jueves, 4 de agosto de 2022

Clemency


Título original Clemency

Año                2019

Duración        113 minutos

País               Estados Unidos

Dirección       Chinonye Chukwu

Guión            Chinonye Chuwu

Música           Kathryn Bostic

Fotografía      Eric Branco

Reparto          Alfre Woodard, Aldis Hodge,

                       Richard Schiff, Wendwll Pierce,

                      LaMonica Garrett, Noshir Dalal,

                      Michael O'Neill, Danielle Broocks,

                      Dennis Haskins, Michelle Bonilla.

La película "Clemency" (Gran Premio de del Jurado y mejor película en el festival de Sundance 2019 y gran interpretación de 

Alfre Woodard) de Chinonye Chukwut se clava en el ojo a través de las ejecuciones que se realizan en ese centro penitenciario y en directo con público. Allí los parientes presentes detrás del cristal ven como se ejecuta a su propio hijo, así de cruel. Esta imagen me lleva al "Verdugo" de Luis Gracía Berlanga donde cuenta la vida de aquel anciano, José Isbert, y verdugo de profesión en la época franquista, cerca de la jubilación que nunca se plantea su oficio, sencillamente cumple con su obligación y no le importa lo más mínimo la situación de los ejecutados, ni por qué han llegado hasta aquí, sino que hace algo que alguien lo debe hacer. Además cuando alguien le plantea su profesión satanizado salta como un resorte para decir que en otros países ejecutan a los hombres achicharrándolos con electricidad, eso sí que es una barbaridad. Sin embargo, actualmente se usa la inyección letal ( excepto en contadas ocasiones como ocurrió con Ednumd Zagorski que se enfrentó a la muerte pletórico y con el puño en el corazón que iba dirigido a su abogada, presente en la sala, pidió la silla porque la muerte era más rápida y letal). Ahora, pasados más de cuarenta años de aquello, todavía asistimos en algún estado de Norteamérica que se ejecutan a los presos.Siempre se puede alegar que han sido juzgados y se lo merecen, siempre hay partidarios y detractores. Pues la primera escena asoma el alcaide, el párroco, el ejecutor o verdugo y el reo, un hispano, 

Sr. Jiménez, no podía ser de otro lugar, para que vean de dónde llega la maldad y el robo. Atado a una mesa que reza un padrenuestro o un Ave María en castellano como una forma de encomendarse al nuevo señor. El reo está rodeado de la funcionaria, Benardine Williams,  y el sacerdote que le da el último consuelo. La crueldad no acaba ahí, pues pronto correrán la cortina para que vean la ejecución sus parientes y demás personal como si de un espectáculo se tratara.





La película se mete en la piel de ese personaje, la funcionaris de prisiones, que debe certificar la hora de la defunción del ejecutado. Se plantea cómo puede ser ese tipo de vida fuera de la cárcel, si sale algún tipo de conversación o que le puede afectar en su desarrollo de la vida personal. No puede desconectar de su oficio, por eso no consigue desprenderse de él y dormir o llevar una vida al margen de las ejecuciones. Las pesadillas no le dejan vivir. Sus pesadillas la atormentan, esa presencia de la ejecución en su mente y tener que dar noticia de lo que le va a suceder al reo, de la cantidad de tranquilizantes y medicamentos letales que lleva el proceso de la muerte. Esa confusión en la propia cara del condenado no le deja vivir en paz. Hay una situación espeluznante, el sentenciado a muerte dentro de unas horas se quiere suicidar metiéndose hostias de cabeza contra la pared, pero no le dejan morir por propio voluntad sino que ha de ser como ellos quieran: con un chute. Rompe también ciertos tópicos familiares. Aquí el marido es el casero  detallista y la mujer más despreocupada y que se da a la copa de alcohol diaria después de la jornada laboral. Las situaciones han cambiado de como son en la realidad y es él quien está harto de una relación insostenible, de vivir con alguien vacío, fantasma que llega a casa siendo invisible para su marido.Tu último deseo filete, langosta. Ese pensamiento le atormenta y su vida fuera de la prisión no existe. Muestra, pues, las dos caras de la alcaide, una dentro de la cárcel  con una entereza y profesionalidad fuera de toda duda; la otra fuera, con ese vértigo de su conciencia de ser un brazo ejecutor. Por otro lado, el prisionero, se encomienda a su suerte en las últimas horas de su vida.En definitiva, la alcaide de piedra también es humana y se derrumba.

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