viernes, 9 de agosto de 2024

La primera profecía


"La primera profecía" de Arkasha Stevenson es una precuela de "La profecía" de Richard Donner. De entrada, cuesta abordarla ante la comparación de un clásico, sin embargo, el inicio y la ambientación llama la atención y la curiosidad de continuar. Hay otras películas, sin llegar al clásico de "La semilla del diablo" de Polansky, como "Immaculate" de Michael Mohan


La idea es siempre la misma; una monja, Margaretta, interpretado por Nell Tiger Free, en este caso de Estados Unidos llega a Italia y entra en un convento donde se dan clases a alumnos. Allí verá cosas raras en un inicio como por ejemplo una joven encerrada en una habitación que padece maltrato. 



El convento es un tanto especial: monjas que fuman mientras pelan patatas y otras que hablan de forma picante respecto al sexo. Hay, por lo tanto, constantes alusiones a esa falta de relación sexual que es recurrente mediante chistes y chascarrillos, incluso arrebatos de besos en la boca entre monjas. 



La joven, antes de entregarse a su Superior para siempre, realiza sus salidas discotequeras a ritmo de Raffaella Carrà, Bony M. Finalmente, ocurre lo de siempre: situaciones diabólicas, muertes sangrientas y embarazos sospechosos.

Título original The First Omen

Año                 2024

Duración         120 minutos

País                 Estados Unidos

Dirección         Arkasha Stevenson

Guion              Arkasha Stevenson, Tim Smith

Música            Mark Korven

Fotografía       Aaron Morton

Reparto          Nell Tiger Free, Sonia Braga,

                       Ralph Ineson, María Caballero.

                        Charles Dance, Bill Nighy,

                        Nicole Sorace, Andrea Arcangeli,

                        Rachel Hurd-Wood, Eva Ras,

                        Mia McGovern Zaini,

                         Ishtar Currie- Wilson,

                         Tawfeek Barhom. 





La novicia recién llegada está asustada ante todo lo que ve en el convento, pues no acaba de estar segura de su vocación y menos en el momento en que comparte piso con una compañera de sufrimientos, la cual no está muy de acuerdo en entregar su cuerpo lozano al mismísimo Dios, sino que considera oportuno, antes de ceñirse a cal y canto sus hermosuras con el hábito, echar una cana al aire y darle suelta a sus instintos sexuales. La cual propuesta de su compañera, ella dispuesta a entregarse en pleno a la religión, encuentra sospechosa. En esa relación estrecha se confiesan sus vidas: ella dice que estaba en un orfanato que era un tanto traviesa y por eso le aconsejaron entrar en el convento para realizar sus votos. Hablan de apariciones y voces que les aconsejaban un lugar privilegiado en el Cielo no en la Tierra. Ahora, antes de entregarse definitivamente a ÉL, el superior, toca darse una buena farra en un bar y con hombres de carne y hueso. En ese trance, la joven, con un vestido escotado y zapatos de tacón, se siente completamente desnuda, nunca fue de ligue y ahora no puede o no sabe qué hacer con su cuerpo. La monja, en esa salida, experimenta sensaciones nuevas como el baile en la discoteca, ligar con chicos, incluso saborear un cubata que nunca había probado. Ahora, cuando llega la hora de las presentaciones y las preguntas inoportunas como a qué te dedicas tú. La respuesta se le hace un nudo en la garganta sin que salga afuera. Sin tapujos y después de un trago de alcohol ya va lanzada. Se produce la pasión donde fluye inconscientemente el amor. A partir de este momento, el tema del embarazo estará siempre presente, pero en forma de pesadilla como una tortura que la perseguirá constantemente. Se sucederán torturas, sacrificios de monjas quemadas a lo bonzo propias de conjuros satánicos. Ante los muertos aparece un sacerdote que le dice que tenga cuidado que hay dos iglesias: la auténtica que promueve la paz y la caridad y la mala que busca por medio de conjuras satánicas encontrar el anticristo. Le dice que Carlita, la niña endemoniada, es el diablo y hay que cargársela. Las visiones macabras se volverán contra ella y todo lo que aprecia a su alrededor cada vez está más oscuro. Continúan cayendo muertos a su paso. Ella se encuentra atrapada en las cuatro paredes del convento y quiere desmantelar las atrocidades que hacían con los bebés al nacer y con la pobre Carlita que está atormentada. Sin embargo, le va a caer toda la fuerza de la maldad sobre ella y la neutralizarán para siempre. Después de investigar unos archivos se da cuenta que la niña marcada por el demonio es ella misma que es la destinada a procrear el anticristo. En definitiva, más de lo mismo: muertes violentas, embarazos diabólicos y la monja acorralada entre pesadillas y del mal que no puede escapar.

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