domingo, 15 de julio de 2018

La enfermedad del domingo



Título original La enfermedad del domingo

Año                2018

Duración        113 minutos

Dirección        Ramón Salazar

Guión              Ramón Salazar

Música            Nico casal

Fotografía       Ricardo de Gracia

Reparto          Bárbara Lennie, Susi Sánchez,

                       Miguel Ángel Solá, Greta Frenández,

                       Richard Bohringer, David Kammenos,

                      Fred Adenis.   


Las primeras imágenes ya son sugerentes; dos árboles muy ramificados, pero sin hojas y delante los créditos de los protagonistas. Los troncos cargados de ramas dan una visión de destinos diferentes. La imagen fija durante un tiempo quiere que la contemples que te diga algo, no es una imagen al azar sin sentido sino que va más allá: el paso del tiempo. Es una imagen de unos minutos, donde los árboles tienen sus raíces levantadas por encima de la tierra. Hay algo siniestro en la foto, el paso del tiempo ha erosionado la naturaleza como las relaciones entre madre e hija en la película. Por lo tanto, ya en los títulos de crédito iniciales, o me lo parece a mí, nos está introduciendo en lo que será la propia película: esas raíces viejas como piel leprosa y descarnada que se asoma a la superficie, que se retuerce entre las duras piedras son semejantes a la desgarrada vida que desplegarán después los propios personajes.Esas heridas del pasado sin cicatrizar.Hablamos de "La enfermedad del domingo" de Ramón Salazar donde el portentoso papel de las dos actrices, por un lado, 

Bárbara Lenny en su papel de enigmática hija como lo hacía en "María y los demás" de Nely Reguera con la sobrecarga de hija mayor en el cuidado de la casa o en "Magical Girl" de Carlos Vermut donde otra vida de misterio se cierne sobre ella;por otro lado la madre, 

Susi Sánchez, con una conciencia llena de dudas, de la culpa incrustada en sus entrañas por ser una madre que abandona a su hija. Ellas dos llenan la pantalla de gestos y situaciones que te hacen reflexionar que te llevan a un mundo siniestro y oculto que guardan debajo de sus rostros. No va a dejar indiferentes a nadie: habrá espectadores que considerarán una auténtica nadería y otros, un espectáculo de sugerencias, silencios y propuestas inteligentes. 

Esa es la belleza del séptimo arte: que puedas abandonar porque no te apetece lo más mínimo y nadie ni nada te retiene ya sea por falta de seducción o sencillamente porque no has entrado en materia; por el contrario,te puede seducir, disfrutar para que permanezcas admirado en esa acción dramática  hasta el final.




La película es enigmática desde sus inicios donde la elipsis de las imágenes y la sugestión entran en juego. El espectador deberá recomponer el puzzle que le ofrece el director. El juego que propone está en los silencios. Allí están las pistas donde se sugieren situaciones comprometidas. El tema central es sencillo: una hija que ha sido olvidada y abandonada por su madre a la temprana edad de ocho años y ahora ya adulta le propone un experimento: pasar diez días junto a su madre. Quizá con la intención de recuperar aquellas carencias maternales de la infancia. Hay diferencias tanto sociales como culturales: la madre adinerada y metida en el lujo, la hija con una vida sencilla en el campo y sin comodidades. Se pretende recuperar o al menos saborear ese tiempo que nunca ocurrió entre madre e hija. Con esos diez días se abre un contrato firmado, en el cual, su hija, aparecida de la nada, cuando acabe la prueba desaparezca de su vida para siempre. La hija solo quiere eso: convivencia con su madre, nada de pasta. Sin embargo, la madre, con el lujo apartado de su alrededor, sentirá en sus carnes situaciones de conflicto. Ahora pasará esos días en la casa de la hija en unas condiciones muy diferentes a como lo hace diariamente, sin servicios de criados y lujos extremos sino en pleno campo y rodeado de humanidad. Ella, la hija, solo quiere que viva en su propia casa y en su forma de vida y que sepa como es la vida en la tierra sin lujos. Quiere saber qué es de su madre y de su vida, sin los bienes materiales, a ver qué es capaz de dar. Si puede llenar ese vacío de treinta años sin saber nada de su madre. La idea es la de tensar el cable de la relación y que pase por unas condiciones diferentes  a la suya para ver si es capaz de aguantar las penalidades diarias de una vida sencilla, en el campo sin lujos ni comodidades. Se quiere recuperar el tiempo perdido con unos diálogos corrosivos. ¿Hará de madre protectora de una hija, cuando ya no toca? ¿Era para eso para lo que la ha secuestrado diez días? La venganza puede ser para que sufra en su refugio y aguante las neuras y la falta de cariño acumulada en tantos años pasados. En definitiva, un entramado de preguntas por completar en esa relación provisional donde se darán situaciones para pensar.

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