sábado, 19 de diciembre de 2015

Una historia verdadera


Título original     The Straight Story

Año                     1999

Duración             111 minutos

País                     Estados Unidos

Director              David Lynch

Guión                John Roach, Mary Sweeney

Música              Angelo  Badalamenti

Fotografía         Freddie Francis

Reparto            Richard Farnsworth, Sissy Spacek, Harry Dean Stanton, Everett McGill

                        John Farley, Jane Galloway Heitz, Dan Flannery, Kevin P. Farley,

                        Wiley Harker, Tracey Maloney.




David  Lynch es el creador  de personajes marginados, perseguidos y detestados por la sociedad como el monstruo de la película en blanco y negro “El hombre elefante”. De la misma manera es capaz de enfrentarse a tramas complejas como en "Terciopelo azul", "Carretera perdida"o su serie más famosa de televisión "Twin Peaks"  donde los asesinatos y la intrigas están aseguradas. En "Una historia verdadera" el giro de la trama es total, porque tan solo las cosas más sencillas de un viejo inválido pueden remover, y de qué manera, las tripas y al mismo tiempo las pasiones del espectador. En cierta manera se podría comparar con la excelente “Nebraska” de Alexander Payne. Las similitudes son parecidas: el primero se le mete en el "perol" la obsesión de visitar a su hermano enfermo a una distancia de quinientos kilómetros con una cortacésped, el segundo se obsesiona por cobrar un premio, una estafa como otras muchas que hay hoy en día en la calle, que le ha llegado a su domicilio. En las dos películas observamos la tozudez de los ancianos, los cuales llevarán a cabo su idea cueste lo que cueste, pero al mismo tiempo el espectador las valorará y las sentirá como una locura propia.








Esa aventura imposible es la que mantiene pendiente al espectador: si conseguirá su objetivo o no. El anciano se mueve con dos muletas y la cortadora de césped no tarda en morir a las primeras de cambio, como castigo por no aguantar su propósito la liquida de un tira certero. El trato que propina el viejo al aparato es como si de un humano se tratara, esto de que le deje tirado sin más, no puede recibir otra recompensa.  Entonces adquiere otra de mayor calibre. Pese a que los doctores le han aconsejado que se cuide si no quiere abandonar esta vida en un plazo muy corto, él seguirá en sus treces. A él la vida le trae sin cuidad, porque lo único que quiere es cumplir su deseo y llegar a su destino, aunque sea lo último que haga en esta vida. A estas alturas tan solo le queda por hacer aquello que más quiere y eso pasa por ver a su hermano antes de que sea demasiado tarde para los dos. La nueva cortacésped va como una bala y la cámara se recrea en los campos de trigo o maíz. En el trasiego del camino se encuentra con jóvenes que le miran con curiosidad como si llegara de otra galaxia. Él no lo entiende porque tan solo es un viejo que va con un cacharro viejo con ruedas que lo arrastra a duras penas. El personal que se cruza se queda perplejo de ver a un anciano con dos muletas que le viene justo sostenerse en pie. Él se defiende porque mientras esté vivo  nadie le va a decir lo que tiene que hacer, su único defecto es ser cojo y casi ciego por la vejez, algo natural de todos los mortales. Las reflexiones al tiempo pasado son constantes: “cuando recuerdas los jóvenes de la guerra, siempre los ves más jóvenes porque tú cada día eres más viejo”. Se extrañan que viaje solo con su incapacidad, además vete a saber a quién puedes toparte por esos caminos, pero él contesta que qué le van a hacer unos maizales cuando ha estado en las trincheras de la segunda gran guerra. Puede pasar que a unos kilómetros del destino se quede tirado y no pueda avanzar y el espectador siente impotencia después de todas las penalidades pasadas. Entiende que no puede acabar de esta manera, porque un héroe debe alcanzar su proeza. Intuye que la película no puede acabar de esta manera, que el guionista no ha podido hacer esa gran putada, ahora que está tan cerca, no puede ser. Tan solo es cuestión de un pequeño descanso de la cafetera cortacésped para que se enfríe y arranque de nuevo. Recorridos los últimos metros llega el héroe al patio de la sencilla casa. Los hermanos verán juntos, en el porche de la casa, las estrellan de la misma manera que lo hacían cuando eran jóvenes.

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