciones entre padres e hijos con el problema añadido de inmiscuirse en la relación de pareja. 

El conflicto se complica cada vez más. De todos modos, está claro que no se pueden separar definitivamente de sus círculos familiares, pese a que cada vez la madre oprime más y más, porque, suele pasar esto, los jóvenes necesitan de la economía de sus padres




La película está contada desde el propio protagonista tumbado en un sofá mediante un psicoanálisis. La historia no guarda un orden cronológico, pero no es necesario, no se puede uno perder por eso. Primero, se producen las secuencias del amor puro, inicial, el cual pronto se complica con una depresión y angustia inesperada, sospechosa. Segundo, la relación de pareja se presenta a los respectivos padres: los de ella investigan la procedencia del chico y si le conviene a su propia hija ( ahí se vislumbra una infancia oscura de su relación con su padrastro, de aquí viene la medicación y la angustia temprana de la chica); los padres de él, ahí hay otro nivel, una familia más acomodada, evidentemente, estos no están nada de acuerdo en que su hijo se junte a una chica de más baja condición y además desequilibrada. Todo ello genera un mal rollo en las dos familias. La pelea está llena de rabia, incluso llegan a las manos. La violencia entre padres e hijos alcanza una temperatura de infarto. Sin embargo, piensan que el amor es indestructible y que aguantará hasta lo indecible. A todo esto, cómo subsistirán si no disponen de ingresos. Quizá la solución se encuentre en la Iglesia con una confesión a tiempo con el párroco de turno. Éste quiere ganarse la confianza mediante las frases grandilocuentes: "la paz viene de Dios no de mí”.Le hace confesar sus temores y que la tranquilidad llega cuando se sabe de donde venimos, en averiguar el verdadero padre. La historia sigue adelante y atrás repercutiendo en los mismos temas y neuras. En definitiva, los traumas de infancia aparecen en el futuro y penetran en los demás como clavos ardientes que producen una enfermedad angustiosa. Aquel desequilibrio que padece ella, lo acaba padeciendo él. En fin, el paso del tiempo tergiversa las cosas, aquello que se creía un idilio amoroso, intenso en el tiempo, ha  quedado en nada: en odio. El tiempo borra las buenas sensaciones.

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