martes, 27 de noviembre de 2018

El buen maestro



Título original El buen maestro

Año                2017

Duración       106 minutos

País              Francia

Dirección      Oliver Ayache-Vidal

Guión            Oliver Ayache-Vidsal

Reparto         Denis Podalydés, Marie-julie Baup

                     Lea Drucker, Paulina Huruguen

                    Anne Jacquemin, Francois Rebette,

                    Tom Rivoire, Marie Rémond, Zineb Triki


La película "El buen maestro" de Oliver Ayache-Vidal trata de un profesor de un instituto de renombre, de lo mejorcito de París,que de pronto se ve trasladado a otro de la periferia. Nada más hay que ver el principio para percatarse de esto: se inicia con una disertación de latín, cuyo texto deberán traducir los alumnos. El profesor, interpretado por 

Denis Podalydes, en el papel de profesor,muestra un dominio total del alumnado por la forma de afrontar las clases. Reparte las notas de éstos con cierta superioridad, muy sobrado en el dominio de la situación. A cada uno que entrega el resultado le va disertando una puntilla matadora e irónica sobre su nota. Los alumnos no rechistan ni se amotinen se sienten plenamente dominados. Cuando, fuera de clase, en reuniones, se comenta lo mal que está la enseñanza en barrios periféricos, él da la solución: el problema es que allí mandan profesores inexpertos que no saben controlar la situación. Estos comentarios a la ligera pueden gastarle una mala pasada y cambiar el devenir de su vida.La cinta se sitúa en la línea de "La clase" de Laurent Cantet

"El profesor" de Tony Kaye, "La ola" de Dennis Gansel 

o "Madame Hyde" de Serge Bozon por no nombrar el clásico "Rebelión en las aulas" de James Clavell donde un excelente Sidney Poitier se las tiene que ver con una clase sumamente gamberra.




El profesor de literatura acomodado en un instituto del centro de Paría tiene un desliz dialéctico en una convención. Comenta que la solución a los problemas de los institutos conflictivos de la periferia se solucionarían enviando profesores experimentados que dominaran la situación. Este comentario llega a oídos de un consejero de cultura que hace caso de sus consejos y emprende un experimento con su comentario. Así que le proponen que vaya él mismo a uno de esos centros conflictivos. El curso siguiente, allá va, solo pisar el territorio ya parece que se encuentra en zona de guerra: edificios colmena, grupos de adolescentes en los parques, coches quemados en la calzada y, para llegar al centro, ha de  cruzar un descampado como si de un desierto se tratara. El recibimiento y consejo de los colegas es el siguiente" cuidado que son carnívoros, déjalos a distancia". La entrada de los alumnos a clase ya es toda una propuesta de lo que va a llegar. Van en grupo como una manada de fieras y gritan dando golpes a las puertas. El primer minuto de clase ya se ve desbordado por la situación, pues no está acostumbrado a los gritos en clase. Por lo tanto, él intenta aplacarlo con más gritos que se confunden en el griterío de la jauría, la cual no oye, ni hace caso, ni se inmuta. Los temas de que hablan el resto de profesores le suenan a chino qué es eso de consejo disciplinario. Así las cosas, el cambio resulta brutal, pues las clases se pierden en aplacar la falta de disciplina más que a enseñar la materia en sí, por ejemplo no quieren doblegarse ante el profesor para cambiar de lugar de pupitre, porque ellos quieren sentarse con sus colegas y se cambian tantas veces como los quiera modificar. No pararán hasta que se canse de recriminarles la falta de respeto hacia el docente .Llegados a este punto, el profesor está muy alterado, nervioso y eso lo detectan los alumnos de tal manera que lo desafían constantemente con desobediencias constantes a cada cosa que indica siempre hay uno que se niega a realizarlo. La relación con sus compañeros no es de lo más cordial, pues ante las confesiones de las dificultades de los profesores inexpertos, él, un tanto pedante, confiesa que la experiencia les dará las armas para afrontar sus propias carencias frente a los alumnos conflictivos, sin embargo, se ve a las claras que todo es mentira, pues él mismo tiene muchas dificultades para controlar a los chicos, por mucho que en las conversaciones intente ocultarlo. Los colegas son jóvenes con más fuerza que él e incluso están de paso, porque sus proyectos están en el extranjero, por lo tanto, se siente fuera de órbita con ellos. Si acepta sus fiestas se encuentra como se sentiría un dinosaurio en nuestros días. Por tanto, sus técnicas de gritos y querer dominar todas y cada una de las situaciones que se dan en esas clases son imposibles, porque se abren varios frentes a un mismo tiempo: uno que se duerme y comenta que le deje en paz ya que no molesta a nadie, otro, que no se quiere quitar la chaqueta aunque se lo ordene ,etc. Así pues, con los gritos fuera de tono y el porte completamente inestable, los alumnos se sublevan para dominar la situación. En definitiva, que sus técnicas de experiencia no tienen mayor aceptación que las de los profesores inexpertos, porque es un mundo totalmente diferente: mientras en el instituto fino de París ningún alumno rechistaba a sus comentarios, aquí le plantan cara y no le guardan el más mínimo respeto.










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