miércoles, 23 de diciembre de 2015

El hombre sin pasado



Título original            Mies vailla menneisyyttä

Año                            2002

Duración                    97 minutos

País                            Finlandia

Director                     Aki Kaurismäki

Música                      varios

Fotografía                 Timo Salminen

Reparto                     Markku Peltola, Kati Outinen, Juhani Niemelä, Kaija Pakarinen,

                                  Sakari Kuosmanen,Annikki Tähti, Elina Salo, Outi Mäenpää,

                                 Esko Nikkari, Pertti Sveholm, Matti Wuori, Aino Seppo,

                                Janne Hyytiïnen, Antti Reini, Tähti, Marko Haavisto,

                                Jukka Teerisaari, Jyrki Telilä, Jouni Saario




El bate de béisbol en la cabeza es lo que desearían ver  muchos espectadores que se sienten a ver "Un hombre sin pasado" Eso sí, siempre y cuando esos golpes sean tan certeros que los dejen en la inconsciencia permanente. Y que en el momento de despertar después del zurriagazo, ese pasado asqueroso e indeseable quedara borrado para siempre, con la posibilidad de abrir otro diferente. El protagonista de la película le sucede eso. Una vez moribundo en la cama del hospital, dado por muerto por los médicos, salta de la cama y busca una nueva vida de la nada. Parte decidido hacia la nada, para empezar de cero. Allí queda abandonado en la orilla del lago, incluso le arrancan las botas como tendido en el campo de guerra porque ya lo consideran fuera de esta tierra. 









Pero ese hombre llega un momento en que se pone de pie y debe enfrentarse al vacío de su vida: no tiene nombre, no tiene oficio, no sabe nada de sí mismo. Debe partir desde un presente, sin nada detrás, pero siendo adulto, resulta harto imposible, porque el espectador piensa que un recién nacido tiene a sus padres que lo acompañarán en unos años de debilidad hasta que pueda manejarse solo. En cambio, quién le va a echar una mano en estos momentos, quién lo va a entender. Al menos siempre podrá disponer de un contenedor donde cobijarse siempre que pague el alquiler. El personaje impone un tono de simplicidad e inocencia, con su buen rollo, como que la inocencia de las cosas nuevas limpias,recién nacidas son sanas. En una palabra está en pelotas ante el mundo con la intención de montar una vida a su medida. Las acciones más sencillas toman más importancia, si no tienes nada, nada puedes dar, por eso si entra en un bar pregunta si puede quedarse sin pagar y le contestan que el agua es gratis. Con una sutileza impresionante se saca una bolsita de infusión de una cajita para tintar un tanto el agua. El protagonista, una vez que ha pasado la línea de inicio y deja atrás el precipicio del pasado, empieza a dar unos pasos firmes a asentarse en un terreno firme, rodeado de una compañía entrañable. Se siente a gusto en ese mundo de pobres. Su pasado se aparece por casualidad: le quita el soldador a unos currantes y resulta que sabe su antigua profesión. No le faltará trabajo, pero al menos necesitará un nombre con una cuenta para ejecutarlo. No va a ser todo alegría, así que cuando pasa la policía por su lado, pues lo encierran porque no está documentado y puede ser un sin papeles. No puedes ir por la vida sin saber tu nombre porque de lo contrario puede pasarlo mal. La felicidad no puede durar toda la película y ya han dado con su esposa, justo ahora que estaba disfrutando de esta otra vida. En el momento en que se había enamorado van y le dicen que está casado y debe abandonar una vida para retomar la suya verdadera. El espectador puede pensar, joder qué putada con lo bien que estaba, vete a saber tú si ahora entra de nuevo en una vida pasada y resulta que es un desgraciado de tomo y lomo. Qué le deparará su pasado, mientras deja a su amor reciente. Mientras está frente a la que dicen ser su mujer, a la cual no conoce y le pregunta que si se llevaban bien o no en tiempos pasados. Le cuenta que era un jugador y un gran hijo de puta. Finalmente, Kaurismaki pretende mostrar los caminos que se dejan de lado en la vida y que a saber si serían más fructíferos que los que realmente tomaron en su día. No es necesario que unos macarras le revienten la cabeza a una persona para cambiar el rumbo de su vida.  

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