martes, 3 de enero de 2023

La voluntaria


 Título original La voluntaria

Año                   2022

Duración           99 minutos

País                  España

Dirección          Nely Reguera

Guión               Nely Reguera, Eduard Solà

Música             Javier Rodero

Fotografía        Aitor Echevarría

Reparto           Carmen Machi, Itsaso Arana,

                        Dèlia Brufau, Arnau Comas,

                        Yohan Lévy, Henrietta Rauth.

"La voluntaria" es Marisa, interpretado por

Carmen Machi, una jubilada cansada de la vida sin una meta que cumplir y se apunta de voluntaria en los campos de de refugiados de Grecia. Las sensibilidades humanas están servidas, pues Nely Reguera, la directora, en su película "María ( y los demás)" profundiza en el sentimiento maternal. Por lo tanto, sus películas hablan de comunicación entre personas o más bien de incomunicación. 

La voluntaria se entrega de lleno en sus tareas, pero parece que siempre está incumpliendo las reglas. Intenta ser positiva, hacerlo lo mejor que sabe, en cambio, siempre, sus detractores,que deberían apoyarla, se  tiran al cuello. Ahora Machi que lleva todo el peso de la película sobre sus espaldas tiene que bregar con esos niños abandonados a su suerte, pero no siempre sino que en ocasiones se sentirá como una extraña. Ha dejado lejos a sus tres hijos sin ningún nieto y busca el calor, el bullicio y la alegría de los niños. En cierta manera, es otra vuelta a la tuerca de las condiciones de los inmigrantes o refugiados que huyen por culpa de las guerras de sus países. En fin, esa primera ilusión de realizar una ayuda importante en una ONG pronto se verá truncada por normas y leyes que no puede tolerar y que se saltará a su antojo con los siguientes problemas que le acarreará.

Ya vimos en "Mediterráneo" de Marcel Barrera ciertas similitudes en las dificultades y las trabas que tenían los salvadores de inmigrantes en medio del mar y los problemas burocráticos que se interponían en sus tareas.




La voluntaria llega a un campo de refugiados con la intención de disfrutar con los niños. Jugar con ellos y pasárselo bien. Eso no sucede porque enseguida aparecen normas que no la dejan emplearse con libertad: no los toques, no juegues, déjales a ellos que dibujen. Busca el calor de los niños y no la dejan interactuar con ellos. Ella es doctora retirada y no puede ni colocar un vendaje sobre un rasguño. Se muestra siempre receptiva y positiva con todo el mundo, pero va recibiendo puñetazos por todos lados: las cuidadoras del campamento la marcan de cerca y dodo lo hace mal, sus hijos le dan la bronca en una videoconferencia. Parece que solo los niños atienden sus cuidados, el resto va a por ella. El grupo de jóvenes progres, con una cerveza en la mano, la toman con ella, en una charla, criticando la falta de los recursos al sistema. Pero la voluntaria se enzarza en una discusión acalorada comentando que la culpa es de los políticos con nombres y apellidos. Ella no puede ver las injusticias y menos que un niño abandonado, sin padres, deambule con su perro en brazos por el campamento sin destino. Se siente incomprendida ante tanta burocracia y emprende la accion por sus propios medios. Esto produce una huida hacia adelante y su intención es adoptar al niño y llevárselo con ella, pero las dificultades burocráticas se irán complicando cada vez más. Esa ilusión maternal por cuidar al niño hasta el infinito le acarrearán muchas dudas y  se ha metido en un callejón sin salida, pues no es tan sencilla cargar a un niño a custas por diferentes países y responsabilizarte de él conlleva una carga que no puede asumir. En fin, el niño supone una carga humana excesiva incapaz de llevarla consigo.

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