jueves, 7 de octubre de 2021

La Camarista



Título original La camarista

Año                2018

Duración        102 minutos

País                México

Duración         102 minutos

País                México

Dirección        Lila Avilés

Guión             Lila Avilés, J.C.Márquez

Fotografía      Carlos Rossini

Reparto         Gabriela Cartol, Teresa Sánchez,

                      Agustina Quinci, Alán Uribe


Habla del distanciamiento social, y cultural de una persona, es decir, el personaje no tiene una profesión reconocida y deambula como un ser invisible realizando tareas de asistenta de habitaciones. Parece que hay profesiones que se deja de ser mujer o humano, porque en ese hotel los clientes solo piden lo que les hace falta y luego callan, sin ver a esa persona que les atiende, pero la consideran de baja condición social, diferente, casi invisible. 

"La Camarista" de Lila Avilés ( premios Ariel a la mejor película ópera prima,  en el  festival de La Habana, premio Forqué  a la mejor obra latinoamericana y otros) muestra la soledad de la limpiadora de habitaciones de hoteles ante esos clientes superiores que no tienen reparo en dejar infinidad de suciedades desparramadas por las habitaciones: la ropa tirada por el suelo, la suciedad a raudales que deberá estar limpia en unos minutos. Evelia, Eve, protagonizada por 

Gabriela Carlot, debe exponerse a todo tipo de  vejaciones. El hotel es su casa. Su familia contacta con ella a través del teléfono.El servicio no tiene derecho o mejor tiene prohibido pararse durante unos segundos para mirar por la cristalera que da a la gran ciudad. El tiempo se necesita para limpiar. Es lo más parecido a una esclavitud.Esto no está reservado para ella. No puede parar y perder el tiempo allí. 
Por ejemplo, la camarista comenta a una cliente que puede tomar tal línea de metro para llegar a tal lugar. La señora le contesta que de transporte público nada, no mejor un taxi. De qué me hablas, ese transporte es para los pobres. En ese hotel de superlujo, el personal hace trapicheos de ventas para sacarse un plus salarial y poder vivir más dignamente.
Muestra, en definitiva, esos dos mundos el de aquellos que se están de todo tipo de gasto porque no pueden comprar nada y los que gastan de todo porque les sobra el dinero. 





La camarista es una chica joven que se dedica única y exclusivamente a servir al cliente, pero siempre con abnegación, persistencia  y ha de ser súbdito y esclavo de los turistas. Su función es la de limpiar. No se le considera como persona sino más bien como objeto o máquina de limpieza, sin más. Su profesionalidad es sumisa y llega a la perfección, ni una arruga en la sábana. El personaje resulta poco menos que invisible para los clientes, Ella por mucha cordialidad que le pone y educación nadie es capaz de responderle ni de darle las gracias, como si no existiera nada más que para servirles y ya está. Es el desprecio a una profesión considerada inferior y una forma de desprecio inhumano. Muestra esos dos mudos diferenciados: el que le sobra la pasta y la que no tiene nada. Sin embargo, si hablamos de valore humanos las posiciones se intercambian.  Al otro lado,  están aquellos que mandan y dominan y someten a los demás. No encontramos acción porque no es esto lo que se busca sino destacar esa diferencia de sentimientos entre esos dos mundos. El hotel es como una prisión y la comunicación con la vida viene a través del teléfono. La camarista no quiere quedarse siempre en ese mundo de sumisión, pues a sus 24 años le queda mucha vida y decide estudiar para prosperar. El personal se busca la vida y parece que sea un mercado ambulante. La idea es pensar que todo ese trabajo sucio de limpiar y la porquería que dejan los clientes, alguien lo debe limpiar. Aquellos que se encuentran en esa situación superior que ensucian sin compasión y luego esa limpiadora de hoteles ha de rascar y rascar fuerte para que quede impecable. En definitiva, tenemos un personaje prisionero de su realidad, la cual no quiere vivir, pero se ve sometida a cumplir con un oficio que detesta, pero que ejerce con profesionalidad porque no le queda otra cosa para vivir. Muestra esa vida sumisa que detesta interiormente, pero como muchos otros mortales se encuentra atrapada y sin salida. Crítica feroz a la impotencia humana por cambiar el sentido de una vida.

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