viernes, 17 de abril de 2020

El Hoyo



Título original  El Hoyo

Año                 2019

Duración         94 minutos

País                España

Dirección        Galder Gaztelu-Urrutia

Guión             David Desola, Pedro Rivero

Música           Aránzazu Calleja

Fotografía      Jon D. Domínguez

Reparto         Ivan Massagué, Zorión Egilear,

                     Antonia San Juan, Emilio Buale,

                    Alexandra Masangkay, Eric

                   Goode, Algis Arlauskas,

                  Miriam Martín, Óscar Oliver.


"El Hoyo" de Galder Gaztelu-Urrutia  ( premio a la mejor película y del público en el festival de Sitges) se inicia como un juego de pruebas, pero violentas. Se parece a "Cube" de Vicenzo  Natali donde un complejo laberinto de habitaciones cúbicas escondían trampas mortales. Vemos que hay una lectura, aparte del la violencia de turno, social y cultural. Encontramos en ese camino de encierro forzoso con un final sin vuelta atrás y macabro en "La Cabina" de Antonio Mercero este estado de angustia y encierro mientras el resto de mortales pasa de él mientras intenta salir de una de las desaparecidas cabinas telefónicas. Ese pobre prisionero (J.L. Vázquez) que golpea frenéticamente el cristal irrompible, suda, sufre mientras los demás lo miran como a una bestia enjaulada sin que muevan un dedo por él. Otro encierro mortal lo vemos en  "Rompenieves" tren maldito que no puede parar y la humanidad se estrellará dentro de nada del mismo director ( Bong Joon-ho) de la actualmente ganadora de todos los premios "Parásitos" , otra película donde las clases sociales vuelven a diferenciarse de nuevo en los ricos y pobres, poderosos y miserables. Esos mundos sociales persisten, se sostienen unos con los otros. Se necesitan.Todo aquel que se encuentra en una capa social predilecta mantiene su posición sin importarle lo más mínimo el sufrimiento del de abajo. Eso mismo muestra "El Hoyo": las diferencias sociales

Un conjunto social predominante sobre el otro, el cual mientras puedan no dejarán un resquicio a los de abajo. El hoyo es el universo donde transcurre la vida y se encuentran personas que sufren y pasan hambre y otras que viven en la opulencia y pasan olímpicamente del resto. La capa humana del despilfarro no le importa consumir, tirar, derrochar con tal de encontrarse ellos mismos en la abundancia. Es un símil de sociedad actual y de siempre donde los humanos que viven en los países ricos miran hacia otra parte para no ver a los niños, ancianos y a sus familias que mueren de hambre. No les importa porque ellos viven como Dios.



Iván Massagué realiza el papel protagonista que se opone a un estado de desigualdades en ese agujero cerrado y con compartimentos. Mundo de rapiña con poca capacidad de tolerancia y comprensión. Mundo de egoísmo, pero que en un momento dado las cosas pueden cambiar.  La situación de miseria y despilfarro al mismo tiempo debería terminar. Todos estamos encerrados en esa prisión que es la vida que acaba con la muerte por igual, como diría Jorge Manrique en “Coplas por la muerte de su padre”:

Nuestras vidas son los ríos
Que van a dar en la mar,
Que es el morir:
Allí van los señores,
Derechos a ser acabar
Y consumir:
Allí los ríos caudales
Allí los otros medianos
y más chicos;
Y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
Y los ricos.




La historia se mueve en una especie de ciencia ficción. Trata de unos participantes ya sea por una condena o para obtener unos beneficios deben cumplir una prueba de varios meses metidos en un hoyo de varios niveles. Cada nivel tiene su privilegio, pues cuanto más cerca están del piso cero mejor comida tendrán. Una plataforma baja cargada de abundante comida y se mantiene durante un momento en cada planta. Los primeros comen hasta hartarse y a los últimos no les llega nada más que los desechos de plástico y cristal de tal manara que deben inventarse algo para sobrevivir. Si es preciso comerse a su propio compañero, pues tiene un inquilino de compañía. Así se sucederán los días, pero pasado el mes se despiertan de pronto en otra planta que puede ser un número superior u otro inferior con las penalidades que esto acarrea. Los participantes se pueden llevar un utensilio como si se fueran a una isla. En este caso, el protagonista ,se lleva un libro de don Quijote de la Mancha que de poco le va a servir. El juego de la supervivencia se sucede con violencias y sublevaciones al propio sistema imposible de vencer. En definitiva, una buena opción para comerte el tarro y compararlo con la estupidez de la realidad actual. Como diría uno de los personajes: "ES OBVIO".

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