martes, 18 de junio de 2019

Un monstruo de mil cabezas






Título original Un monstruo de mil cabezas

Año                 2015

Duración         75 minutos

Director           Rodrigo Pla

Guión              Laura Santullo

Música            Leonardo Heiblum, Jacobo Lieberman

Fotografía       Odei Zabaleta

Reparto           Jana Raluy, Sebastián Aguirre, Daniel

                        Giménez Cacho, Emilio Echevarría,

                        Marco Antonio Aguirre, Harold Torres,

                        Noé Hernández, Marisol Centeno.

  



El uruguayo Rodrigo Pla siempre está dispuesto en meter la mano dentro de la llaga, allí donde más duele al personal. Muestra las costuras rotas y maltrechas de la sociedad del bienestar. En este caso con su "Un monstruo de las mil cabezas" vuelve a tocar el tema de los ancianos o mejor los enfermos que por su pobreza no disponen del tratamiento médico que les puede sacar de la muerte. Con su anterior película (1) "La Demora"

ya tocaba el tema de los ancianos y la carga que suponía para sus familias tener que cuidarlos. En este caso, la denuncia es social y su personaje principal se llena de coraje para tirar por lo derecho y conseguir, a punta de pistola, lo que le niegan. En cierta forma me recuerda al “Bombita” ( papel encarnado por Ricardo Darín) en “Relatos salvajes” de Damián Szifrón , el cual no consigue salir del fango de la administración que le fastidia la vida por medio de un sinfín de multas injustas y le lleva a tomarse la justicia por su propia mano. Ahora ocurre lo mismo, pero en otro terreno diferente, para que se solucione un tratamiento médico de un familiar que es de vida o muerte.







La película sigue los pasos de una mujer desesperada que ya no sabe qué hacer para que le den a su marido un tratamiento médico porque de lo contrario fallecerá. La burocracia es tan estricta que le dan largas constantemente desde una telefonista que se escaquea porque así se lo dicen las altas esferas hasta un médico que se encuentra de fin de semana y le importa un carajo el enfermo, porque sigue las directrices que le marca la empresa. Sin embargo, la mujer desesperada no cesará hasta conseguir las firmas de las partes implicadas para aprobar el tratamiento, aunque para ello tenga que emplear la violencia. Mientras, van apareciendo protagonistas, éstos relatan en su propia con la voz en off  que declara en un juicio. Suponemos que ese es el final y que todo va a acabar muy mal, pues  tiene otra salida. A veces, lo que vemos resulta poco creíble, porque en muchas ocasiones somos unos cagados frente a situaciones injustas, pero nunca se sabe cuando tienes la soga al cuello ya te la suda todo y vas de frente a solucionar el problema como sea, llevándote por delante lo que se te ponga de por medio. En definitiva, una película como todas las del director, que se posiciona del bando de los débiles para dejar en evidencia a las personas de un estatus social elevado y echar por tierra unas normas y unas leyes que no funcionan.  

(1)



  

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