viernes, 23 de febrero de 2024

Fallen Leaves (Hojas de otoño)



El cine de Aki Kaurismäki, "Hojas caídas" ( Fallen Leaves), premio del Jurado en el Festival de Cannes 2023, no es la alegría de la huerta, pues mostrará lo más turbio y cutre que encuentre a mano. Ya sabemos, por sus anteriores películas ( "El otro lado de la esperanza", "El Havre", "Un hombre sin pasado", casi siempre consigue premios) que se centrará en unos personajes marginales, con una vida rutinaria. El director quiere reflejar la miseria en ese país, Finlandia, uno de los mejores del mundo en calidad de vida ( educación, sanidad, calidad del aire, etc.), pero no está exenta de cierto personal con problemas existenciales. Así, por ejemplo, presenta a uno de sus personajes, Ansa, que vive en Helsinki, interpretado por 




Alma Pöysti,  realizando tareas en un supermercado y no es nada feliz. Coloca los productos en las estanterías bajo la visión de un vigilante gorila por si quiere llevarse algún producto para comer en su casa. Luego llega a un barrio periférico de Helsinki donde está su residencia y se hace algo rápido en el microondas que enseguida lo tira a la basura, porque debe ser un producto caducado que ha hurtado del supermercado donde trabaja. Apenas hay diálogos, pero las imágenes ya nos llevan a una desolación del ser humano. Otros personajes viven en contenedores que son viviendas con unas taquillas como armario y espejos rotos para mirarse y la radio va soltando noticias de la última guerra que ha explotado en el mundo. Eso ocurre en el lugar donde está Holappa, interpretado por




Jussi Vatanen, que sale de su tristeza metiéndose unos lingotazos de alcohol. Es la única forma de desconectar de su miserable vida. Son noticias de fondo de las bombas que caen y se llevan a un montón de muertos y se oye como se oiría una melodía musical. Sin importar lo más mínimo la cantidad de fallecidos diarios. Igual piensan que a ellos les iría mejor si les cayera encima una de esas bombas, pues ya no descansaría sobre ese cojín cochambroso. 




Es viernes y toca salir a emborracharse. Esas dos sombras humanas parapetadas en sus cuevas se encontrarán en el camino. Intentarán romper la frialdad y encontrar un resquicio por donde entre el amor, un poquito de contacto humano. En definitiva, los lugares cutres que se muestran estarían en cualquier lugar de otros países. Son siniestros y miserables, de otra época, atemporal, pero no es así, porque suenan los cañones de la guerra de Croacia/Rusia por todos los lados que nos arrastran a una realidad actual y cruda.

Título original Kuolleet Lehdet

Año                2023

Duración        81 minutos

País               Finlandia

Dirección       Aki Kaurismäki

Guion            Idem

Fotografía.    Timo Salminem

Reparto         Alma Pöysti, Jussi Vatanen,

                      Anna Karjalainen, Martti Suosalo,

                      Alina Tomnikov, Kaisa Karjalainen,

                      Janne Hyytiainen, Sherwan Haji,

                      Nuppu Koivu, Mila Nikander,

                      Paula Oinonen, María Heiskanen,

                      Eero Rutala, Matti Onnismaa.





Viernes por la noche, después de una dura semana de trabajo penoso, bien vale acercarse a una sala de fiestas. No es una discoteca, sino un lugar donde se va a tomar unas copas y los carcamales entonan su voz en un karaoke. Y vuelta al curro de nuevo. La chica roba del supermercado donde trabaja comida caducada, para comérsela ella en su casa, pero eso está prohibido, por eso ha sido observada y al salir del curro requisada. No seguir las normas supone un despido que es lo que le pasa. En esa sociedad tan estricta, a la primeras de cambio que no acates las normas te vas a la puta calle. Una vez despedida toca buscarse la vida en otro curro, aunque sea en un bar de viejos que beben como cosacos. Ella debe lavar platos y vasos llenos de babas en la cocina miserable. Ese antro cochambroso esconde un tráfico de drogas entre el dueño y unos camellos, por eso, antes de cobrar la primera paga, ya está chapado por la policía y se ve de patitas en la calle. Por otro lado, el otro personaje, un chico de una fábrica, también es perseguido, pues por cuatro minutos tarde de la entrada a la fábrica supondrá una advertencia por parte del encargado. Los dos se encontrarán en unas mismas características depresivas. No saben qué hacer con sus vidas. El encuentro de los dos desesperados que van a un café y luego al cine a ver una de zombis para matar las penas. Despedirse con un beso de la chica es lo más cariñoso que ha recibido en mucho tiempo. Mientras se va por la cloaca el papelito en que le acaba de apuntar el teléfono. Se suceden las noticias de los bombardeos y las muertes que va en consonancia con su propia decrepitud personal. Perdidos en el abismo, vuelven a encontrarse en la puerta del cine que es el último lugar que se vieron. Las conversaciones no pasan de "hace tiempo que no llueve" o "este vaso es muy pequeño", acompañado de largos silencios. Al final, esa relación es difícil, pues le recrimina que sea borracho que nunca irá con otro, pues ya tuvo bastante con su padre y su hermano que murieron de eso. Sin embargo, finalmente, todavía queda un rayo de luz por donde puede entrar algo de esperanza.



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