viernes, 19 de octubre de 2018

Los Hambrientos





Título original Les affames

Año                2017

Duración        103 minutos

País               Canadá

Dirección       Robin Aubert

Música           Pierre-Philippe Coté

Fotografía      Steeve Desrosiers

Reparto         Marc-André Grondín, Monia Chokri,

                     Charlotte St-Martín, Micheline Lanctot,

                    Marie-Ginetti Guay, Brigitte Poupart

                    Edouard Tremblay-Grenier, Luc Prouix

                    Didier Lucien, Robert Brouillette,

                   Martín Heroux, Patrick Hivon


La película "Los hambrientos" de Robin Aoubert se puede encasillar en el subgénero de las malditas de zombis. Así, de entrada, los espectadores que aborrecen la sangre a borbotones y las cabezas rodando por el asfalto, ya pueden olvidarse de perder el tiempo.

 El resto, puede pasar el rato deambulando de la mano de esos seres que no saben ni dónde van y menos dónde refugiarse. No hay introducción alguna, nada más empezar ya se centra en la caza y muerte de esos malditos seres, desconocemos lo que pasó, pero los habitantes de ese lugar lo tienen muy claro, en cuanto se cruzan con una pieza de ese estilo la liquidan y punto. Las primeras imágenes ya nos introducen a una especie de holocausto final que dan pie a imaginar en una situación extrema de contagio o de locura colectiva: accidentes, ropas con sangre por el suelo, gentes que corren despavoridas. 



Unos personajes perdidos sin rumbo. Eso es lo que veremos.




La invasión zombi causa estragos en la población que no puede con los seres extraños. Ahora que los habitantes están perdidos recuerdan un pasado mejor y las situaciones perdidas, aquellas que ya no podrán realizar. Cuando está la muerte tan cerca se piensa en lo que debía haber hecho y nunca hizo. El suspense llega de esos silencios que no pasa nada, pero intuyes que sonará un disparo hacia una cabeza que reventará en una explosión de sangre. Ese es el valor positivo de la cinta: mantenerte alerta, pendiente durante unos segundos de tranquilidad para desencadenar una acción muy violenta de un zombi perdido que amenaza con dar un bocado a su humano de turno. Esos zombis raros medio enfermizos ( parece que sufran la enfermedad del síndrome de diógenes: almacenan, en una gran montaña en medio del bosque, trastos viejos para crear una gran falla y si se les molesta en sus tareas pues atacan violentamente). Los seres son raros y atacan cuando se les increpa. El ambiente apocalíptico continúa mientras los humanos sanos deambulan y están alerta por si les salta un zombi en la chepa y les muerde en la cara. Hay algún apunte de ironía y el típico personaje bromista que muere por imbécil, aquí viene bien el dicho popular: hay bromas que matan. En definitiva, se van amontonando: gritos, sangre, terror, angustia, supervivencia, todo ello en un ambiente de naturaleza. Bueno, a veces, se trata de pasar el rato, sin más. Sin retorcerte demasiado el cerebro en disquisiciones intelectuales, pues eso, ya sabes a qué te enfrentas.

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