domingo, 22 de julio de 2018

100 días de soledad





Título original 100 días de soledad

Año                 2016

Duración        93 minutos

País               España

Dirección       Gerardo Olivares, José Díaz

Guión            Gerardo Olivares, José Díaz

Reparto         José Díaz


El documental "100 días de soledad" nos muestra todo un sin fin de sensaciones por medios de sonidos y aspectos varios de la naturaleza.



 Hay que abrir todos los sentidos y disfrutar. No hay una trama, sencillamente escuchas, oyes los sonidos de la naturaleza.Faltaría que también se pudieran oler, esos amaneceres de rocío, el olor de la hierba mojada y las plantas aromáticas. El título solo ya lo dice todo: una persona aislada cien días  en plena naturaleza,en el parque nacional de Redes en Asturias, sin las comodidades de la ciudad ni los agobios de ésta Así, el protagonista y guionista y director, 

José Díaz, se adentra en plena naturaleza con las cámaras en la mano y un "dron" en la mochila para grabar la vida que discurre a su alrededor.

 La jornada de aislamiento empieza a partir de septiembre para experimentar la sensación de estar completamente solo en medio de la naturaleza y mostrarnos lo que pasa día a día.






Podemos pensar que estamos ante un documental más de entre tantos. Cierto, uno más, pero de vez en cuando cambiar de registro visual supone una entrada de aire nuevo. Aquí no es tanto romperse la cabeza con la problemática de un drama ni una estructura de un guión perfecto, sino que las imágenes vayan pasando, sin que se produzca nada que altere el pensamiento ni la vista. José Días se encuentra ante los peligros de la naturaleza: tormentas, animales que se quieren zampar a las gallinas, pero el peligro real será el de la soledad. La vida fluye salvaje en plena montaña y con un elenco amplio de animales merodeando. Esos sonidos típicos de la libertad que da escuchar el canto de las bestias, sus correrías por la montaña, solo nos faltaría poder oler los perfumes de las plantas. Por ejemplo, vemos con detalle como una araña teje el hilo de una telaraña como una obra de arte, como un telar artesanal que da vueltas y más vueltas sin parar hasta tener su obra natural completa.  No hay un guión establecido, sino, más allá de unas imágenes majestuosas de una naturaleza salvaje y emergente,combatir la soledad del individuo. Ni un atisbo de humanidad que enturbie la limpieza del paisaje y la belleza de las imágenes. Éstas resuenan en el cerebro como un remanso de paz, necesario. La vida humana en plena naturaleza es insignificante, un punto en el infinito. La soledad hace que los sentidos y los sentimientos se sensibilicen, de tal manera que cualquier carta es como un tesoro cuando la recoge, sin ver a su familia, la retiene en sus manos, la huele y la mantiene en sus manos como si fuera algo sagrado. Noticias de aquellos a quien ama. Es el placer de la incomunicación, pero con el tiempo se hace necesario. La soledad de la noche con una luz mortecina mientras fuera sopla y silba el viento sin cesar se hacen tenebrosos. Son los momentos de confesión de pensar en el sentido de la vida, si nos ha ido bien o por el contrario nos ha vapuleado. La comunicación se hace tan necesaria que el protagonista grita en la oscuridad para conectarse con las bestias nocturnas, con los lobos que están despiertos porque es su momento de caza de supervivencia. En definitiva, el protagonista realiza una limpieza total del cuerpo ante la carencia de civilización, deja atrás el jolgorio de los adelantos y nos invita a que le acompañemos. La cinta incita a pasar cien días en verde y rodeado de montaña, sin nada más que no es poco.

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